El gallego que no para de volar
Cuando hace unos d¨ªas apareci¨® en Televisi¨®n Espa?ola la imagen de un chino en China que ense?aba espa?ol cocinando, los que conocemos pudimos pensar en C¨¦sar Antonio Molina y en el viejo chiste del cura y la joven penitente que se confiesa.
El director del Cervantes es un gallego que ahora no para de viajar, y que siempre ha estado atento a los pasos que da. Tiene 51 a?os y un recorrido cuya intensidad no le ha hecho olvidar el origen: es descendiente de una familia reciamente republicana de La Coru?a, padecieron sus parientes el exilio exterior y tambi¨¦n el exilio interior. Su padre muri¨® ya, de modo que no le ha visto ser el vig¨ªa de la acci¨®n exterior de la lengua y la literatura espa?ola en el mundo, y eso lastima al director del Cervantes. Pero vive su madre, que s¨ª disfruta de esta posici¨®n tan honrosa para un escritor al que adem¨¢s la vida le ha hecho un destacado gestor cultural cuyo nombre son¨® para responsable de Cultura cuando la gente empez¨® a hacer las quinielas del Gobierno de Zapatero.
En este ¨²ltimo sentido, su biograf¨ªa tiene un jal¨®n considerable: tom¨® hace ocho a?os la direcci¨®n del C¨ªrculo de Bellas Artes, cuando esta entidad madrile?a celebraba la crisis casi como su principal patrimonio. Es tranquilo pero no paciente, as¨ª que se puso a trabajar como si le fuera la vida en ello. Ah¨ª es donde demostr¨® que le va muy bien aquel viejo y famoso chiste que muestra a un cura recibiendo a una joven penitente asustada del acoso al que la somete un chico de la localidad. "?Es el rubio de los ojos verdes?", pregunta el cura; la chica asiente, a lo que el sacerdote replica: "Pues date por jodida".
As¨ª que C¨¦sar Antonio Molina se ha empe?ado en hacer que hablen espa?ol los chinos, ser¨ªa raro que cuando acabe su mandato no haya logrado su prop¨®sito en un alto porcentaje. ?C¨®mo lo hace? Trabajando, trabajando a cualquier hora. ?l es pausado, su pasi¨®n ser¨ªa la de pasar inadvertido, pero haciendo cosas, y de hecho sus mejores trabajos literarios -Vivir sin ser visto, Regresar adonde no estuvimos- aluden a ese deseo entre humano y po¨¦tico de amar, hacer y despedirse. Pero se le ve, claro que se le ve, y se le oye; le oyen mucho sus colaboradores, acostumbrados ahora a recibir cada d¨ªa, desde donde quiera que est¨¦, sus llamadas telef¨®nicas; ¨¦stas que no conocen l¨ªmites de horarios ni de d¨ªas. Cuando est¨¢ en Espa?a, y no en cualquier sitio del mundo, incluyendo China, se va a trabajar al Cervantes.
Para hacer todo lo que hace, y para despertar a cualquiera para lanzar una idea o para verificarla, aplica la l¨®gica del periodista: los horarios s¨®lo existen para ser rotos. Fue periodista desde muy chico, en La Voz de Galicia, que acaba de premiarle, y luego hizo su excursi¨®n madrile?a por Informaciones, Cuadernos para el Di¨¢logo y el Grupo 16, su ¨²ltima aventura. En el Diario 16 hered¨® de su maestro Jos¨¦ Miguel Ull¨¢n el suplemento Culturas, que dirigi¨® durante m¨¢s de seiscientos n¨²meros, casi sin ser visto pero construyendo un mundo que le ha servido ahora para darse cuenta de que esto del Cervantes se hace viajando.
Durante las dos ¨²ltimas semanas ha estado en S?o Paulo, R¨ªo, Buenos Aires, Rosario (donde ha protagonizado, al lado de V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, el Congreso de la Lengua), Montevideo, Roma, Belgrado y de nuevo Roma. Tiene previsto ir a China pronto, donde se est¨¢ poniendo en marcha el cumplimiento de aquella profec¨ªa del cura: los chinos hablar¨¢n espa?ol, que se preparen.
No para de viajar, pero tampoco para de volver. Es cosmopolita como los gallegos, y los maestros a los que regresa son tambi¨¦n gallegos: Torrente, Cunqueiro, Dieste. Siempre se le ve tranquilo, relajado, y el gesto que m¨¢s le distingue en el perfil que se le ve es el que le representa con las manos en los bolsillos. Pero es tan intenso cuando est¨¢ callado que parece que est¨¢ a punto de estallarle una idea. Y ah¨ª ves a sus colaboradores, atentos a cualquier cosa, porque no tiene ocurrencias, sino iniciativas.
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