Bush confirma a Rumsfeld como secretario de Defensa

Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, seguir¨¢ en su puesto, tal y como ¨¦l mismo dej¨® entender pocos d¨ªas despu¨¦s de las elecciones, cuando, tras hablar con el presidente, anticip¨® la tranquilidad con la que contemplaba el futuro al calificar de incompletos tanto su proyecto de "preparar las Fuerzas Armadas del siglo XXI" como el de librar "la guerra contra el terrorismo en Afganist¨¢n y en Irak". La presi¨®n para que dimitiera por los errores que se le pueden atribuir, desde las torturas en Abu Ghraib y otras c¨¢rceles en Irak, Afganist¨¢n y Guant¨¢namo hasta la decisi¨®n de organizar un tipo de despliegue en Irak incapaz de mantener el orden, evitar los saqueos e impedir la insurgencia, no ha sido suficiente. Y con ¨¦l ha funcionado un argumento que fue importante para la victoria electoral de Bush: en medio de una guerra no se cambia de caballo.

Por esa raz¨®n, y a pesar de que las responsabilidades de Rumsfeld en casi todo lo que ha salido mal en Irak son evidentes, la Casa Blanca -que nunca ha reconocido p¨²blicamente esos errores y sacrificar al jefe del Pent¨¢gono se hubiera entendido como tal- prefiere no cambiarle a dos meses de unas dif¨ªciles elecciones en Irak.

Su continuidad contrasta con la salida del secretario de Estado, Colin Powell, con el que ha estado en permanente tensi¨®n. Eso no se repetir¨¢ con Condoleezza Rice en el Departamento de Estado, porque la relaci¨®n de la consejera de Seguridad con Bush es mucho m¨¢s estrecha que la de cualquier otro miembro del Gabinete. Rumsfeld, que podr¨ªa no cumplir entero este mandato -es, a sus 72 a?os, el secretario de Defensa con mayor edad de la historia-, ha resistido las presiones de dimisi¨®n con la esperanza de que la situaci¨®n en Irak mejore tras las elecciones y pueda organizar el principio de la salida de las tropas e intentar lograr un juicio m¨¢s ben¨¦volo por parte de los historiadores que el que ahora merece.