Venga m¨¢s papel de fumar
Un joven escritor bilba¨ªno me hace llegar un breve cuento destinado a un proyecto colectivo, digamos literario-musical, sobre el equipo de f¨²tbol de su cuidad, el Athletic de Bilbao, que, como es sabido, debe de ser el ¨²nico del mundo en el que no s¨®lo no hay extranjeros ni los ha habido nunca, sino ni siquiera espa?oles de otras zonas que el Pa¨ªs Vasco y Navarra. Y aunque en los ¨²ltimos tiempos haya habido mucho aficionado interesado en darle a esta tradici¨®n un tinte nacionalista y racial, cuando no racista, siempre hay que agradecerle al Athletic que se mantenga fiel a lo que fueron los inicios de este deporte: los habitantes de un lugar contra los de otro, sin pr¨¦stamos ni refuerzos importados, de tal manera que la identificaci¨®n de los espectadores con sus jugadores tuviera verdadero sentido, y la sentimentalidad raz¨®n de ser, en las victorias como en las derrotas.
El motivo del env¨ªo era el siguiente: los responsables del proyecto hab¨ªan decidido suprimir el cuento a ¨²ltima hora porque, seg¨²n ellos, pod¨ªa molestar u ofender a los homosexuales y a los hinchas del Real Madrid. Y, en mi calidad de conocido representante de estos ¨²ltimos, el joven escritor solicitaba mi opini¨®n al respecto, para quedarse m¨¢s tranquilo si yo no me sent¨ªa agraviado, y poder pensar que sus "censores" se hab¨ªan excedido en su celo, nada m¨¢s. Y, en efecto, supongo que lo habr¨¦ tranquilizado. Y aunque por los homosexuales no pueda hablar, muy tonto tendr¨ªa que ser, creo yo, el gay que se molestara por el ¨²nico detalle relativo a esa condici¨®n, a saber: cuando el hijo adolescente del protagonista (ac¨¦rrimo seguidor del Athletic) aparece un d¨ªa con la carpeta forrada de fotos de Beckham, lo primero que al padre se le ocurre es preguntarle si es homosexual. Algo perfectamente veros¨ªmil, dado que, desde su llegada al Madrid, este futbolista no ha deslumbrado por su juego lo suficiente para ser el ¨ªdolo de nadie, mientras que su indudable apostura lo ha convertido, al igual que en su pa¨ªs de origen, en un individuo admirado y deseado por la mayor¨ªa de quienes gustan er¨®ticamente de los varones, sean aqu¨¦llos mujeres u otros varones. Y al responder el hijo que no, el padre concluye lo que acaso le parezca una diferencia m¨¢s insalvable entre los dos, esto es, que el muchacho le est¨¢ saliendo del Real Madrid, algo tremendo en una familia athl¨¦tica de varias generaciones.
La mayor pega del cuento, seg¨²n le dije a su autor, es que ese padre es m¨¢s bien simple y carece de todo humor, y ni se le ocurre pensar en lo mucho que podr¨ªan divertirse ¨¦l y su hijo, pic¨¢ndose mutuamente. Pero esta no es la cuesti¨®n, sino la de encontrarse, una vez m¨¢s, ante esas actitudes tan voluntaristamente "respetuosas" con todo el mundo que acaban por ser paralizadoras y timoratas. Si es desaconsejable publicar este cuento por las razones aducidas, entonces m¨¢s vale que nos vayamos olvidando todos de publicar nada y se suprima la ficci¨®n, porque, tal y como est¨¢ el mundo de memo y de policial, raro ser¨¢ el texto que no "ofenda" a alguien, o ante el que alg¨²n paranoico no se d¨¦ por aludido. Es conocido que, desde hace unos a?os, los villanos de las pel¨ªculas conven¨ªa que fueran siempre hombres blancos y heterosexuales, porque si eran asi¨¢ticos, protestaba la comunidad asi¨¢tica, y lo mismo si eran negros, o ¨¢rabes, o mujeres, o lesbianas (como ocurri¨® con Instinto b¨¢sico), o gordos, o zurdos. Hasta el punto de que los villanos han sido, con m¨¢s frecuencia de la normal, seres amorfos tipo Alien, o extraterrestres imaginativos, o virus, o plagas de insectos, o fabulosos Godzillas, para que as¨ª no se ofendiera nadie.
Lo m¨¢s preocupante es que, encima, se trataba de ficciones, cuyo territorio es, o deber¨ªa ser, no s¨®lo el de la m¨¢xima libertad, sino el de la m¨¢xima verdad. Pase que a quien escribe art¨ªculos o ensayos se lo pueda acusar de esto o lo otro seg¨²n los t¨¦rminos que emplee y las ideas que exponga. Pero a un novelista, a un cuentista, a un cineasta, jam¨¢s deber¨ªan ped¨ªrseles cuentas de lo que hagan o digan sus personajes, ni de lo que decidan mostrar ellos en sus libros o pel¨ªculas. Se les estar¨ªa pidiendo, de hecho, que renunciasen a algo imprescindible en su tarea, la verosimilitud. Y que depusieran su libertad. Por mucho que les fastidie a tantos como se la cogen hoy con papel de fumar, el mundo no es piadoso ni arm¨®nico ni remilgado: est¨¢ y estar¨¢ siempre lleno de brutos, asesinos, ofensores, racistas, desalmados y malas bestias; y en ¨¦l hay y habr¨¢ asi¨¢ticos malos como los hay y habr¨¢ buenos, y negros, y homosexuales, y mujeres, y hasta zurdos crueles como los habr¨¢ muy ben¨¦volos. Ya ser¨ªa hora de que, en vez de instarnos a todos a comprar m¨¢s papel de fumar cada vez que decimos u opinamos o inventamos algo, los "delicados" se endurecieran un poquito la piel tan fina que se han colocado. S¨®lo fuera, adem¨¢s, por la cuenta que les trae en la desconsiderada vida real, ya que no por recuperar el sentido de la proporci¨®n que parece haber desertado de nuestras pusil¨¢nimes sociedades.
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