La diva descalza
Acaba de estrenar una pel¨ªcula, 'Fr¨ªo sol de invierno', que no para de cosechar premio tras premio. Va saliendo con tiento del dolor de la p¨¦rdida de su madre y est¨¢ en una ¨¦poca esplendorosa que la ha convertido en una estrella cercana, con los pies desnudos y en la tierra.
Hace unos a?os, despu¨¦s de un almuerzo entre universitarios, Marisa Paredes nos habl¨® espont¨¢neamente de los primeros a?os de su vida; era un relato lleno de vigor, hermoso y salvaje, vital. Pero cuando termin¨® de contar los proleg¨®menos de su adolescencia, la actriz, que adem¨¢s ha sido desde hace algunos a?os diva indiscutible del cine espa?ol, guard¨® un silencio encerrado del que no logramos sacarla hasta hace tres semanas, exactamente el 13 de noviembre de 2004, a las once de la ma?ana, en su casa de la madurez, en el centro de Madrid. Nos recibi¨® en medio de un resfriado, y de un escalofr¨ªo: hac¨ªa tres meses que hab¨ªa muerto su madre, y eso supone el definitivo final de aquella infancia que no nos hab¨ªa terminado de contar. La relaci¨®n de Marisa Paredes con su madre fue muy especial; ella fue la que le dio fuerzas para abrirse camino en un mundo al que ella no pertenec¨ªa, y ahora, para entenderla bien, hay que fijarse en esa relaci¨®n cuyo final ha dejado a la mujer y a la actriz en ¨¢mbitos iguales de soledad. Nos recibe para hablar de s¨ª misma, y no s¨®lo de su carrera como actriz, cuando est¨¢ en medio de la promoci¨®n de su pen¨²ltima pel¨ªcula, Fr¨ªo sol de invierno, de Pablo Malo, una de esas primeras obras por las que ella ha apostado siempre, sobre todo desde que es reconocida y famosa. Est¨¢ af¨®nica de tanto hablar en tantos sitios a favor de esa ¨®pera prima; pero ah¨ª est¨¢, con una fortaleza formidable, enfundada en su bata, con el aire de fragilidad que la ha hecho parecer una dama vienesa que parece que ha de romperse con el aire que rompe las vajillas sublimes. Pero no ha de romperse: de la afon¨ªa y de la fragilidad nace una historia vigorosa que le devuelve la voz y la rabia. Si uno se fija en los estereotipos, se hubiera imaginado a una diva llena de man¨ªas y de subterfugios para callar o para hablar a media voz de su historia, sus amores y sus pel¨ªculas, y eso no pas¨® en ning¨²n caso. Cuando al final le dijimos que la hab¨ªamos encontrado mucho m¨¢s natural de lo que hubi¨¦ramos pensado nos dijo el resumen de su actitud: "Con la historia que tengo detr¨¢s, ?c¨®mo no iba a ser una chica natural?". Durante toda la conversaci¨®n estuvo a nuestro lado su perro Tom, de lanas negras, que nos mord¨ªa las canillas cada vez que estimaba que una palabra era m¨¢s fuerte que la otra; como si la protegiera, ladr¨® ya m¨¢s resueltamente cuando una prueba magnetof¨®nica hizo sugerir que la m¨¢quina le re?¨ªa a su dama, que puede ser una diva, pero que aqu¨ª se muestra, en todo caso, como una diva descalza, dispuesta adem¨¢s a ayudar a los que empiezan, como si en ellos se viera ella tambi¨¦n empezando. As¨ª que nos empez¨® diciendo que estaba muy feliz con Fr¨ªo sol de invierno; en tres festivales, a los que ella hab¨ªa ido con la pel¨ªcula bajo el brazo, hab¨ªa obtenido tres premios. "Estamos felices", nos dijo.
?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ la hace tan feliz esta pel¨ªcula?
Es que la pel¨ªcula est¨¢ muy bien. Es de un chico vasco, Pablo Malo, que lo hace muy bien. Funcion¨® en Zabaltegui, en el Festival de San Sebasti¨¢n; pero como ah¨ª hay tantas pel¨ªculas, la gente se fija tan s¨®lo en las de la secci¨®n oficial. As¨ª que ahora la pel¨ªcula ha sido una sorpresa, para Agust¨ªn Villaronga, para muchos amigos m¨ªos. Cuando se estren¨®, Enrique Gonz¨¢lez Macho, el distribuidor y exhibidor, me dijo: "Este chico est¨¢ muy bien. La pr¨®xima la produzco yo". Todos est¨¢n espl¨¦ndidos en la pel¨ªcula, y a eso es muy dif¨ªcil llegar con una ¨®pera prima.
