Regreso del purgatorio
Joseba Beloki vuelve al redil de Manolo Saiz tras un a?o de dura peregrinaci¨®n en La Boulang¨¨re y el Saunier Duval
Hay personas que, sea por lo que sea, hagan lo que hagan, no consiguen transitar silenciosas por la vida, personas amantes de los portazos y estruendos. Un reguero de desencuentros jalona su recorrido.
Tomemos el caso de Joseba Beloki como ejemplo.
En siete a?os como profesional, el ciclista vasco ha trabajado en cinco equipos diferentes: dos en el Euskadi (1998 y 1999), uno en el Festina (2000), tres en el ONCE (de 2001 a 2003), unos meses en La Boulang¨¨re (2004) y unas semanas en el Saunier Duval (2004), ¨²ltimo paso, ¨²ltima ruptura tempestuosa de un contrato, antes de su regreso anunciado a la troupe de Manolo Saiz, que desde esta temporada se llama Liberty.
Del Euskadi se fue, gran promesa en ciernes, rompiendo relaciones de forma abrupta; del Festina de Juan Fern¨¢ndez, con el que logr¨® su primer encumbramiento -una etapa en Romand¨ªa, la Vuelta a Asturias, el primero de sus tres podios en el Tour-, se fue antes de terminar su contrato, rompi¨¦ndolo, abonando una cl¨¢usula de rescisi¨®n. Se march¨® obnubilado al ONCE de Saiz, ambicioso, con una fe absoluta en que el director c¨¢ntabro era la ¨²nica persona que le podr¨ªa conducir al triunfo en el Tour. Despu¨¦s de dos podios consecutivos, inalcanzables Jan Ullrich y Lance Armstrong, un d¨ªa de julio de 2003 todos sus sue?os se rompieron, tambi¨¦n su codo y su cadera, descendiendo, Armstrong a su rueda, un m¨ªnimo puerto junto a Gap. Fue el ¨²ltimo d¨ªa en que se sinti¨® plenamente ciclista.
Apenas dos semanas despu¨¦s, la ONCE, patrocinadora desde 1989, anunci¨® su marcha del ciclismo profesional. Nervioso, agobiado, impaciente, reci¨¦n operado, Beloki, de 31 a?os, no resisti¨®. Rompi¨® con Saiz antes justamente de que ¨¦ste encontrara en Liberty Seguros el reemplazante de la ONCE. Para entonces, el ciclista de Lazkao (Guip¨²zcoa)ya se hab¨ªa embarcado en una aventura frustrada. Con Abraham Olano, otro ex de Saiz, de director y con varios compa?eros del ONCE, se ali¨® con el italiano Giovanni Lombardi, conocido como lanzador de Mario Cipollini, e intent¨® formar un equipo alternativo con un supuesto sponsor italiano, Stayer. Nadie vio dinero por ninguna parte. Inviable. Antes incluso de que intentara una maniobra conciliadora, desde la gente de la ONCE -ahora Liberty- le lleg¨® un mensaje clar¨ªsimo: "Nunca volver¨¢s con nosotros. Ni lo intentes".
As¨ª, Beloki, trotamundos por obligaci¨®n, sin hueco en ning¨²n equipo espa?ol, encontr¨® asilo en Francia, en las manos de Jean-Ren¨¦ Bernaudeau, un director joven con un proyecto de cantera, Voeckler y dem¨¢s, que necesitaba un nombre Tour que le abriera las puertas de la grande boucle a su Boulang¨¨re. En ning¨²n momento funcion¨® la qu¨ªmica entre dos filosof¨ªas del ciclismo, dos culturas, muy alejadas la una de la otra. La lenta recuperaci¨®n de Beloki tras su operaci¨®n tampoco a?adi¨® alegr¨ªa a una relaci¨®n que se rompi¨® mediado el a?o, cuando un Beloki fuera de forma, imposible pensar en el Tour, aleg¨® que en el equipo franc¨¦s no le daban permiso para utilizar los corticoides -sustancias sometidas a restricci¨®n por la legislaci¨®n antidopaje- que necesitaba para curar su asma. Negociaci¨®n y libertad.
B¨²squeda.
La puerta del Liberty segu¨ªa cerrada. El patr¨®n del equipo, con quien Beloki no hab¨ªa sido muy cort¨¦s en sus visitas a las carreras, mantiene el veto. "Incluso se nos ofreci¨® gratis para correr la Vuelta", comentan en el Liberty, que, mientras tanto, se hab¨ªa hecho con un nuevo l¨ªder, con Roberto Heras; "pero todav¨ªa no era posible admitirlo".
Durante la Vuelta, que el ciclista corri¨® con el amarillo de Saunier Duval, Beloki empez¨® a apreciar se?ales de deshielo, rendijas, esperanzas de que el purgatorio que viv¨ªa tendr¨ªa fin. Terminada la ronda espa?ola, sigui¨® trabaj¨¢ndose la absoluci¨®n, el fin de su penitencia. Cuando, por fin, se abatieron las barreras, Beloki no dud¨®. Fiel a s¨ª mismo, a su trayectoria contractual, rompi¨® el v¨ªnculo que le ligaba por un a?o m¨¢s con el Saunier Duval y, como siempre, perdiendo dinero en el intercambio, corri¨® a reunirse, estruendosamente, con su Saiz, su director de confianza.
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