Las aguas fre¨¢ticas
Nunca he compartido la afirmaci¨®n de que Catalu?a era un oasis particular en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica espa?ola, y siempre he considerado que los procesos y los conflictos generales se daban tambi¨¦n aqu¨ª, si bien en un microclima que les confiere una clara especificidad que va m¨¢s all¨¢ de su evidente -y por ello natural- peculiaridad nacional. Este microclima lo configura fundamentalmente su pluralismo pol¨ªtico y la autonom¨ªa de la organizaci¨®n sindical obrera y campesina. En este ¨²ltimo caso, me basta hoy recordar que su autoridad en el ¨¢mbito auton¨®mico ha hecho fracasar todos los intentos de impulsar la organizaci¨®n de un sindicalismo soberanista. Pero lo que ata?e al ¨¢mbito estrictamente pol¨ªtico es la existencia de un rico pluripartidismo, que contrasta con el bipartidismo imperfecto que caracteriza la pol¨ªtica espa?ola vista en su conjunto.
Seis fuerzas pol¨ªticas se ofrecen en Catalu?a como opciones a los ciudadanos a la hora de valorar o votar a sus representantes en las instituciones, y si bien dos de ellas, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica y Uni¨® Democr¨¤tica, aparecen formalmente hermanadas, sus diferencias de fondo son tan notables como evidentes. El reciente congreso de Uni¨® Democr¨¤tica y los proleg¨®menos de la posterior Conferencia Nacional de la Federaci¨®n ofrecen elementos de lectura a cualquier observador que vaya m¨¢s all¨¢ de la valoraci¨®n de los aspectos m¨¢s coyunturales del combate t¨¢ctico inmediato. Esta rica pluralidad pol¨ªtica est¨¢ en permanente movimiento, a pesar de la cierta estabilidad que le da, por una parte, la tensi¨®n centr¨ªpeta que genera el Gobierno tripartito, y, por otra, las servidumbres que sufre la oposici¨®n.
Es dif¨ªcil augurar a medio plazo c¨®mo discurrir¨¢n los movimientos de cada una de estas seis fuerzas pol¨ªticas, pero podemos tener una cierta pista si nos asomamos a las corrientes fre¨¢ticas que las alimentan y a las caracter¨ªsticas de los liderazgos que las encabezan.
Tres grandes corrientes fre¨¢ticas est¨¢n en el trasfondo de los seis partidos; tres corrientes que, por discurrir en un mismo cauce, no est¨¢n plenamente compartimentadas y por tanto, por ¨®smosis, pueden intecambiar parte de sus aguas. Una corriente es la soberanista, que alimenta fundamentalmente a una buena parte de Converg¨¨ncia y a Esquerra Republicana. Es una corriente con un caudal determinado, que no parece que tienda a aumentar y que es la causa de las afinidades y de las contradicciones entre las dos fuerzas, encabezadas por dos l¨ªderes, Mas y Carod, que por diversos motivos tienen cuestionada su credibilidad.
La otra corriente es la de centro derecha, en la que se mueven los flujos que alimentan Uni¨® Democr¨¤tica y el Partido Popular de Catalu?a, dos opciones que tienden objetivamente a la aproximaci¨®n, lideradas las dos por pol¨ªticos que, al margen de la evaluaci¨®n personal que pueda hacerse de cada uno, lo cierto es que est¨¢n demostrando una gran habilidad: uno, para hacer comestibles las posiciones m¨¢s conservadoras de la herencia democristiana y amansando las tentaciones soberanistas; el otro, intentando dar un rostro m¨¢s catal¨¢n a las intransigencias generadas por el aznarismo y moderando la agresividad del neoconservadurismo del n¨²cleo duro del PP.
La tercera corriente es la de centro izquierda, a la que el PSC da el caudal m¨¢s suculento y a la que ICV hace una modesta pero valiosa aportaci¨®n que permite te?ir positivamente el conjunto del caudal. El liderazgo socialista, institucionalmente dotado de peculiaridades espec¨ªficas dif¨ªciles de evaluar tiene diversos representantes de incuestionable calidad entre los que est¨¢, pese a su ausencia, Jos¨¦ Montilla, dedicado preferentemente a su ministerio, mientras que los l¨ªderes de ICV est¨¢n aportando una notable dosis de sentido com¨²n y rigor que logra impregnar toda la corriente de centro izquierda, y a¨²n m¨¢s all¨¢, y que es de esperar que no se vea malograda por las tentaciones de testimonialismo marginal.
Esta imagen plural de la Catalu?a acu¨¢tica permite imaginar diversos escenarios, que no s¨®lo dependen de su din¨¢mica interna sino tambi¨¦n de las influencias llegadas del resto de Espa?a y de la Uni¨®n Europea, pero que, en cualquier caso, se realizar¨¢n en su propio escenario, es decir, con una riqueza pol¨ªtica que forma parte de su identidad nacional. Contemplado este escenario en el momento actual, con las aguas de superficie removidas por discusiones nominalistas y por la preocupaci¨®n de algunos por aparecer como los m¨¢s exigentes en las reivindicaciones estatutarias -lo que deja en un segundo plano la parte de buen trabajo que se realiza desde el Gobierno-, es presumible que en un momento dado la fuerza de las corrientes fr¨¦aticas obligue a poner todas las cartas sobre la mesa y, m¨¢s all¨¢ de las amenazas verbales, todos se vean obligados a medir su propia fuerza para recuperar los m¨ªnimos de coherencia que exige la cooperaci¨®n plural.
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