?Por qu¨¦ apuesta tanto por los j¨®venes?
La juventud es un valor, para algunos parece el ¨²nico valor. Creo que todos hemos sido primerizos alguna vez, as¨ª que esto me retroalimenta, me hace sentir lo que siempre quise que fuera mi relaci¨®n con esta profesi¨®n: apostar fuerte.
Y no s¨®lo en las pel¨ªculas?
Tambi¨¦n en la vida. En la vida siempre he tenido grandes y fuertes amores, desde siempre, y en el cine tambi¨¦n, y ha sido as¨ª desde la m¨¢s tierna infancia hasta que conoc¨ª a Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, que fue un gran amor, el primero?
Cinematogr¨¢fico?
Y real. Yo conoc¨ª a Fernando y me pareci¨® un sabio. Ya entonces buscaba, l¨®gicamente, la inteligencia por encima de todo, y yo ten¨ªa entonces 16 a?os.
?C¨®mo es que empez¨® tan pronto?
Porque hab¨ªa que empezar pronto en lo que fuere. Yo ten¨ªa que empezar muy pronto a trabajar; soy hija de una familia obrera. Empec¨¦ a ganar mi primer jornal, como dec¨ªa mi abuela, a los 12 a?os. A los 11 hab¨ªa terminado la escuela obligatoria primaria, y luego hab¨ªa que pasar por el bachillerato, por el preuniversitario aquel. Naturalmente, yo iba a un colegio de monjas, de esos que hac¨ªan entrar por una puerta a las ni?as ricas y por otra a las ni?as pobres. Viv¨ªamos en Madrid, en la plaza de Santa Ana, donde mi madre era portera, e ¨ªbamos a un colegio en Mes¨®n de Paredes; las pobres entr¨¢bamos por Mes¨®n de Paredes y las ricas entraban por la calle de Provisiones. Las pobres llev¨¢bamos uniforme blanco, batita blanca y lazo rojo, y las ricas llevaban aquel vestido tan elegante azul marino con su lazo blanco, y el cuello duro. No recuerdo nada malo del colegio, sino eso, que yo hubiera querido estudiar m¨¢s, pero no se pod¨ªa, no hab¨ªa dinero para seguir. Tampoco ten¨ªa posibilidad de beca, y de lo que ten¨ªa necesidad mi familia es de que yo ganara un jornal. Mi hermano ?ngel Luis, dos a?os menor que yo, estudiaba un oficio en el instituto Virgen de la Paloma. Para las ni?as no hab¨ªa eso, s¨®lo hab¨ªa corte y confecci¨®n en aquel servicio horrible, el servicio social en la Secci¨®n Femenina. As¨ª que yo ten¨ªa que trabajar, y mis padres quer¨ªan lo mejor para m¨ª, que fuera una secretaria. Mi trabajo de verdad fue en una casa de modas, acaso de ah¨ª viene lo de mi elegancia; estaba en un piso de Bravo Murillo, y la llevaba un gran modista de entonces, el se?or Tormo. Yo era aprendiza, tendr¨ªa 12 o 13 a?os. Cos¨ªa botones, sobrehilaba las prendas, y como era muy espabilada, o al menos eso era lo que dec¨ªa el se?or Tormo, tambi¨¦n me mandaba al banco y me dec¨ªa: "Pajarito", porque me llamaba Pajarito, "vete al banco y diles que si nos dejan esta cuenta hasta dentro de 10 d¨ªas". Hasta eso hac¨ªa yo.
?C¨®mo era su familia?
