La resurrecci¨®n del Museo Nacional
Dentro de unas semanas se inaugurar¨¢ -?por fin!- el Museo Nacional de Arte de Catalu?a (MNAC). Es una noticia importante: despu¨¦s de m¨¢s de 20 a?os de incertidumbres, deficiencias econ¨®micas, interrogantes y proyectos arquitect¨®nicos sucesivos, habremos recuperado el testimonio m¨¢s importante de nuestra continuada coherencia cultural. Resulta inexplicable que, despu¨¦s de tantos a?os de gobierno con argumentos pol¨ªticos a partir de identidades nacionales, se haya dilatado tanto esa inauguraci¨®n y se haya pospuesto a unas prioridades m¨¢s anecd¨®ticas, incluso en el mismo campo de la cultura. A trav¨¦s de cambios y alteraciones, con una sucesi¨®n de tres directores y unos cuantos presidentes, me parece que la ¨²nica continuidad evidente y extraordinariamente eficaz habr¨¢ sido la de la arquitecta italiana Gae Aulenti, quien, superando dificultades y saltando sobre tantas intermitencias, ha sabido mantener la coherencia expositiva de la colecci¨®n y ha logrado reformar un viejo palacio de escaso valor arquitect¨®nico y anticuada vocaci¨®n funcional en un recept¨¢culo moderno, operativo y eficac¨ªsimo. Quiz¨¢ sin Aulenti toda la complicada operaci¨®n se habr¨ªa perdido en el marasmo de las dudas y la discontinuidad.
Ver reunido en un itinerario continuo todo el arte catal¨¢n desde el rom¨¢nico hasta Julio Gonz¨¢lez o Leandre Crist¨°fol va a ser un espect¨¢culo revelador para varias generaciones, las que no lo han podido disfrutar, desde que las autoridades franquistas nos obligaron al fraccionamiento de museos y colecciones. Cuando Xavier Barral tom¨® posesi¨®n del cargo de director -un cargo que dur¨® poco, dentro del proceso de sustituciones- afirm¨® que ¨ªbamos a tener un museo en la l¨ªnea de las grandes instituciones internacionales, algunos periodistas -y algunos pol¨ªticos de la oposici¨®n- ridiculizaron la afirmaci¨®n comparando peyorativamente el MNAC con museos de mucha m¨¢s envergadura. Es cierto que el nuestro no ser¨¢ un episodio comparable al Prado, al Louvre o a la National Gallery en cuanto a cantidad y visi¨®n universal, pero -Barral ten¨ªa raz¨®n- ser¨¢ de la misma categor¨ªa cient¨ªfica y documental en tem¨¢ticas m¨¢s particulares. Es un museo especializado en el campo cultural de Catalu?a descrito paralelamente a los grandes movimientos europeos y marcando el hecho social del coleccionismo privado como base de su fomento, en una ciudad que no ha podido disfrutar de las ventajas econ¨®micas y funcionales de una capital de Estado con ¨¦lites institucionalizadas y prioridades financieras.
Con esa pr¨®xima inauguraci¨®n se confirmar¨¢n como positivas algunas decisiones que en su momento fueron muy discutidas. La primera es la reafirmaci¨®n de la teor¨ªa montju?quista de la ¨¦poca de Joaquim Folch i Torres y la Junta de Museos en pro de la ocupaci¨®n de la monta?a con grandes piezas muse¨ªsticas. Es una teor¨ªa a la que las fundaciones Mir¨® y La Caixa respondieron con muy pocas dudas, haciendo ya irreversible esa ocupaci¨®n de gran valor estrat¨¦gico. Felicitaciones, pues, a los pol¨ªticos y urbanistas que desde el inicio de la democracia defendieron esa estrategia en contra de los localismos conservadores o falsamente modernizadores.
Otra comprobaci¨®n ser¨¢ la correcta reutilizaci¨®n del Palau Nacional de 1929. Algunas voces clamaron por el derribo del viejo palacio y por la construcci¨®n de un nuevo museo moderno y funcional. Se ha visto durante los largos a?os de obras que lo adecuado era la rehabilitaci¨®n. Por diversas razones, pero sobre todo por el respeto a un conjunto urban¨ªstico que sin el palacio -con todos sus errores estil¨ªsticos- hubiera sido incomprensible y hubiera facilitado errores arquitect¨®nicos m¨¢s graves. Felicitaciones, pues, a los arquitectos y los t¨¦cnicos que han llevado a cabo esta reinterpretaci¨®n de la vieja arquitectura en t¨¦rminos de una estricta modernidad.
La unidad de la colecci¨®n es otro valor que se demostrar¨¢ con la nueva instalaci¨®n. Hubo tambi¨¦n voces partidarias de dividir las colecciones antiguas y las modernas, tal como se hizo durante el franquismo. Ahora volvemos a comprobar la realidad compacta del itinerario cultural, escondido durante tantos a?os. Felicitaciones a los pol¨ªticos que escogieron el buen camino y a los directores que lo apoyaron y lo han realizado, especialmente a Eduard Carbonell y Cristina Mendoza.
Otra discusi¨®n, a mi modo de ver, superada: la necesidad de un gran museo central en oposici¨®n a una simple pol¨ªtica de peque?os museos tem¨¢ticos. Son muy ¨²tiles los museos peque?os dedicados a un artista o a un tema, pero no pueden sustituir la funci¨®n de un gran museo nacional que explique un panorama general y acredite su validez. Con otra ventaja: un gran museo es una oferta flexible que permite ser consumido a la carta. Me gustan los museos grandes y densos y me parece que son instrumentos insustituibles. Felicitaciones a los responsables de la pol¨ªtica cultural, que han resistido los clamores tan poco ilustrados a favor de la disgregaci¨®n y la menudencia.
Finalmente, espero que la apertura de este museo sirva tambi¨¦n para comprobar la calidad y la capacidad de la cr¨ªtica de arte local. La unidad expositiva del museo requiere una lectura orientada y documentada. Todos los factores positivos que se prev¨¦n ser¨¢n in¨²tiles si no tienen el apoyo de una cr¨ªtica solvente que los explique y los convierta en instrumentos de influencia cultural. As¨ª como he felicitado a pol¨ªticos, urbanistas, arquitectos, directores y t¨¦cnicos de museolog¨ªa, espero poder felicitar a los cr¨ªticos si en los pr¨®ximos meses cumplen con su obligaci¨®n.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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