B¨ªfidos y activos
Una consecuencia del biling¨¹ismo de Catalu?a es la coexistencia de dos lenguas en un mismo marco cultural. Un marco que, a su vez, es el resultado de sumar m¨²ltiples herencias. Durante a?os se propag¨® el perverso malentendido de que tan catalana era la literatura escrita en catal¨¢n como la escrita en espa?ol desde Catalu?a, hasta que se fue aceptando que, a diferencia de las culturas, polite¨ªstas y multiformes, las literaturas se definen por la unidad, fr¨¢gil o potente, de una lengua. No es f¨¢cil trasladar esta realidad a la industria. Hay escritores que empezaron en catal¨¢n y se pasaron al castellano (Terenci Moix) y otros que escriben en castellano pero que, para sus obras de teatro, optan por el catal¨¢n (Eduardo Mendoza). La casu¨ªstica, pues, depende de algo tan sano como el libre albedr¨ªo. Topograf¨ªa de la narrativa local: a) los que publican su narrativa en catal¨¢n (Jes¨²s Moncada, Imma Mons¨®, Emili Teixidor, Toni Sala, Empar Moliner), b) los que publican su narrativa en espa?ol (Enrique Vila-Matas, Juan Mars¨¦, Ignacio Vidal-Folch, Carlos Ruiz Zaf¨®n, Javier Cercas) y c) los que optan por una combinaci¨®n de ambas, como Valent¨ª Puig.
El catal¨¢n retrocede como lengua literaria a cambio de consolidarse como lengua comercial
Prueba de que los lectores catalanes son hiperactivos es que a la convivencia de tantas plumas se suman las traducciones catalanas de autores contempor¨¢neos o cl¨¢sicos y, en los ¨²ltimos a?os, novelas de ¨¦xito escritas en castellano y que, por af¨¢n comercial, se traducen al catal¨¢n (Soldados de Salamina, La sombra del viento). Esto, que podr¨ªa parecer un vodevil con puertas y armarios en los que se cuecen traiciones y adulterios, produce pocas zonas de fricci¨®n. En lugar de guetos, hay una promiscua tierra de nadie donde el catal¨¢n retrocede como lengua literaria a cambio de consolidarse como lengua comercial y donde se respira cierto fairplay entre los unos, los otros y los que son a la vez unos y otros. Mientras el mercado absorbe la diversidad, los canales de promoci¨®n se saturan e imponen la ley del m¨¢s fuerte.
Pese a estas carencias, autores catalanoescribientes como Quim Monz¨® o Albert S¨¢nchez Pi?ol han obtenido ¨¦xitos equiparables en ventas y repercusi¨®n internacional a idiomas como el sueco o el polaco. En este contexto, Barcelona ha sido la metr¨®polis de un fen¨®meno b¨ªfido y activo. Por un lado, la ciudad no enterr¨® el ¨¦xito de los catalanoescribientes propios (Josep Maria Sagarra), ni, en pleno franquismo, la simb¨®lica vigencia de los poetas (Salvador Espriu, Pere Quart) y, m¨¢s tarde, normaliz¨® su prosa (Merc¨¨ Rodoreda, Baltasar Porcel, Montserrat Roig). A eso hay que a?adirle la condici¨®n de im¨¢n para autores latinoamericanos. ?La raz¨®n? Algo tuvo que ver Carmen Balcells, que convirti¨® Barcelona en la ciudad con m¨¢s agentes literarias por metro cuadrado. Pero, sobre todo, es b¨¢sica la aportaci¨®n de catalanes de expresi¨®n espa?ola (Francisco Casavella, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, F¨¦lix de Az¨²a), protagonistas, junto a los catalanoescribientes, de esta evoluci¨®n. Tras darle muchas vueltas, pues, se acaba volviendo a la dial¨¦ctica del vaso medio lleno o medio vac¨ªo. El lado optimista cree que todo suma. El pesimista sospecha que tanta diversidad atomiza el pastel y rompe la ecolog¨ªa cultural.
Cuando la Feria de Guadala-
jara formaliz¨® su invitaci¨®n a la cultura catalana, opt¨® por la denominaci¨®n m¨¢s diplom¨¢tica. En la lista de invitados, no obstante, echo de menos un nombre que hace poco se instal¨® en Barcelona y que re¨²ne todas las caracter¨ªsticas para convertirse en el perfecto culturero catal¨¢n universal, mestizo y barcelon¨¦s. Se trata de Jordi Soler, autor de una novela reciente sobre el exilio titulada Los rojos de ultramar. Naci¨® en M¨¦xico, hijo de una catalana y de un mexicano. Pas¨® su infancia en la selva de Veracruz, en una colonia fundada por republicanos catalanes que impusieron su lengua y Catalu?a como el Pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s. Tras una consolidada carrera literaria en M¨¦xico, vive en Barcelona (Sant Gervasi DF) con su mujer y sus hijos, con quienes ha recuperado el catal¨¢n de su infancia. Soler, que lleva un nombre habitual aqu¨ª y ex¨®tico en Acapulco, escribe en mexicano sobre sus ancestros, colabora con publicaciones mexicanas y espa?olas, se entusiasma con los textos de Josep Pla y tararea canciones de Sisa. ?Por qu¨¦ no lo incluyeron en la delegaci¨®n que viajar¨¢ a M¨¦xico con la nada f¨¢cil tarea de explicar el entuerto de la identidad cultural catalana (una mezcla de isla inaudita, comedia ligera, laberinto de aceitunas y cripta embrujada)? Porque Soler lleg¨® hace poco y los activ¨ªsimos comandos de mandarines a¨²n no han tenido tiempo de etiquetarlo.
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