Era una familia de cuatro hermanos, cuatro hijos de un matrimonio que se llevaba francamente mal. Mi madre era portera, pero para llegar ah¨ª hab¨ªa venido de Colmenar Viejo justo en 1939; mi padre hab¨ªa hecho la guerra en Madrid, particip¨® en el asalto al cuartel de la Monta?a. Tiene un trozo de metralla en el cuello, que ¨¦l ense?a con mucho orgullo. Era m¨¢s bien de derechas. Siempre ha dicho que era de izquierdas, pero reconoc¨ªa que los de derechas ol¨ªan mejor. Le explicaba a mi madre que iba al baile y se pon¨ªa al lado de los de derechas porque ol¨ªan mejor. Proven¨ªan de familias de campesinos que apenas ten¨ªan nada. Recuerdo al padre de mi madre, que levant¨® su casa piedra a piedra en Colmenar. Mi madre hab¨ªa tenido una hermana melliza y en su casa hab¨ªan sido 11 hermanos. Mi abuela Graciela ten¨ªa los ojos claros como yo, y era una mujer de gran dulzura e inteligencia, y escrib¨ªa cartas que nosotros recib¨ªamos en casa con gran regocijo; escrib¨ªa sin faltas y con una gran caligraf¨ªa. ?C¨®mo le ense?aron? Ella era hija ¨²nica, a lo mejor por eso tuvo tantos hijos, por eso y porque entonces no hab¨ªa p¨ªldora. Al abuelo le conoci¨® al ir al trigo. Me acuerdo de esos veranos de Colmenar, el campo y el esti¨¦rcol, las vacas, el trigo; me acuerdo del abuelo, que iba con aquella azada? Mi madre muri¨® hace tres meses. Mi madre es que era mucha mujer. Bueno, nunca se es mucho nada.
?C¨®mo era?
Era una mujer que hasta dos o tres meses antes de morir, que ya hab¨ªa perdido mucho de sus facultades, a todo le pon¨ªa una sonrisa. Creo que la vi llorar un par de veces o tres. Y casi siempre era un llanto, por supuesto, liberador, pero nunca hacia fuera; era un llanto que quebraba su voz, pero que se le quedaba en la garganta. No quer¨ªa que su dolor llegara a los dem¨¢s. Los dem¨¢s estaban siempre primero en su cabeza. Era alguien de una generosidad tan grande que marc¨® profundamente mi vida: su actitud ante la vida, su optimismo enorme, que la acompa?¨® en la dificultad y desde muy peque?a. Esa lucha no s¨®lo no la amarg¨®, sino que la hizo m¨¢s joven y m¨¢s rotunda. Ten¨ªa una inteligencia natural y un sentido de la libertad extraordinarios. Eso fue lo que la hizo reaccionar a mi favor cuando decid¨ª dedicarme a esto, con la oposici¨®n de mi padre.
?Qu¨¦ dijo su padre?
Dijo: "Pero ¨¦sta ?qu¨¦ se ha cre¨ªdo, que es Lola Flores?". Y mi madre le dijo: "D¨¦jala hacer lo que quiera". Y decir eso era como enfrentarse a todo el poder machista, al poder familiar, a la imagen del padre. A mi padre le tem¨ªamos todos porque era duro, y porque adem¨¢s era muy estricto en casa. Recuerdo a aquella mujer abnegada, subordinada pero digna, nunca humillada, aguantando el tir¨®n desde que hab¨ªa dejado su casa en 1939. As¨ª que mi madre y mi padre se enfrentaban porque ella me quer¨ªa dejar que fuera artista y mi padre se negaba.Y hab¨ªa unos gritos y una violencia? Nunca la maltrat¨® f¨ªsicamente, pero s¨ª psicol¨®gicamente; es lo que se llevaba en aquel periodo.
Lo que usted cuenta de su madre recuerda la frase de Hemingway que ha popularizado Bryce: "Conoci¨® la angustia y el dolor, pero nunca estuvo triste una ma?ana"?
Era eso, era un cascabel. Y era una mujer trabajadora. ?ramos cuatro hermanos en una peque?a porter¨ªa de la plaza de Santa Ana. Un chisc¨®n abajo para vigilar qui¨¦n entraba y qui¨¦n sal¨ªa, y en el cuarto piso, cuatro habitaciones. Una hac¨ªa de comedor y otra hac¨ªa de dormitorio de mis hermanos y m¨ªo, y hab¨ªa una peque?a cocina en la que hab¨ªa una taza de v¨¢ter, y nada m¨¢s. Por supuesto, no hab¨ªa cuarto de ba?o. Y aparte mis padres ten¨ªan, subiendo al torre¨®n, un cuarto grande donde ten¨ªamos dos camas, donde pod¨ªan dormir mi padre y mi madre con los chicos, que durmieron ah¨ª de peque?os y de mayores.
?C¨®mo le marc¨® esa historia?
