Jorge Edwards se sirve del 'Quijote' para iluminar los desaf¨ªos de la creaci¨®n literaria
El escritor chileno abre la secci¨®n que relaciona la identidad y la lengua con la literatura
El escritor chileno Jorge Edwards protagoniz¨® la sesi¨®n plenaria dedicada a Identidad y lengua en la creaci¨®n literaria, refiri¨¦ndose a sus distintas lecturas del Quijote a trav¨¦s de la mirada de otros autores -como Unamuno y Nabokov- para acabar estableciendo una comparaci¨®n entre Cervantes y Borges, a los que unir¨ªa un delgado pero s¨®lido pacto a trav¨¦s de los siglos. "Mi primer Quijote", comenz¨® Edwards, "fue el que retrata Unamuno en su Vida de Don Quijote y Sancho, un Quijote con aires de Nietzsche y de Kierkegaard, con algo de cristianismo ag¨®nico y con una vertiente vasca". Despu¨¦s de la intervenci¨®n del autor chileno, Gregorio Salvador coordin¨® una mesa redonda en la que participaron Ernesto Cardenal, Gonzalo Celorio, Jos¨¦ Mar¨ªa Merino y Juan Jos¨¦ Sebreli.
"Cervantes ironiza con ese 'derretir' el seso de la literatura"
Jorge Edwards se mostr¨® impresionado por la crueldad de Nabokov y su brutalidad a la hora de juzgar la obra de Cervantes: "La incomprensi¨®n de Nabokov frente a Sancho es sorprendente. Sostiene que el chiste moderno m¨¢s gastado tiene m¨¢s gracia que los refranes de Sancho. Sancho es un payaso generalizado". Y se escandaliz¨® pregunt¨¢ndose c¨®mo se puede ser tan duro al juzgar un texto cuyo humor se perdi¨® en buena medida en la traducci¨®n inglesa. "Tanto la identidad ficticia de Sancho como su lenguaje le han pasado por el lado. Uno podr¨ªa leer las traducciones mediocres de Shakespeare y entonces no entender nada".
El escritor chileno centr¨® su intervenci¨®n en el magn¨ªfico episodio de El vuelo de Clavile?o, cuando el ingenioso hidalgo establece su famoso pacto: creer a cambio de que el otro le crea. Creer lo que Sancho ha visto en el cielo a cambio de que Sancho crea lo que ¨¦l vio en su aventura de la fantasiosa Cueva de Montesinos. Una creencia por otra, una visi¨®n por otra.
"Mi impresi¨®n actual es inversa a la de Unamuno y Nabokov. Ellos son quijotistas y no toman en serio a Cervantes", continu¨® Edwards, que ahora se declara m¨¢s cervantista que quijotista defendiendo la idea de que el Quijote es una novela m¨¢s autobiogr¨¢fica de lo que otros cervantistas, incluido ¨¦l mismo, le conced¨ªan: "El Quijote tiene facetas, proyecciones parciales del esp¨ªritu de Cervantes". El escritor chileno coment¨® despu¨¦s algunas descripciones de Cervantes sobre la batalla de Lepanto, as¨ª como la identificaci¨®n paulatina del autor con la sabidur¨ªa del escudero como pruebas del rastro en los textos de la novela de ese Cervantes quijotesco. "Se puede aventurar la tesis siguiente", continu¨®, "que Cervantes, gran narrador de peripecias, hizo a la vez una literatura del yo como la hizo su contempor¨¢neo Montaigne cuando dijo aquello de: 'Lector yo, soy yo mismo la materia de mi relato'. Mi lectura de hoy me induce a creer que Cervantes pudo afirmar lo mismo con la salvedad de que su lenguaje es mucho m¨¢s rico que el de Montaigne".
Record¨® Edwards la serie de enumeraciones, de generalizaciones y citas de escritores, poetas, bachilleres imaginarios que pueblan las p¨¢ginas del Quijote, y esto lo llev¨® a buscar similitudes e identidades con otros escritores europeos como Proust, o latinoamericanos como Machado de As¨ªs. "Toda la obra de Cervantes est¨¢ llena de escritores y literatos extravagantes, obsesivos, agobiados y llenos de prop¨®sitos absurdos". Y en esa enumeraci¨®n de obsesiones detecta Edwards la cr¨ªtica subterr¨¢nea, agria e ir¨®nica de Cervantes al oficio de escribir, cr¨ªticas a escritores que por otra parte aparecen en autores como Borges, Joyce, Calvino, en toda la familia literaria: "Sus obras son espejos deformados, retratos tramposos, definiciones de s¨ª mismos que proceden de un m¨¦todo de reducci¨®n al absurdo. Cervantes, como otros escritores contempor¨¢neos, ironiza con ese derretir el seso de la literatura".
