Europa sufre los desequilibrios ajenos
El autor considera clave que EE UU eleve su tasa de ahorro y que el d¨®lar se deprecie respecto de las principales divisas asi¨¢ticas.
Aunque la econom¨ªa norteamericana d¨¦ muestras de cierta vitalidad, las bases actuales de su crecimiento son fr¨¢giles. Su crecimiento se sustenta sobre una pol¨ªtica monetaria cuyo signo expansivo se empieza a corregir en junio de 2004, as¨ª como sobre una pol¨ªtica fiscal y presupuestaria inviables a largo plazo. El d¨¦ficit p¨²blico supera el 4,5% del PIB y el d¨¦ficit exterior ronda el 6% del PIB. La recuperaci¨®n econ¨®mica se nutre de un consumo alimentado por una elevada deuda personal, habiendo ca¨ªdo la tasa de ahorro de las familias por debajo del 0,4% de la renta nacional disponible. En cuanto a la creaci¨®n del empleo, sigue siendo d¨¦bil, irregular e imposibilita mantener el consumo en sus niveles actuales sin el est¨ªmulo de unos nuevos recortes fiscales, que ahondar¨ªan en el deterioro de las finanzas p¨²blicas y en el de la cuenta externa. Es m¨¢s, enfrascadas las autoridades norteamericanas en su aventura b¨¦lica y presas de su estrategia contraproducente de guerra preventiva, los gastos habr¨ªan de elevarse, y parece dudoso que la Administraci¨®n pueda acometer nuevos recortes fiscales, una vez perennice Bush los recortes llevados a cabo entre 2001 y 2003. As¨ª pues, de no darse un crecimiento sostenido y prolongado en el tiempo, el d¨¦ficit p¨²blico habr¨ªa de padecer un deterioro. Pero si el crecimiento es m¨¢s agudo, la probabilidad de un mayor deterioro del saldo corriente de la balanza de pagos se eleva, as¨ª como se eleva la probabilidad de una ca¨ªda desordenada del d¨®lar, ca¨ªda que aparece, por otra parte, como una de las soluciones al problema del desequilibrio externo norteamericano.
El desajuste de EE UU radica en que compra m¨¢s de lo que vende y gasta m¨¢s de lo que recauda
Tras los acontecimientos de septiembre de 2001 se empiezan a atisbar los primeros signos de depreciaci¨®n del d¨®lar respecto al yen y al euro. Los inversores extranjeros ya no se muestran tan dispuestos a financiar el d¨¦ficit corriente norteamericano a cualquier precio. La reuni¨®n de Dubai del G-7 en septiembre de 2003 confirm¨® que Estados Unidos apostaba por un d¨®lar m¨¢s d¨¦bil para "reducir los desajustes de la econom¨ªa". Desde los m¨ªnimos de octubre de 2000 (0,82 d¨®lares por euro) y los m¨¢ximos, por ahora, de diciembre de 2004 (1,34 d¨®lares por euro), el d¨®lar se ha depreciado un 60% y no parece que se vaya a producir un cambio de tendencia significativo con la Administraci¨®n de Bush II. ?sta se encuentra c¨®moda con un d¨®lar d¨¦bil, que ayuda a que la econom¨ªa norteamericana financie mejor su d¨¦ficit exterior y transforme en sostenible un d¨¦ficit que no lo es.
La debilidad del d¨®lar supone un abaratamiento de los activos norteamericanos y facilita drenar hacia Estados Unidos los 1.600 millones de d¨®lares diarios que necesita para cubrir la financiaci¨®n del d¨¦ficit corriente. B¨¢sicamente, el desequilibrio norteamericano radica en que la econom¨ªa norteamericana compra m¨¢s de lo que vende y gasta m¨¢s de lo que recauda, siendo el comportamiento expansivo de la pol¨ªtica presupuestaria uno de los factores explicativos de la brecha existente entre compras y ventas con el exterior.
La depreciaci¨®n del d¨®lar contribuye, por tanto, a corregir uno de los grandes desequilibrios estructurales de la econom¨ªa norteamericana. En cuanto a la Fed, aprovecha la depreciaci¨®n del d¨®lar para proseguir con su pol¨ªtica de subida paulatina de los tipos de inter¨¦s, la cual le permite apuntalar al d¨®lar y anticiparse a los efectos inflacionistas asociados a su depreciaci¨®n. Ahora bien, si pese al diferencial en las perspectivas de crecimiento, que juega a favor de Estados Unidos respecto a Europa o Jap¨®n, los mercados percibieran que los d¨¦ficit norteamericanos son insostenibles, se frenar¨ªa el proceso de drenaje del ahorro internacional hacia Estados Unidos. Tambi¨¦n las modificaciones que se han producido en la financiaci¨®n del d¨¦ficit externo influyen de forma contradictoria sobre la valoraci¨®n del d¨®lar. Si bien las ca¨ªdas en las entradas de inversi¨®n directa y de inversiones de cartera contribuyen al debilitamiento del d¨®lar, este hecho viene siendo contrarrestado por las compras de d¨®lares por parte de los bancos centrales extranjeros, sobre todo asi¨¢ticos, as¨ª como por las menores inversiones externas de Estados Unidos.