Mucho. Primero, porque me parec¨ªa injusto que tuvi¨¦ramos tan poco. Le dec¨ªa a mi madre: "?Por qu¨¦ no tenemos una ducha?", y ya harta un d¨ªa de preguntas me respondi¨®: "?Porque somos pobres, ent¨¦rate de una vez, somos pobres!". La realidad era ¨¦sa, y a m¨ª me cabreaba y le preguntaba si iba a ser as¨ª toda la vida.
?Y cu¨¢ndo empez¨® a volar el pajarito?
Empez¨® a volar muy pronto con la imaginaci¨®n, porque me di cuenta de que se pod¨ªa volar de ese modo.
?C¨®mo era usted?
Yo era una ni?a t¨ªmida, delgaducha, con una cierta arrogancia; la arrogancia del pobre, con la nariz para arriba, diciendo algo as¨ª como: ya huelo bastante a mierda para que me lo sigan recordando; la taza del v¨¢ter est¨¢ en la cocina, ya s¨¦ qu¨¦ es eso.
?Siempre fue orgullo? ?No hubo ocultaci¨®n, verg¨¹enza?
?Tambi¨¦n se me nota? S¨ª, tambi¨¦n, mucha verg¨¹enza. En cuanto dec¨ªan algo que me descubriera, yo me iba abajo.
?Y qu¨¦ le dio fuerza?
Mi madre, desde luego, con esa actitud de la que hablamos. Y mi padre, a su manera, atiz¨® la llama de mi rebeld¨ªa. Vivir en una dictadura era demasiado fuerte como para que hubiera dictadura en todas partes: dictadura fuera, dictadura dentro. De ah¨ª ven¨ªan mis ganas de escapar, mis ganas de vivir.
Eso le hizo progresista.
La progres¨ªa viene de darte cuenta de que no soportas la dictadura; tu padre dici¨¦ndote: no te puedes poner este pantal¨®n. Y era un pa¨ªs sin desarrollo intelectual, sin educaci¨®n, un pa¨ªs de prohibiciones? Yo me di cuenta de que ser artista era una salida para alguien que no tuviera preparaci¨®n. Adem¨¢s, yo viv¨ªa rodeada de teatros, el Espa?ol, la Comedia, el Reina Victoria; ambientes de toreros y flamencos, todo el rato ol¨¦ y ol¨¦. Estaban los Vargas, familias enteras de gitanos desde las doce de la ma?ana? Un ambiente bohemio que a m¨ª me hizo pensar que ah¨ª estaba la salvaci¨®n. El mundo del teatro era fascinante; hab¨ªa por all¨ª unos seres como B¨®dalo, Manuel Dicenta? Cruzaban la plaza y se met¨ªan en la cafeter¨ªa, y despu¨¦s volv¨ªan al teatro, se met¨ªan por una puerta y ya luego protagonizaban otra realidad. Deb¨ªa pensar todas esas cosas, y un impulso muy fuerte me empuj¨® a la puerta del teatro; esas puertas tan cercanas, pens¨¦, se me van a abrir. Y se me abrieron. Las empuj¨¦ con fuerza.
?C¨®mo fue?
Ten¨ªa una amiguita que viv¨ªa en una pensi¨®n, en la plaza; nos junt¨¢bamos para ver salir a alg¨²n actor guapo de segunda o de tercera. Un d¨ªa me dijo una chica del teatro: "?Y t¨² qu¨¦ haces aqu¨ª todos los d¨ªas?". Le dije enseguida: "Yo quiero hacer teatro". Y Lil¨ª Murati, la actriz que tambi¨¦n era empresaria, dijo con su acento h¨²ngaro: "Que venga a las cuatro, para una prueba". ?Tan f¨¢cil?, me pregunt¨¦ yo, y fui corriendo a casa a contarlo. Mi madre dijo: "No s¨¦, no s¨¦", y mi padre dijo toda aquella sarta de improperios. As¨ª que perd¨ª aquella primera oportunidad.
Qu¨¦ terrible.
