Vila-Matas y Villoro revelan sus resortes creativos
El catal¨¢n Enrique Vila-Matas confes¨® en Guadalajara su condici¨®n de esp¨ªa de conversaciones y movimientos urbanos para nutrir su yacimiento literario, am¨¦n de que suelen ocurrirle cosas raras tambi¨¦n inspiradoras. El mexicano Juan Villoro igualmente respeta las coincidencias de la vida y el albur como palanca. Los dos escritores sostuvieron un animado di¨¢logo mano a mano sobre los resortes creativos ante un nutrido grupo de admiradores.
Vila-Matas ejerci¨® de esp¨ªa y, como tal, busc¨® y proces¨® informaci¨®n donde era abundante. "Me apropio de lo que escucho en la calle". Durante un tiempo debi¨® interrumpir el espionaje porque "se enteraron de que me dedicaba a esto. Incluso mis vecinos. Se me identificaba como 'el loco del abrigo rojo". Vila-Matas sub¨ªa a los autobuses, pegaba la oreja, y algunos di¨¢logos de viajero parec¨ªan salidos de sus cuentos, pero m¨¢s enloquecidos.
"Que conste que tu madre es tu madre, y mi madre es mi madre, y no te lo voy repetir m¨¢s", le dec¨ªa un chaval a otro. No hubo tiempo para m¨¢s porque se fueron. Otro d¨ªa que no espiaba escuch¨® una conversaci¨®n m¨¢s sofisticada. Una se?ora reconoc¨ªa a otra que "del franc¨¦s y del ingl¨¦s me acuerdo, pero del swahili (de origen bant¨²), ya no". Supuso que eran monjas. Enrique Vila-Matas se sinti¨® incapaz de inventar una frase como ¨¦sa. "Muchas veces son frases m¨¢s interesantes que las de los escritores".
Colaborador moribundo
Villoro relat¨® un episodio que por fuerza le marc¨®. Dirig¨ªa el cultural de La Jornada cuando un colaborador de escritura torpe y disparatada le implor¨® venia. Los textos del empecinado eran malos e iban acompa?ados por un soborno de pl¨¢tanos y chocolates de Chiapas. No ten¨ªa ¨¦xito. Finalmente, present¨® radiograf¨ªas de moribundo que fueron definitivas. "Antes de morir quer¨ªa publicar con nosotros". "Tra¨ªa un texto tan malo como los otros, pero me dio como una sensaci¨®n de abismo existencial no publicarlo". Lo hizo despu¨¦s de reescribirlo.
"Empez¨® a convertirse en un colaborador asiduo cuyas colaboraciones en realidad estaba reescribiendo. Se present¨® a un concurso, que gan¨®, y lleg¨® a convertirse en maestro de periodistas", record¨® Villoro. "Pasaba el tiempo y como tampoco soy tan buena persona, pues pensaba en cu¨¢ndo se iba a morir. Yo hab¨ªa cumplido mi parte y confieso que esperaba que ¨¦l cumpliera la suya". El p¨ªcaro confes¨® que la ingesta de chicharr¨®n de cerdo tuvo la culpa de todo, pero ya estaba bien de salud. Aunque ya no se le volvi¨® a publicar un texto, Villoro padeci¨® s¨ªndrome de abstinencia: a?oraba la llegada del farsante. Aquel enredo le sirvi¨® para publicar un cuento que se llama Correcci¨®n.
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