Asimismo, al mantener China un tipo de cambio fijo respecto al d¨®lar, el peso del ajuste monetario, comercial y econ¨®mico recae sobre la zona euro. China a¨²n depende de las exportaciones hacia Estados Unidos y tiene que reciclar sus enormes reservas de d¨®lares -junto con los dem¨¢s pa¨ªses asi¨¢ticos- para financiar los d¨¦ficit gemelos norteamericanos. Este movimiento contribuye a mantener bajos los tipos de inter¨¦s norteamericanos, pese a la amplitud de los desequilibrios, a fin de que el consumo norteamericano siga alimentando la producci¨®n china. Desde el punto de vista norteamericano, la depreciaci¨®n del d¨®lar respecto al euro es s¨®lo una respuesta parcial a sus problemas de desequilibrio exterior, porque sigue sin depreciarse frente a unas divisas asi¨¢ticas cuyo peso en el comercio exterior de Estados Unidos es cada vez m¨¢s elevado.
En cuanto a Europa, tiene su propio dilema: la apreciaci¨®n del euro frena tanto m¨¢s sus posibilidades de crecimiento cuanto que Estados Unidos s¨®lo puede buscar un reajuste comercial frente a las monedas grandes que conservan una relaci¨®n de cambio flexible con el d¨®lar, es decir, la libra y el euro, debilit¨¢ndose el sector exterior que act¨²a como el motor del crecimiento en muchos pa¨ªses europeos. De hecho, las econom¨ªas francesa y alemana s¨®lo crecieron un 0,1% durante el tercer trimestre de 2004. Los efectos de la apreciaci¨®n del euro ser¨ªan a¨²n m¨¢s perniciosos para las econom¨ªas relativamente m¨¢s especializadas en producciones estandarizadas intensivas en mano de obra menos cualificadas, siempre y cuando el grueso de sus intercambios no fuera de tipo intracomunitario. Ahora bien, aunque la cotizaci¨®n del euro respecto al d¨®lar sea un asunto de importancia, conviene colocarlo en sus justos t¨¦rminos. Tras el inicio de la Uni¨®n Monetaria, la zona euro ha pasado a ser una econom¨ªa bastante cerrada. Sus flujos comerciales con el exterior representan un porcentaje reducido de su PIB. De ah¨ª que los movimientos del tipo de cambio produzcan menos efectos sobre las variables macroecon¨®micas fundamentales de la zona euro respecto a los que tendr¨ªan en las econom¨ªas europeas m¨¢s abiertas que precedieron la Uni¨®n Monetaria.
Asimismo, el euro fuerte, aparte de sus efectos desinflacionistas, que favorecen una pol¨ªtica monetaria m¨¢s acomodaticia, abarata el coste de la financiaci¨®n de la deslocalizaci¨®n productiva hacia ¨¢reas extracomunitarias y reduce el coste de las operaciones financieras. Pero traba tambi¨¦n las inversiones extranjeras en Europa y, al final, las consecuencias de este proceso de deslocalizaciones podr¨ªan ser negativas para el crecimiento y el empleo europeos.
Se impondr¨ªa la necesidad de un nuevo multilateralismo econ¨®mico basado sobre el liderazgo de Estados Unidos y la asunci¨®n de compromisos firmes por parte de Europa y de Asia. Varios son los ejes de actuaci¨®n a corto plazo:
- Estados Unidos ha de reducir su demanda interna y elevar su tasa de ahorro, pero en ning¨²n caso ser¨ªa deseable una desaceleraci¨®n intensa de la econom¨ªa norteamericana, que impactar¨ªa negativamente sobre el crecimiento mundial. Paralelamente, ha de recortar su d¨¦ficit fiscal, lo cual frenar¨ªa la depreciaci¨®n del d¨®lar respecto al euro.
- Convendr¨ªa que el d¨®lar se depreciara respecto de las principales divisas asi¨¢ticas -exceptuando el yen-, puesto que acumula los mayores d¨¦ficit con dichas econom¨ªas. Una fuerte depreciaci¨®n del d¨®lar respecto al yen y al euro es susceptible de agudizar la recesi¨®n en Europa y Jap¨®n. Con lo cual aparece como bastante incierto el efecto final sobre la balanza comercial de Estados Unidos. El menor dinamismo europeo y japon¨¦s dificulta la reabsorci¨®n del desequilibrio externo norteamericano.
- Europa habr¨ªa de intensificar su crecimiento. Ello atenuar¨ªa el alcance depresivo a nivel mundial de la ralentizaci¨®n del crecimiento en Estados Unidos. Bien es cierto, sin embargo, que este diferencial de crecimiento puede ahondar tambi¨¦n en las tendencias apreciativas del euro y frustrar el mayor dinamismo europeo.
Francisco Rodr¨ªguez Ortiz es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Deusto-Instituto de Estudios Europeos.
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