No ver para creer
Mucho antes de que lo escribiera Cervantes, el cuento del Retablo de las maravillas corr¨ªa por todo el Mediterr¨¢neo, y se re¨ªan con ¨¦l en la peque?a y pr¨®xima Asia, y puede que m¨¢s all¨¢. Es la historia del p¨ªcaro que muestra por dinero cosas maravillosa; pero no las podr¨¢n ver quienes tengan "alguna raza de confeso, o no sea habido y procreado de sus padres en leg¨ªtimo matrimonio; y el que fuera contagiado de estas dos tan usadas enfermedades". Nadie, claro, puede confesar que no ve las maravillas; tanto que no las ve ninguno, pero todos fingen y al fingir animan a otros a que las vean. Por ejemplo, el padre Josemar¨ªa. Le coloco en seguida porque es el punto central de la obra que Boadella ha compuesto con aquella idea ambulante, aplicada a nuestro tiempo. El tiempo del arte moderno, que siempre le pareci¨® a Boadella un trampantojo y que todos alaban para no ser tenidos por zonzos; o la nueva cocina, que termina s¨®lo siendo humo, y ni siquiera humo: nada. O el huerto de Felipe Gonz¨¢lez y sus amigos...
El retablo de las maravillas
Inspirada en Cervantes. Texto de Albert Boadella. Int¨¦rpretes: Jes¨²s Agelet, Minnie Marx, Pep Vila, Pilar S¨¢enz, Ramon Fontser¨¦, Xavier Boada, Xavi Sais. Direcci¨®n: Albert Boadella. Compa?¨ªa: Els Joglars. Teatro Alb¨¦niz. Madrid.
He citado antes que nada al padre Josemar¨ªa, por el se?or de Balaguer, santo fundador del Opus Dei, elevado a los altares velozmente por el papa Wojtyla, porque es en quien se centra la obra, y a quien mejor imita el gran actor Fontser¨¦, figura esencial de la compa?¨ªa, cuyo arte consiste en que sin apenas caracterizaci¨®n evoca inmediatamente al personaje doblado. En este caso me parece que no llega a tanto, por mucho talento que derroche. Quien haya visto el largo v¨ªdeo filmado al santo hablando a sus admiradores habr¨¢ quedado transido para siempre de rechazo a ¨¦l y su obra. Deb¨ªan pasarlo por colegios y academias.
Pero con Fontser¨¦ y los textos de Boadella se hace due?o de las carcajadas de un teatro Alb¨¦niz al que vi repleto el domingo por la tarde. Madrid tiene como suyo a Boadella, a su compa?¨ªa, a su manera de hacer. Afortunadamente en este retablo ve las maravillas, que hay y que, desgraciadamente, en la vida diaria no se ven con mucha frecuencia.
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