'Todo sobre mi madre'

La mejor reflexi¨®n sobre Todo sobre mi madre fue un comentario espont¨¢neo a la salida del estreno en el festival de Cannes de 1999 y se lo escuch¨¦ a Catherine Deneuve, que dejaba la sala del Palais du Festival activamente emocionada por la pel¨ªcula que acab¨¢bamos de ver: "Tiene raz¨®n Pedro, los hombres no son necesarios". Y durante la cena, rodeada de cin¨¦filos franceses o afrancesados, la gran dama del cine europeo nos confes¨® que Todo sobre mi madre, sin saber muy bien por qu¨¦, le hab¨ªa recordado a aquella Ciudad de las mujeres, de Fellini, que un d¨ªa de finales de los sesenta atraves¨® como gato escaldado el padre (Marcello Mastroianni) de su hija Nadia en direcci¨®n a la gran derrota machista ocurrida a finales del siglo pasado.

Yo creo que Catherine, que por entonces estaba rodando con Lars von Trier (Dancer in the dark), se mostraba celosa de la dedicatoria final de Almod¨®var en Todo sobre mi madre: "A la Bette Davis de Eva al desnudo (en realidad, Todo sobre Eva), a la Romy Schneider de Lo importante es amar y a la Gena Rowlands de Opening night de Cassavetes. La Deneuve, que hab¨ªa sido varias veces la inspiraci¨®n de Bu?uel, tambi¨¦n deseaba la atenci¨®n de Pedro. Porque, ante todo, esta pel¨ªcula numero 13 de Almod¨®var es tambi¨¦n, al mismo tiempo, el mejor homenaje que se le puede hacer a las grandes actrices de la pantalla de tela. Los hombres no son necesarios, s¨ª, pero las mujeres, y no s¨®lo las manchegas de su infancia, han tenido que sobrevivir al machismo actuando, fingiendo, ocultando y buscando la bondad de los desconocidos.

Mujeres solas que por bemoles cotidianos tienen que ser magn¨ªficas actrices para lograr ser due?as de su propia soledad, y actrices como la Huma de la pel¨ªcula, la enorme Marisa Paredes, que fingen compa?¨ªa para mejor representar en los escenarios la idea fundacional de soledad femenina. As¨ª se va dise?ando el proyecto de Todo sobre mi madre, un melodrama sin complejos intelectuales que expulsa al hombre in¨²til, valga la redundancia, de la ciudad de las mujeres almodovarianas y recrea un g¨¦nero cl¨¢sico del cine desde la transgresi¨®n de absolutamente todos los tab¨²es fabricados alrededor del amor, el sexo, la pareja, la maternidad y la familia burguesa. Desde Douglas Sirk, que hace medio siglo invent¨® los colores del melo, no hab¨ªamos visto una reinterpretaci¨®n tan brillante, actualizada y emocionada del g¨¦nero como en Todo sobre mi madre. Se trata de llorar y hacer llorar (a los personajes, a las actrices, al p¨²blico), pero con los vivos materiales del presente y del futuro de la condici¨®n humana. Algunos cr¨ªticos han escrito sobre la posmodernizaci¨®n del melo a prop¨®sito de esta pel¨ªcula, por aquello de aplicarle a Pedro el sambenito pos de la movida madrile?a. Pero aun en el caso de seguir aplicando prefijos reductores, yo creo que aqu¨ª, en esta hora y pico, se trata exclusivamente del prefijo trans: transexualidad, transplantes, transmisi¨®n de sentimientos y virus, transtextualidad. En definitiva, el melodrama transgresor como transmodernidad.

La pel¨ªcula arranca con la muerte accidental del hijo (Eloy Azor¨ªn) de una enfermera de trasplantes de ¨®rganos llamada Manuela (Cecilia Roth) por culpa de un aut¨®grafo no conseguido a la actriz que ambos admiraban, Huma, a la salida de una lluviosa funci¨®n madrile?a de Un tranv¨ªa llamado deseo, de T. Williams. Manuela regresa a Barcelona para buscar al padre (Lola, un travestido interpretado por Toni Mir¨®) y decirle que su hijo ha muerto. En Barcelona, Manuela encontrar¨¢ sentido a su profunda soledad a trav¨¦s de una serie de mujeres que ir¨¢ frecuentando y entre las que pronto se establece una solidaridad espont¨¢nea y se verifica la idea de la bondad desconocida, tan querida a Almod¨®var: Agrado (Antonia San Juan), un transexual que ejerce la prostituci¨®n y es todo sentimiento, risas y silicona; Rosa (Pen¨¦lope Cruz), una monja de familia burguesa (Rosa Mar¨ªa Sard¨¢ y Fernando Fern¨¢n-G¨®mez) que ha quedado embarazada de Lola y contagiada por el sida; Nina, la amante yonqui de Huma (Marisa Paredes), enganchada al tabaco, al teatro y al rol de actriz. Despu¨¦s de su recorrido por la ciudad de las mujeres de Barcelona (a veces expl¨ªcitamente fellinianas, como en la secuencia magn¨ªfica de la prostituci¨®n a campo descubierto), Manuela, que logra vivir momentos de gran intensidad solidaria (el memorable guateque con Agrado, Rosa y Huma, a base de Freixenet, confidencias y cacahuetes), acaba aceptando la maternidad del beb¨¦ contaminado que Rosa, muerta en el parto, tiene con el travestido Lola, el padre letal del hijo que muri¨® por culpa del no aut¨®grafo de Huma y desencaden¨® la aventura. Almod¨®var tensa las cuerdas teatrales del melodrama, que siempre fue un g¨¦nero realista, s¨ª, pero contaminado por el delirio y que busca los artificios extremos, incluso inveros¨ªmiles, de la imaginaci¨®n y sobre todo del propio g¨¦nero cinematogr¨¢fico para ofrecernos a partir de estos materiales radicalmente femeninos y transmodernos, dig¨¢moslo otra vez as¨ª, una emotiva historia contempor¨¢nea que s¨®lo intenta ser un "oc¨¦ano de dolor", como ¨¦l mismo dijo un d¨ªa de 1993 a la salida de una pel¨ªcula de John Cassevetes con Gena Rowlands: "Ayer he visto Opening night y la he recibido como la confidencia de la que yo participo plenamente, una emoci¨®n activa (...) Fue una de las emociones m¨¢s intensas de mi vida y estar¨ªa orgulloso si yo pudiera hacer alg¨²n d¨ªa una pel¨ªcula as¨ª. Tiene todos los elementos que me gustan en el cine: una actriz, una obra teatral, la relaci¨®n con el director, el amante que es un actor y un inconmensurable oc¨¦ano de dolor".

Y lo consigui¨® e incluso lo super¨®. No olvidemos que el arranque de Todo sobre mi madre, con el accidente del hijo de Manuela bajo la lluvia en busca de un aut¨®grafo a la salida del teatro, es una recreaci¨®n expresa, nunca un gui?o, a aquella secuencia primordial de Opening night (Noche de estreno) en la que la joven fan de Myrtle/Huma (Gena Rowlands/Marisa Paredes) tambi¨¦n tiene 17 a?os y esperaba el ma?ana como uno de los mejores d¨ªas de su vida.

Mankiewicz, Cassavetes, Tennesse Williams, Fellini y el delirio de Lo importante es amar. Para que no haya la menor duda de las intenciones melo y transgresoras de Almod¨®var a la hora de levantar este inmenso oc¨¦ano de dolor trans en el que el manchego corrige aquel gran error de la Biblia se?alado por la Deneuve a la salida del estreno de Cannes. Dios no cre¨® primero al hombre, sino a Eva.