Danz¨®n imparable en Veracruz

Delante de la ciudad totonaca de Quiahuixtlan, situada en un cerro, a 150 metros sobre el mar, y salpicada de tumbas mausoleo, pir¨¢mides a peque?a escala, ejemplo de la arquitectura tolteca, se ve una roca, cerca de la costa. Dicen que es el lugar donde Hern¨¢n Cort¨¦s atrac¨® sus embarcaciones cuando lleg¨® a M¨¦xico, y que los espa?oles llamaron El Turr¨®n Cagado a ese pe?¨®n, situado enfrente de la playa donde el capit¨¢n extreme?o fund¨® Villa Rica, el primer emplazamiento espa?ol en tierras mesoamericanas. Los espa?oles llegaron y salieron de M¨¦xico por Veracruz, y si el pe?¨®n de nombre tan dulce como escatol¨®gico marc¨® la llegada de Cort¨¦s, la ciudad que da nombre al Estado, Veracruz, fue el ¨²ltimo reducto del Gobierno del virreinato.

Pero no son s¨®lo razones hist¨®ricas las que ofrece Veracruz. El Estado m¨¢s verde de M¨¦xico es un c¨®ctel de playas, arrecifes submarinos, selvas y arquitectura prehisp¨¢nica dominado por la monta?a m¨¢s alta del pa¨ªs.

Quiahuixtlan -"el lugar de la lluvia"- se encuentra en el centro de un eje que empieza al norte en el sitio de El Taj¨ªn (municipio de Papantla), el m¨¢s sobresaliente centro prehisp¨¢nico del Estado, con 168 edificios, 17 juegos de pelota, y la famosa pir¨¢mide de los nichos (365 oquedades que hablan de su relaci¨®n con el a?o solar y las mediciones astron¨®micas), cuya primera parte pasa por la Costa Esmeralda, contin¨²a por Zempoala (75.000 metros cuadrados de ciudad totonaca amurallada) y llega a La Antigua, el lugar donde se dice que estuvo la casa de Cort¨¦s, hoy pr¨¢cticamente derruida, y donde se ve el edificio del primer cabildo o Ayuntamiento de Am¨¦rica.

Mil y un soportales

Hacia el sur, Veracruz, Tlacotalp¨¢n, la ciudad de los mil y un soportales, patrimonio de la humanidad y cuna de Agust¨ªn Lara, y la regi¨®n de los Tuxtlas, con Catemaco y su laguna, de gran belleza al amanecer, con los pescadores echando las redes, mientras miles de garzas se posan en sus islas y decenas de changos (monos) miran al turista como si el mono fuera ¨¦l. Catemaco, que tiene a una veintena de kil¨®metros una reserva de la biosfera, es m¨¢s impresionante por sus riquezas naturales que por la profundidad de las predicciones de los famosos brujos del lugar, instalados en locales con una publicidad y detalle de sus servicios como si de supermercados se tratara.

En Catemaco se encuentra la reserva ecol¨®gica de Nanciyaga, con cierto toque de parque tem¨¢tico, de donde puede uno salir apa?ado de cuerpo y alma, merced a su restaurante; las mascarillas de barro para la piel, el temazcal, o sauna de los olmecas, que usaban el barro hasta como pasta de dientes, y un servicio de limpia del aura a cargo de un cham¨¢n, que, mediante pases de humeantes inciensos y toques varios por el cuerpo, deja al visitante nuevo de males de ojo y dem¨¢s intenciones aviesas de cualquier otro ser humano hacia ¨¦l.

Para que los brujos de Catemaco no piensen que est¨¢n solos (o que todo el m¨¦rito es suyo), la influencia hisp¨¢nica les ilumina con unas apariciones nocturnas de la Virgen del Carmen a orillas del lago.

Las cabezas olmecas

Dos ciudades imprescindibles en un viaje a Veracruz: la capital del Estado, Xalapa, animada por los estudiantes, y cuyo museo arqueol¨®gico y sus colosales cabezas olmecas justifica por s¨ª solo cruzar el Atl¨¢ntico. Y Veracruz.

A medida que cae la tarde, Veracruz, que vive en torno al puerto, empieza a parir habitantes: familias, ni?os, vendedores ambulantes. Es como si, hasta las ocho, pudiera decirse que el g¨¦nero humano est¨¢ dentro, por el calor. El z¨®calo o plaza de Armas se puebla de orquestas y parejas de todas las edades bailando danz¨®n con seriedad ritual, en medio de las terrazas de los portales y de ni?os comiendo entre los m¨²sicos y zascandileando entre los meseros de los caf¨¦s.

Marimbas, guitarras, orquestinas, se buscan la vida tocando unos encima de otros. Vendedores de globos, cacahuetes, garbanzos y otras botanitas de aperitivos; leedoras de mano, turistas, vendedores ambulantes que ofrecen collares de coral -"Se?orita, para la suegra"- y R¨®lex falsos. Un hombre que pasa con una libreta, a modo de carn¨¦ de baile, preguntando, para luego tocar a la carta: "?Cielito lindo? ?Guantanamera?". Y decenas de limpiabotas, profesi¨®n muy extendida en todas las plazas de las localidades veracruzanas.

Esta ciudad es el lugar, quiz¨¢, donde m¨¢s se percibe el cruce entre la historia y la vida.

El Estado de Veracruz tiene muchas otras cosas: cascadas, como las de Texolo, Naolinco o Eyipantla; cementerios con tumbas como casitas de colores, como el del Raudal, en la Costa Esmeralda. O lugares como Xico, un pueblo lleno de encanto, cerca de Xalapa, donde una vez al a?o sueltan los toros por las calles y lo llaman pamplonada.