Terrible. Le dije a mi madre: "La pr¨®xima vez no se lo digo". "S¨ª", me dijo ella, "la pr¨®xima vez no se lo digas a tu padre". Fui a la Escuela de Arte Dram¨¢tico, donde tuve como profesores a Manuel Dicenta y a Mercedes Prendes; era barato estudiar, y adem¨¢s ya yo ten¨ªa mi jornal, que alimentaba apareciendo en cosas de televisi¨®n, como coros o cosas as¨ª. Un d¨ªa me vio V¨ªctor Vadorrey y me pregunt¨®: "?T¨² quieres ser actriz de verdad?". Y me mand¨® a Conchita Montes, que estaba en el teatro de la Comedia haciendo una obra de Jos¨¦ L¨®pez Rubio. Al d¨ªa siguiente me incorpor¨¦ a los ensayos de Esta noche tampoco. Cuando iba a debutar tem¨ª la bronca de mi padre; pero, a pesar de que la hubo, ya no se pudo negar, y adem¨¢s termin¨® firmando la autorizaci¨®n paterna para la gira que deb¨ªa hacer luego. Ah¨ª sent¨ª que hab¨ªa ganado la batalla. Un d¨ªa se puso mala Carmen de la Maza, la actriz, que ten¨ªa un gran papel, y tuve que sustituirla. Me dijo el apuntador: "?Te atreves, chiquilla?". Yo ten¨ªa 15 a?os, y claro que me atrev¨ªa, le dije temblando y cag¨¢ndome de miedo.
?Qu¨¦ le pareci¨® aquel mundo?
Maravilloso. Me lo hab¨ªa inventado y me parec¨ªa m¨¢gico; hab¨ªa conseguido mi gran sue?o. Lo hermoso era haber abierto la puerta.
?Y qu¨¦ fue lo s¨®rdido?
La vida tiene su parte s¨®rdida, todo tiene su lado bueno y su lado malo, c¨®mo no va a tener su lado s¨®rdido el teatro. El teatro tiene algo de sagrado, no en vano empez¨® en las iglesias. Lo m¨¢gico ser¨ªa eso: la escena, la transformaci¨®n, su capacidad para detener el tiempo, la magia de la palabra, calar en el alma de la gente que te escucha. El silencio del camerino, salir a escena. ?sa es la magia. Y lo m¨¢gico era tambi¨¦n para m¨ª el viaje, aquellas giras, las noches fr¨ªas en los trenes, la libertad del teatro; me pod¨ªa mover por toda Espa?a, conocer Bilbao, el mar?
?Y lo s¨®rdido?
Tambi¨¦n se mostraba en el teatro la parte m¨¢s negra del ser humano. Hab¨ªa algunos que cre¨ªan que como est¨¢bamos all¨ª juntos pod¨ªamos hacer lo que a ellos les diera la gana; cre¨ªan que todos ¨¦ramos putas o maricones, con todos mis respetos para las putas y para los maricones. Y hab¨ªa ese fr¨ªo que pod¨ªa ser tan po¨¦tico, pero que a veces se convert¨ªa en tan dram¨¢tico; t¨² arrastrando la maleta hasta una pensi¨®n de mala muerte que nunca deb¨ªa costarte m¨¢s de 200 pesetas.
?C¨®mo fue su descubrimiento entonces de la amistad, del amor, de los sentimientos?
Gracias al teatro tuve la oportunidad de entrar en otros mundos, de conocer a otra gente. Descubr¨ª Barcelona, los peri¨®dicos a medianoche, Gil de Biedma y los poetas, las ramblas. Se hablaba mucho del centralismo de Madrid, pero no dec¨ªan que Madrid era una c¨¢rcel, una cosa s¨®rdida y negra. Y en medio de aquello intent¨¢bamos vivir lo mejor posible; descubr¨ªamos la poes¨ªa, a Sartre, a Camus; era el momento de Par¨ªs, de la bohemia, y aqu¨ª segu¨ªamos bajo una dictadura f¨¦rrea. Comprometidos, pero tambi¨¦n con cuidado de que el compromiso no te cerrara la llave secreta del para¨ªso que era el teatro, el miedo a perder ese mundo.
Ya que ha nombrado a Gil de Biedma, parafraseando uno de sus versos, ?en qu¨¦ momento se dio cuenta de que la vida iba en serio?
