Hablando claro
Hablemos claro, s¨®lo los profesores y algunos alumnos y padres (los menos) sabemos los cambios que necesitan los programas educativos. Cada vez que hay relevo en el Gobierno aparecen nuevas propuestas de mejora. Todas ellas salen de la teor¨ªa de quienes no han pisado un aula nunca o las dejaron en tiempos educativamente m¨¢s felices que los de ahora. Dejemos de hablar de la religi¨®n como si ¨¦se fuese el problema m¨¢s importante. ?Hacia d¨®nde quieren desviar el inter¨¦s? Los problemas son m¨¢s graves. Por ejemplo: ?qu¨¦ hacemos con los alumnos que no quieren estudiar desde que est¨¢n en la ense?anza primaria y los obligan desde la ley, pero no desde sus familias? Batalla perdida que arrastra como v¨ªctimas a otros muchos que ven valiente la decisi¨®n de no querer hacer lo que les obligan. La soluci¨®n no pasa por tenerlos en centros de secundaria hasta los 16 a?os, ni siquiera hasta los 15. No hablamos de etapas por las que puede pasar un adolescente, hablamos de casos concretos que se muestran desde la ni?ez.
Otro problema, y grav¨ªsimo, es el p¨¦simo uso de la lengua materna de nuestros alumnos. ?D¨®nde est¨¢n aquellos dictados y redacciones diarias que hac¨ªan los alumnos en sus primeros a?os de escolarizaci¨®n? ?C¨®mo hablamos en la ense?anza de un idioma extranjero y hasta de una segunda lengua si no saben usar la suya propia? ?C¨®mo van a entender el contenido de tantas materias distintas, importantes todas para su formaci¨®n, si no entienden lo que explica el profesor ni lo que aparece en los libros de texto porque desconocen el vocabulario b¨¢sico? ?sos son los verdaderos problemas de los que nadie habla.
A estos sumamos otra larga lista de situaciones dif¨ªciles por las que jam¨¢s nadie nos ha preguntado porque no interesa conocer. Todo depende de la voluntad del profesor, que es quien est¨¢ en una misma aula con alumnos tan heterog¨¦neos que el esfuerzo por atender las peculiaridades de cada uno es inhumano. Pero tenemos vacaciones largas y ganamos un sueldito aceptable. ?Eso es lo que les preocupa a los pol¨ªticos, a los sindicatos y a muchos padres que se desentienden de la educaci¨®n de sus hijos?
Pensemos por un momento en que de aqu¨ª saldr¨¢n los trabajadores del futuro. No todos ser¨¢n m¨¦dicos, ingenieros, qu¨ªmicos, profesores...; habr¨¢ fontaneros, alba?iles, cajeras de supermercado, dependientes de peque?as y grandes superficies... Todos somos imprescincibles para el futuro, todos igualmente dignos.
Lo ¨²nico que pretendemos es que tengan una formaci¨®n b¨¢sica, que conozcan la realidad que les rodea y que sepan defenderse ante cualquier situaci¨®n con la cabeza bien alta. En eso consiste el ¨¦xito escolar, no en saber cu¨¢ntos alumnos titulan en secundaria. Hablemos de calidad y no de cantidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.