La pol¨ªtica fiscal y los desequilibrios de la econom¨ªa espa?ola
El autor analiza los problemas de competitividad de la econom¨ªa espa?ola y el elevado endeudamiento de las familias.
Los desequilibrios m¨¢s preocupantes de la econom¨ªa espa?ola son la elevada deuda de las familias contra¨ªda a tipos de inter¨¦s muy bajos e indiciados de una forma u otra al tipo de intervenci¨®n del Banco Central Europeo (BCE) y la p¨¦rdida acumulada de competitividad exterior resultante de registrar ritmos de inflaci¨®n anuales sistem¨¢ticamente superiores a los de nuestros socios comerciales desde 1998. Es evidente que si estos desequilibrios siguen ensanch¨¢ndose ininterrumpidamente, antes o despu¨¦s terminar¨¢n poniendo en peligro la expansi¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Ambos desequilibrios tienen su esencial ra¨ªz com¨²n en un crecimiento excesivo del gasto interior en t¨¦rminos nominales, impulsado por la para nosotros muy expansiva pol¨ªtica monetaria del BCE y por pol¨ªticas fiscales insuficientemente restrictivas e incluso abiertamente proc¨ªclicas en algunos ejercicios a lo largo de estos ¨²ltimos a?os. Por lo tanto, la pol¨ªtica presupuestaria debe juzgarse sobre todo por su incidencia en estos desequilibrios.
Habr¨ªa sido deseable aprovechar el margen de maniobra que ofrecen los presupuestos
En cuanto al primero de los desequilibrios citados, no les faltar¨¢ raz¨®n a quienes piensen que a estas alturas lo ¨²nico que cabe hacer es encomendarse a la Providencia para que la coyuntura europea evolucione de manera que el BCE retrase todo lo posible la subida de tipos de inter¨¦s y que cuando llegue ese momento dicha subida sea leve. Afortunadamente para nosotros, todo indica que la apreciaci¨®n del euro y la reciente debilitaci¨®n de las principales econom¨ªas europeas llevar¨¢ a posponer el endurecimiento de la pol¨ªtica monetaria quiz¨¢ incluso hasta las postrimer¨ªas del primer semestre del pr¨®ximo a?o. Dado este contexto monetario, a mi juicio cabe realizar una cr¨ªtica constructiva a los presupuestos para el 2005 se?alando algunos pecados de comisi¨®n y omisi¨®n. Vaya por delante que si el Gobierno cierra el a?o pr¨®ximo cumpliendo sus previsiones de ingresos y gastos p¨²blicos, en lo que concierne a su impacto sobre el endeudamiento de las familias y el diferencial de inflaci¨®n, estos presupuestos no ser¨¢n ni peores ni mejores que los de estos ¨²ltimos a?os.
Ante todo, se debe decir que dado el tono actual y previsible de la pol¨ªtica monetaria, un crecimiento del gasto p¨²blico no financiero del 6,5% manteniendo b¨¢sicamente inalterada la suma de imposici¨®n directa e indirecta no es la mejor receta para una econom¨ªa que cerrar¨¢ el a?o en curso con un crecimiento r¨¦cord del endeudamiento de las familias y con un diferencial de inflaci¨®n respecto a la media de la eurozona superior a un entero porcentual. Para calibrar el impacto agregado de la pol¨ªtica fiscal se ha de tener en cuenta, adem¨¢s, que el crecimiento del gasto p¨²blico auton¨®mico ser¨¢ casi el doble que el del Estado central. Como viene ocurriendo desde hace alg¨²n tiempo, a¨²n en el supuesto de que se cumplieran las previsiones presupuestarias -y personalmente estoy convencido que la cifra de crecimiento econ¨®mico del a?o pr¨®ximo ser¨¢ superior a la de este a?o- esta combinaci¨®n de pol¨ªtica monetaria y pol¨ªtica fiscal equilibrar¨¢ las cuentas p¨²blicas a costa de una elevada inflaci¨®n y la consiguiente p¨¦rdida adicional de competitividad exterior.