Lo descubr¨ª pronto, pero trat¨¦ de olvidarlo enseguida. Lo descubr¨ª en la noche de los Reyes Magos, cuando en el colegio las ni?as comentaban sus regalos de Reyes y yo sab¨ªa que en mi casa el d¨ªa 20 ya no hab¨ªa dinero para aceite; las ni?as dec¨ªan que los Reyes eran los padres, y yo no me lo pod¨ªa creer por eso, porque era imposible que mis padres me compraran nada y siempre hab¨ªa alguna cosa. Yo le dec¨ªa a mi madre: "?Y por qu¨¦ siempre las Mariquita P¨¦rez se quedan en el primer piso?". "Porque a los Reyes se les acaban las Mariquita P¨¦rez". "Pero, ?y por qu¨¦ siempre en el primer piso?". Hasta que mi madre no pudo m¨¢s y me dijo la verdad: son los padres, los Reyes son los padres. Y yo me puse muy contenta porque al fin sal¨ªa de dudas; puede parecer una chorrada, pero eso me calm¨® mucho. Ah¨ª me di cuenta, por la actitud de mi madre, de que la vida iba en serio, no eran sue?os.
?Y c¨®mo descubri¨® el amor?
Lo descubr¨ª muy temprano tambi¨¦n. Yo era muy enamoradiza a los 9 o 10 a?os; me enamoraba de los amigos de mis hermanos, de los primos de mis amigas. Y despu¨¦s me segu¨ª enamorando, con el miedo f¨ªsico a quedarme embarazada, porque entonces no hab¨ªa p¨ªldoras y comprarse una goma era como pedir una bomba de relojer¨ªa, as¨ª que no era f¨¢cil acostarse con un t¨ªo sin miedo al embarazo posible y a sus posteriores y horribles consecuencias. As¨ª y todo, yo tuve que pasar por esos momentos tr¨¢gicos en los que el aborto no estaba permitido en Espa?a, y de repente un embarazo no deseado que tienes a los 20 a?os, a ver c¨®mo lo resuelves. Suerte que entonces estaba la cl¨ªnica en Londres, el dinero que te prestaba una amiga o un amigo, y entre todos te ayudaban a resolver el problema. Y luego viene la movida, pero hasta llegar a la movida hubo momentos muy amargos.
Dicen de usted que fue madrile?a y se convirti¨® en vienesa?
?Eso es genial! ?Tengo tantas ganas de ir a Viena! ?Y c¨®mo es lo de ser vienesa?
Dicen de usted que era rellenita y de pronto se hizo un hada, un ser estilizado y pur¨ªsimo?
S¨ª, creo que es verdad; yo guardo esa cierta pureza siempre, una pureza que me viene de mi madre, esa ni?a que dej¨® de serlo muy pronto, pero que de alg¨²n modo ha guardado ese grado cierto de pureza en el coraz¨®n, y un ego muy marcado en el sentido mejor de la palabra. En cuanto a estilizada, s¨ª, siempre fui delgaducha hasta los 18 a?os, y luego tuve alg¨²n quiebro y me puse un poco gordota y ordinaria. Deb¨ªa de haber un foll¨®n de hormonas, o que hab¨ªa descubierto, en efecto, que la vida iba en serio. Se quebr¨® algo, no s¨¦.
?Qu¨¦ fue?
Algo que ver con el descubrimiento del amor, c¨®mo no. El amor y el dolor van juntos. Y tambi¨¦n un cierto cambio hormonal. Probablemente yo no ten¨ªa las armas necesarias para repeler esa angustia y me dio por comer. Ya hab¨ªa descubierto la amistad, y ya pod¨ªa volver sin problemas a las cinco de la madrugada, y eso no implicaba haber estado follando hasta esa hora, sino que est¨¢bamos leyendo poes¨ªa -borrachos, eso s¨ª-, y eso irritaba a mi padre. Y adem¨¢s descubr¨ª que el teatro no ten¨ªa esa pureza que una pretend¨ªa, que dentro hab¨ªa cosas buenas y malas.
Lo que dec¨ªa Neruda: las cosas que nadie rompe, pero se rompieron? ?C¨®mo se recompuso?
Aceptando, aceptando, ¨¦sa fue la palabra. No considerando que las cosas ten¨ªan una sola forma de ser vistas; hab¨ªa que verlas conforme iban llegando, y volviendo a sentir qui¨¦n era yo. A partir de ah¨ª le empec¨¦ a dar m¨¢s importancia a mi vida privada, que hab¨ªa sido muy loca y muy desconcertante, y empec¨¦ a preocuparme m¨¢s por el equilibrio. Empec¨¦ a hacer televisi¨®n m¨¢s seguido; hac¨ªa Estudio uno, y representaba sin parar a autores como Dostoievski, Ch¨¦jov, Ibsen; me adopt¨® Gonz¨¢lez Vergel como su actriz favorita, y a ¨¦l lo nombraron director del teatro Espa?ol en aquel momento. Fui primera actriz en la tele, me dieron el Premio Fotogramas el a?o 1968, y eso enseguida hizo que fuera famosa.
