El dardo en la ense?anza
Por decir, cualquier zangolotino puede decir cuando le plazca que Burundi va bien o que Espa?a es el para¨ªso. Lo que ocurre es que estas afirmaciones tan felices hay que demostrarlas o, al menos, someterlas a la prueba del algod¨®n. Y el algod¨®n m¨¢s eficaz para estos casos es el de realizar un sucinto chequeo a la ense?anza del pa¨ªs en cuesti¨®n. Basta con elaborar un buen informe sobre el nivel de conocimientos de los alumnos de primaria y secundaria para hacernos una idea de la situaci¨®n cultural de todo un pueblo, de su posici¨®n econ¨®mica o de la aptitud o inaptitud de sus gobernantes.
Por supuesto que no tengo la f¨®rmula de la felicidad, ni tampoco la clave que resuelva el conflicto educativo (en ese caso no escribir¨ªa columnas, sino planes de reforma en un despachito ministerial), pero me gusta imaginar un pa¨ªs en el que la educaci¨®n sea plenamente gratuita (alimentaci¨®n y transporte incluidos), independiente e igualitaria. Un pa¨ªs donde los educadores cuenten con una s¨®lida formaci¨®n acad¨¦mica y amplias facilidades para actualizar sus conocimientos y sus necesidades profesionales. Un pa¨ªs donde la escuela, el instituto, participe vivamente en el medio social del que forma parte. Un pa¨ªs que revise y solucione diariamente sus defectos, que realice un seguimiento exhaustivo de su estructura educativa, que aplique soluciones sobre los alumnos m¨¢s d¨¦biles o conflictivos, que preserve la calidad y la integraci¨®n, que proporcione medios, material, espacios e infraestructura para que la ense?anza no tenga m¨¢s obst¨¢culos que un d¨ªa de tormenta. Un pa¨ªs, en fin, cuyas leyes, cuyas reformas educativas, se asienten con firmeza sobre la realidad, tengan verdad y futuro (estamos hartos de castillos en el aire) y ese punto de utop¨ªa que nos hace mirar hacia delante y levantarnos cada ma?ana algo ilusionados. S¨®lo as¨ª, fomentando desde la educaci¨®n elemental el gusto por la lectura, por la comprensi¨®n oral y escrita, garantizando la estabilidad laboral y econ¨®mica de los profesores, creyendo en ello, podremos decir alg¨²n d¨ªa que Espa?a va de puta madre.
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