Ciertamente la pol¨ªtica fiscal no se controla ¨²nicamente mediante los presupuestos; es necesario adem¨¢s el concurso de reformas en diversos ¨¢mbitos que puedan reorientar el crecimiento del gasto p¨²blico en pensiones, sanidad, desempleo, etc¨¦tera. Pero habida cuenta de que estas reformas a¨²n no se han adoptado, habr¨ªa sido deseable aprovechar todo lo posible el margen de maniobra que ofrecen los presupuestos para enviar a los agentes privados las se?ales adecuadas y reducir el car¨¢cter proc¨ªclico de la pol¨ªtica fiscal. Contra esta opini¨®n se puede aducir que no existe margen presupuestario sin hacer reformas, que el crecimiento del gasto p¨²blico presupuestado es el m¨ªnimo posible consistente con los compromisos inviolables adquiridos previamente. Sin embargo, algunos aumentos de gasto eran claramente evitables, por ejemplo, los destinados a la remuneraci¨®n de funcionarios, pensiones m¨ªnimas, ayuda al desarrollo, gastos de educaci¨®n, ayudas a la vivienda, I+D e incluso algunos gastos en infraestructuras de dudosa eficacia o financiables por el sector privado. En el caso de algunos de estos gastos habr¨ªa sido preferible profundizar en las ra¨ªces de su escasa productividad antes de aumentarlos, en otros se deber¨ªa haber discutido su cuant¨ªa en relaci¨®n con otras medidas de eficiencia y ahorro presupuestario. Por ejemplo, el aumento de las becas deber¨ªa correr parejo con un aumento de las matr¨ªculas universitarias, acerc¨¢ndolas al coste de producci¨®n correspondiente. El aumento de las pensiones m¨ªnimas se deber¨ªa decidir en el contexto del Pacto de Toledo, asegurando que los incentivos que despliegan no acent¨²en la insostenibilidad a largo plazo de nuestro sistema de pensiones. Por otra parte, un aumento del 3,5% de las remuneraciones de los funcionarios no parece la medida m¨¢s adecuada en un a?o ya de por s¨ª complicado para las negociaciones salariales debido a la subida del salario m¨ªnimo y al tir¨®n inflacionista del aumento de los precios del petr¨®leo.
En cuanto a los pecados de omisi¨®n, una medida eficaz para reducir los desequilibrios citados mientras el Gobierno ultima los detalles de su reforma fiscal habr¨ªa sido limitar la desgravaci¨®n fiscal a la adquisici¨®n de viviendas a las hipotecas a tipo fijo. Habr¨ªa sido tambi¨¦n eficaz e igualmente en l¨ªnea con el programa del PSOE la reducci¨®n de los tipos del impuesto de patrimonio, actuando a trav¨¦s del l¨ªmite conjunto a la tributaci¨®n por renta y patrimonio. Adem¨¢s de su car¨¢cter confiscatorio y de otras distorsiones que genera, este impuesto induce un sesgo en la composici¨®n de las carteras hacia la inversi¨®n en viviendas cuyo valor declarable es inferior al de mercado, a diferencia de lo que ocurre en el caso de los activos financieros cotizados. Aparte del diferente grado de control tributario sobre las transacciones inmobiliarias y las que se registran en los mercados financieros, se ha de tener en cuenta que un impuesto sobre el patrimonio es equivalente a un impuesto notablemente progresivo sobre las ganancias de capital; un impuesto adem¨¢s que se recauda con independencia de que dichas ganancias se realicen o no, lo que supone un incentivo notable para las inversiones en vivienda cuyo valor tributable se revisa con mucha menos frecuencia que el valor de los activos cotizados en los mercados oficiales. Por otra parte, para ir reduciendo el crecimiento de la deuda en relaci¨®n con el crecimiento de la renta disponible de las familias, una verdadera potenciaci¨®n del mercado de alquileres a trav¨¦s de medidas similares a la ley Boyer habr¨ªa sido mucho mejor y m¨¢s barato que cargar el presupuesto con costosas subvenciones de dif¨ªcil instrumentaci¨®n y de dudosa eficacia.
En fin, concluyo con dos deseos, dos oraciones de petici¨®n, si se me permite la expresi¨®n. El primero, que a diferencia de lo ocurrido en el pasado, los presupuestos no se hagan m¨¢s expansivos a medida que avanza la legislatura. El segundo, que las reformas venideras consigan evitar que el agravamiento de nuestros desequilibrios termine interrumpiendo el proceso de convergencia hacia la renta per c¨¢pita de los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa.
Jos¨¦ Luis Feito es economista y presidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa de CEOE.
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