?C¨®mo le afect¨® eso de la fama?
En aquel momento, ser famosa no era bueno; hab¨ªa que ser conocido o reconocido, pero la fama ten¨ªa su peligro. Llamaban al tel¨¦fono de la vecina, pues yo no ten¨ªa tel¨¦fono, y me daba cuenta de que aquello era un engorro, hablar de lo mismo, de d¨®nde vienes, qui¨¦n eres. Dije que hab¨ªa que tener cuidado con eso, y volv¨ª a tener m¨¢s novios porque ten¨ªa miedo de que aquel mundo me hiciera olvidar que era un ser humano y no una diosa.
?C¨®mo se defendi¨®?
Con el trabajo, con la fantas¨ªa de que la dictadura iba a acabar. Me fui a Londres alg¨²n tiempo; tuve un novio, un abogado laboralista que era un amor, y me un¨ª a las reivindicaciones de mis compa?eros, que reclamaban un d¨ªa de descanso a la semana, como todo el mundo. Me un¨ª a la huelga del teatro, y fue muy emocionante ver que triunfaba.
?C¨®mo viv¨ªa su madre todo esto?
Hab¨ªa cosas de las que no se enteraba; pero aunque no ten¨ªa televisi¨®n, estaba muy contenta de mi ¨¦xito en la pantalla. Y adem¨¢s, uno de los primeros regalos que le hice fue un colch¨®n Flex; estaba harta de verle cada a?o acondicionar su colch¨®n de borra. Ella estaba muy contenta porque yo hac¨ªa lo que quer¨ªa, y eso era parte de su sue?o.
?C¨®mo le sirvi¨® la experiencia de su madre a la hora de ser usted misma madre de su hija [la tambi¨¦n actriz Mar¨ªa Isasi Paredes]?
Mi madre ha sido mi mano derecha. Donde yo no llegaba, llegaba mi madre. Pero todav¨ªa no hab¨ªamos llegado a Antonio Isasi; para llegar a la ni?a hay que pasar por Antonio Isasi, que es su padre. Despu¨¦s de una serie de encuentros y desencuentros amorosos, mi vida se para en Antonio Isasi, a quien conozco en el famoso Bocaccio madrile?o de entonces, cuando yo ten¨ªa 27 o 28 a?os. Cuando le veo se me aparece la imagen de un hombre maduro, s¨®lido. Decido pararme y con ¨¦l pensamos tener un hijo. Mi padre arma una de las suyas, pero yo me niego a casarme. Mar¨ªa naci¨® el a?o justo en que muri¨® Franco; desde la ventana yo escuchaba los gritos de los ultras, era el 29 de septiembre de 1975, y los ultras se resist¨ªan a que Franco los abandonara.
?C¨®mo fue la relaci¨®n con su hija?
Creo que muy buena, con todos los momentos buenos y malos que hay entre una madre y una hija. Hubo momentos de gran tensi¨®n cuando su padre y yo nos separamos; ella ten¨ªa seis a?os, y fue un instante duro para ella porque no lo acept¨® bien y todos tuvimos complejo de culpa. Ella se qued¨® a vivir conmigo; Antonio fue muy bueno y muy claro. Luego Mar¨ªa se fue a Estados Unidos, y al regresar se fue unos a?os con el padre, a Ibiza, y luego volvi¨® otra vez a Madrid, a vivir conmigo; ese tiempo lo pas¨¦ echando mano de mi madre en la medida de lo posible, y echando mano tambi¨¦n de mis propias experiencias y de las de mis amigos, pero seguro que he hecho alguna tonter¨ªa.
?C¨®mo entr¨® usted en el cine?
Empec¨¦ a hacer peque?as cosas, que no me gustaban mucho; entonces se hac¨ªa mucho cine de consumo, y hab¨ªa excepciones, las de Saura y Erice, aunque ten¨ªa muchos amigos en la Escuela de Cine, como Ricardo Franco o Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro, que s¨ª me llamaban para sus pel¨ªculas, porque Erice hac¨ªa muy poco y Saura ten¨ªa a Geraldine. El cine era m¨¢s industrial, hab¨ªa m¨¢s estudios y m¨¢s decoradores; ahora hay mucha gente joven que viene de la televisi¨®n, y poco a poco se ha ido desarrollando m¨¢s un cine de autor.