Edwards esboz¨® una interesante similitud entre El Aleph, de Borges, y el episodio de la Cueva de Montesinos encontrando en el Borges de El Aleph el mismo rastro existente en la relaci¨®n entre Cervantes y su caballero. Ambos ver¨ªan, uno en la cueva y otro en un viejo almac¨¦n, una especie de representaci¨®n del universo: "Por su belleza y magia, la visi¨®n es digna del Borges inventado por Borges, del Borges como met¨¢fora al igual que Cervantes se proyecta en la Cueva de Montesinos. Una exaltada sucesi¨®n de elementos que salen, en el caso de Cervantes, de la fantas¨ªa de la Edad Media y, en el caso de Borges, del siglo XX".
"Las p¨¢ginas de m¨¢s extremada fantas¨ªa de toda la narrativa europea se escribieron en la Espa?a del siglo XVII. El verdadero realismo m¨¢gico proviene de ah¨ª. Y el autor moderno m¨¢s emparentado con esta fantas¨ªa cervantina es Borges", concluy¨® Edwards.
?Una o varias lenguas?
Una mesa redonda moderada por Gregorio Salvador suscit¨® lo que hasta ahora ha sido la mayor controversia en las sesiones del congreso. Gregorio Salvador opuso, al t¨¦rmino de la sesi¨®n y sin tiempo para la respuesta, a la idea de identidad y diversidad que defendi¨® el escritor y poeta nicarag¨¹ense Ernesto Cardenal -que, por otra parte, ha sido la t¨®nica general del congreso-, la propuesta de una lengua s¨®lida hablada por "cuanta m¨¢s gente mejor", y propuso eliminar las lenguas minoritarias a favor de una lengua ¨²nica y poderosa. Ernesto Cardenal defendi¨® ardorosamente la pluralidad de lenguas y su identidad: "Una sola lengua ser¨ªa mejor sin duda para los bur¨®cratas, pero la plasticidad y diversidad de las lenguas han tenido un papel muy importante en la evoluci¨®n humana. Nuestra aparici¨®n como especie inteligente se debi¨® a nuestra asombrosa capacidad de cambiar el lenguaje. En el futuro, igual que en el pasado, estaremos mejor si hablamos muchas lenguas y si inventamos otras". "Los amantes de la pureza del lat¨ªn hubieran preferido que no apareciera la lengua espa?ola que hoy nos re¨²ne", dijo Cardenal.
El mexicano Gonzalo Celorio comenz¨® hablando de la lengua de Nebrija para recordar c¨®mo las distintas voces ind¨ªgenas fueron pasando a la lengua espa?ola que era la cultura dominante: "No deja de ser sintom¨¢tico que todos los americanismos en el Quijote sean sustantivos, pero no pasaron adjetivos ni vocablos abstractos. La historia colonial se escribi¨® en la lengua de Castilla".
De la lengua como una identidad desatada habl¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, e hizo menci¨®n a la m¨²sica verbal que adquiere la lengua gracias a su dispersi¨®n geogr¨¢fica. Apel¨®, como tantos congresistas, a la lengua que se encuentra en el Quijote: "Una lengua desatada porque carece de rigidez, no se adhiere a una norma de edici¨®n y posee una hiperidentidad". El argentino Juan Jos¨¦ Sebreli defendi¨®, frente a las ideas de Heidegger, la posibilidad de pensar en espa?ol: "Para Heidegger s¨®lo el griego y el alem¨¢n son lenguas aptas para la filosof¨ªa, inaugurando as¨ª la corriente desarrollada despu¨¦s por los estructuralistas". Para Sabreli, todas las culturas deben ser comunicables, as¨ª que todo texto debe ser comprensible porque la lengua muestra la interdependencia entre los pueblos m¨¢s diversos.
Babelia
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