Hacia un sistema de I+D+i m¨¢s din¨¢mico y eficaz
Creo necesario empezar diciendo que estoy convencido de que el sistema ciencia-tecnolog¨ªa espa?ol necesita un gran esfuerzo inversor y, aunque en los Presupuestos Generales del Estado para 2005 el incremento de la parte p¨²blica haya sido notablemente inferior a las expectativas, se trata de una promesa electoral cuyo cumplimiento es prioritario. Los presupuestos definitivos han mejorado la cifra, aunque sin llegar a lo inicialmente esperado, pero quiero recordar que nuestro compromiso se extiende a toda la legislatura.
Sin embargo, y sin por eso minimizar su importancia, conviene recordar que la necesidad de m¨¢s recursos p¨²blicos est¨¢ lejos de ser el ¨²nico problema del sistema ciencia-tecnolog¨ªa-empresa espa?ol. Hay otros asuntos, tanto o m¨¢s importantes, sobre los cuales tambi¨¦n urge actuar. En especial, su grave e hist¨®rica dificultad para integrar a las empresas en la I+D+i y, como consecuencia, sus serias deficiencias para convertir los resultados cient¨ªficos en beneficios econ¨®micos y sociales. Hasta ahora, todos los intentos de resolver este problema han fracasado. Algo grave, pues eso significa que la sociedad obtiene escasos beneficios de la actividad cient¨ªfica y de los recursos dedicados a ella, que se convierten m¨¢s en un gasto que en una inversi¨®n, cuando deb¨ªa ser al contrario.
Por eso, creemos que se debe abrir un gran debate social sobre el funcionamiento del sistema ciencia-tecnolog¨ªa-empresa. Un debate que permita analizarlo en profundidad y discutir soluciones con el mayor grado de participaci¨®n y consenso posibles. Dicho debate debiera culminar en un Pacto de Estado, que defina un marco, estable y sostenible, pero no s¨®lo para la investigaci¨®n cient¨ªfica, sino para todo el sistema; porque la ciencia no puede tratarse como algo desligado del quehacer econ¨®mico, sino como una parte de un mecanismo mucho m¨¢s amplio (el sistema ciencia-tecnolog¨ªa-empresa), cuyo fin es el progreso econ¨®mico y social, la competitividad de nuestras empresas y la calidad de vida de los espa?oles.
De 1964 a 2002, casi 40 a?os -y calculado en moneda constante-, Espa?a aument¨® m¨¢s de 33 veces su inversi¨®n en I+D (10 millones de euros en 1964 y 7.193 millones en 2002). Grosso modo y en moneda corriente, en la etapa democr¨¢tica, los gobiernos de UCD hicieron crecer la inversi¨®n 3,8 veces, los del PSOE 6,7 veces y los del PP m¨¢s de dos veces (falta computarles dos a?os). En relaci¨®n al PIB, en 1981 el I+D representaba un 0,43% y en 2002 es un 1,03%. Un esfuerzo econ¨®mico cuyos efectos sobre la producci¨®n cient¨ªfica han sido indiscutibles, puesto que Espa?a ha pasado de casi no tener ciencia a ocupar un lugar aceptable en el contexto internacional.
Pero hay cosas importantes que no han funcionado. Al iniciarse la democracia, el esfuerzo p¨²blico (Administraci¨®n m¨¢s universidades) aportaba un 42% de los recursos y las empresas un 58%. En 2002, un cuarto de siglo despu¨¦s, las cifras respectivas (redondeadas) eran 45% y 55%; es decir, no se ha avanzado nada en la participaci¨®n de las empresas en el sistema. Peores a¨²n son los datos referentes a patentes y dependencia tecnol¨®gica: en 1980 la tasa de dependencia era de 4,80; algo m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s, en 2003, dicha tasa hab¨ªa aumentado m¨¢s de ocho veces y alcanzaba 40,14 (la tasa de dependencia es la demanda de patentes por no residentes dividida por la de residentes).
En resumen: se ha logrado un notable progreso en la producci¨®n cient¨ªfica, pero no se ha conseguido aumentar la participaci¨®n de las empresas en el sistema, y se ha fracasado estrepitosamente en evitar que la dependencia tecnol¨®gica siga creciendo.
As¨ª pues, algo no funciona. La pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica espa?ola se fundamenta desde 1986 en la Ley de Fomento y Coordinaci¨®n General de la Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica (Ley de la Ciencia) y el Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y Desarrollo Tecnol¨®gico, de 1988, ambos creados por gobiernos del PSOE. Ese modelo se desarroll¨® durante casi 20 a?os y su m¨¢xima expresi¨®n se alcanz¨® con la creaci¨®n del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa, por el PP, en 2000. El fracaso de dicho ministerio, pese a todas las esperanzas y buenas intenciones puestas en ¨¦l, evidencia -a mi juicio- el agotamiento de un modelo y la necesidad de reformarlo. Eso es lo que pretendemos hacer: replantear la pol¨ªtica cient¨ªfica espa?ola para resolver las deficiencias estructurales del sistema ciencia-tecnolog¨ªa-empresa. Para ello, al menos hay que abordar en profundidad los siguientes asuntos:
- Convertir la pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica en una pol¨ªtica de Estado estable, sostenible y consensuada al m¨¢s alto nivel, mediante un Pacto de Estado.
- Incrementar notablemente el aporte de recursos al sistema.
- Potenciar los mecanismos de transferencia de los resultados de la investigaci¨®n y crear otros, nuevos, que fomenten la asociaci¨®n en proyectos comunes de la parte investigadora y empresarial, como las spin-off y los semilleros de empresas.
- Establecer un mecanismo estatal estable y eficaz de prospecci¨®n, evaluaci¨®n y financiaci¨®n de toda la investigaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica, mediante la creaci¨®n de una agencia.
- Definir una carrera investigadora digna y segura, pero exigente en eficacia y competitividad.
- Revisar y perfeccionar los programas de movilidad del personal cient¨ªfico.
- Desburocratizar y abrir m¨¢s el sistema, creando una cultura de gran rigor cient¨ªfico, pero menos academicista y m¨¢s abierta a la sociedad y las empresas.
- Apostar decididamente por la comunicaci¨®n y divulgaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica, para acercar la ciencia y la tecnolog¨ªa a la sociedad.
- Replantear las posibles funciones, utilidad y cometidos de los principales elementos del sistema, como OPI, universidades, centros tecnol¨®gicos, parques cient¨ªficos, etc¨¦tera.
- Propiciar activamente un mejor equilibrio territorial del I+D, impulsando la creaci¨®n de nuevas infraestructuras cient¨ªficas y tecnol¨®gicas en las zonas desfavorecidas.
- Establecer mecanismos eficaces de informaci¨®n y coordinaci¨®n entre las distintas administraciones.
- Redise?ar e incrementar la participaci¨®n espa?ola en programas y proyectos internacionales.
Realizar todo esto no es asunto f¨¢cil, pero d¨¦cadas de experiencia demuestran que, si no se acomete la tarea, parte importante del dinero p¨²blico dedicado al sistema ciencia-tecnolog¨ªa-empresa ser¨¢ un mero gasto, cuando nuestra obligaci¨®n es que sea una inversi¨®n estret¨¦gica.
Salvador Ord¨®?ez es secretario de Estado de Universidades e Investigaci¨®n.
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