Y es entonces cuando le aparece Agust¨ªn Villaronga.
Es cuando hacemos Tras el cristal, que es una pel¨ªcula de lujo, una ¨®pera prima extraordinaria y distinta. Es la ¨¦poca de la primera democracia, ya est¨¢ Almod¨®var por ah¨ª, se empieza a fraguar un cambio extraordinario, se produce la movida.
Almod¨®var es su otro milagro.
Almod¨®var es el supermilagro. El milagro Villaronga es hacer una pel¨ªcula independiente, dura, s¨®lida, en un momento que nadie lo esperaba de un director que nadie espera, para gente que no me hab¨ªa visto interpretar en cine un personaje tan fuerte. Y Almod¨®var me aporta un reconocimiento internacional, que mi trabajo se conozca en todo el mundo. Eso me ha aportado tambi¨¦n un mejor conocimiento de m¨ª misma, constatar que no siempre est¨¢ una como le hacen aparecer. Eso es agotador; el ¨¦xito te puede llevar a una neurosis tremenda.
?Y todas esas cosas que le han sucedido le han hecho ser mejor persona?
Yo creo que s¨ª me han hecho mejor persona, pero hay momentos o d¨ªas en que lo dudo. A veces digo: hoy estoy mala, porque ese d¨ªa siento que soy mala; pero en general pienso que soy buena gente. ?Ahora c¨®mo estoy? Hoy estoy af¨®nica. Ha sido un tiempo muy duro: la muerte de mi madre, y antes la muerte de mi hermano, y la del marido de mi hermana. Hubo un momento, cuando volv¨ªamos del Oscar de Todo sobre mi madre, en que perd¨ª pie: llega un momento en que la realidad propia es la realidad y no la otra parte de la realidad; la gente se muere, va enfermando, los amigos desaparecen, y de repente llegas a casa, te tiras en el sof¨¢ y no quieres levantarte en d¨ªas. Se lo dec¨ªa a mi madre, y ella me respond¨ªa: "Es que est¨¢s cansada". ?sa fue mi primera depresi¨®n, y esa depresi¨®n la fui alargando unos meses; a veces me levantaba para ir a trabajar y a veces me sent¨ªa incapaz de dar un paso.
?Qu¨¦ huella dejaron en usted los sucesos de febrero de 2002, aquella entrega de los Premios Goya protagonizados por el "no a la guerra", cuando usted presid¨ªa la Academia de Cine?
Medimos mucho las palabras, con mi compa?ero Joaqu¨ªn Oristrell. Elegimos de com¨²n acuerdo a Animalario para que hiciera el gui¨®n, y de hecho cambiamos algunas cosas del gui¨®n. No pod¨ªamos intuir lo que luego pas¨®, que la gente se fuera sumando a nuestro discurso, y todo aquello tuvo un efecto domin¨®, hasta conseguir que la gente saliera a la calle con un discurso parecido. Estaba un poco nerviosa y algo excitada. Y despu¨¦s dej¨¦ la Academia porque estaba cansada y por la virulencia de un sector ultraconservador contra nosotros. Y me fui porque no pod¨ªa m¨¢s.
?En qu¨¦ instante estamos ahora?
Estamos en un momento de ilusi¨®n madura. Hay tanto que hacer en educaci¨®n, en sanidad, en justicia?
?Y qu¨¦ le da m¨¢s rabia de todo lo que le ha sucedido personalmente?
Qu¨¦ s¨¦ yo? ?Que mis padres no hubieran tenido una ¨¦poca mejor? S¨ª, ahora que lo dices, eso me aturde. Cuando se muri¨® mi madre fue un golpe muy fuerte; me dije: ?por qu¨¦ no la habr¨¦ llevado m¨¢s a Par¨ªs, a Barcelona, a todas partes? Hubiera querido beberme la vida con ella y que viviera conmigo las mejores cosas. Cuando se muere te das cuenta de lo que hiciste por ella, acaso inconscientemente, y todo aquello que no llegaste a hacer por ella; eso te da rabia, y eso ya va contigo.
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