A la espera del ¨²ltimo brochazo
Un antiguo gobernador del Banco de Inglaterra, muy arist¨®crata, algo ignorante y bastante cursi, se negaba a hablar ante las c¨¢maras de la BBC porque le parec¨ªa que la televisi¨®n no era lugar para analizar cosas tan importantes como las que ¨¦l trataba, es decir, el dinero. Sin necesidad de llegar a tal grado de sandez, no estar¨ªa mal que algunos miembros del Gobierno valoraran mejor su propia capacidad para condensar su pensamiento en dos frases y un t¨ªtulo y para controlar el genio... y la lengua. Miguel ?ngel Moratinos, en especial.
El criterio seg¨²n el cual un ministro no puede criticar la labor de su antecesor en el cargo es un criterio muy corporativo y desgraciado. Los creadores de esa l¨ªnea de apoyo mutuo han sido, probablemente, los titulares de Interior, especialistas en presentarse como m¨¢rtires de la democracia y dispuestos (casi siempre) a pedir que se tapen sus errores como obligada demostraci¨®n del patriotismo ajeno. En el caso de Moratinos, el problema no es que haya denunciado una sucia maniobra del Gobierno anterior, sino que lo haya hecho de forma confusa. Ahora, lo mejor ser¨ªa que aclarara que nunca ha acusado al Gobierno anterior de preparar o participar en un golpe de Estado, sino de retrasarse, muy notablemente, a la hora de condenarlo.
Lo que tambi¨¦n est¨¢ claro es que el Gobierno no se ha hecho ning¨²n favor al sacar de improviso este tema. Por el contrario, ha ca¨ªdo en una trampa muy conocida: la que obliga a hablar de asuntos que no est¨¢n en tu propia agenda y que, adem¨¢s, obstaculizan que la opini¨®n p¨²blica se fije en otros temas que podr¨ªan ser de su inter¨¦s. La reciente campa?a norteamericana ha demostrado que ¨¦se es, hoy d¨ªa, el mejor instrumento de manipulaci¨®n. El gran ¨¦xito de Karl Rove fue, precisamente, conseguir que se hablara casi en exclusiva de los temas que ¨¦l mismo lanzaba al escenario, fueran verdad o, preferiblemente, mentira. En Espa?a hay tambi¨¦n, en la pol¨ªtica y en los medios de comunicaci¨®n, muy buenos especialistas en ese campo. La campa?a de la Fox fue casi una maniobra delicada si se compara con las t¨¦cnicas de provocaci¨®n que utilizan algunos medios de comunicaci¨®n espa?oles. Su objetivo parece ser enfurecer a todo el mundo, bien alimentando violentamente a quienes comparten su pensamiento, bien agrediendo a quienes no est¨¢n dispuestos a hacerlo. La cuesti¨®n es no dejar espacio a otros temas. Nada de esto es una novedad. Lo que no suele ser frecuente es que su contrario les facilite la labor, lanzando granadas de humo que oculten su propio trabajo, como ha hecho el ministro de Exteriores.
Puestos a denunciar la labor del anterior equipo de Gobierno, lo que asombra es que no haya sido el titular de Interior quien compareciera ante la opini¨®n p¨²blica con un an¨¢lisis, meditado y razonado, respecto a la ineficacia del anterior ministro. El colmo de la inoportunidad del titular de Exteriores es que ha distra¨ªdo la atenci¨®n de algo tan importante como la pr¨®xima comparecencia de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el lunes, ante la Comisi¨®n del 11-M. El ex presidente del Gobierno llega al Congreso precedido por una espesa campa?a para mantener viva la idea de que sigue habiendo "dudas" sobre la autor¨ªa de los atentados de Madrid. La decisi¨®n de aumentar la confusi¨®n ha llevado al PP, incluso, a dar pasos muy dif¨ªciles de comprender. Como el tr¨¢nsito entre una indemostrable cooperaci¨®n de ETA a una incre¨ªble conspiraci¨®n de altos cargos de la Guardia Civil de Asturias destinada, nada menos, que a provocar que el PP perdiera las elecciones.
Quiz¨¢s cuando se disipe el humo y, sobre todo, cuando termine la comparecencia de Aznar, los dirigentes del PP crean que ya han dado el ¨²ltimo brochazo, olviden la reivindicaci¨®n permanente del pasado y busquen una oposici¨®n real para los pr¨®ximos a?os, aprovechando, sin duda, los errores del Gobierno, pero tambi¨¦n definiendo una l¨ªnea propia. Los que no reaccionar¨¢n nunca son esos periodistas que representan la cruel definici¨®n del oficio que dio Arnold Bennet: "Decir lo que se sabe que no es verdad con la esperanza de que, si se insiste, acabe por serlo". Parafraseando a Shakespeare, son los que se empe?an en contar un cuento, "lleno de sonido y de furia, y sin significado alguno". solg@elpais.es
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