Verg¨¹enza
Dos informes de sendos organismos de Naciones Unidas, la Organizaci¨®n para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO) y el Fondo para la Infancia (Unicef), acaban de proporcionar datos aterradores sobre el panorama alimentario mundial y la situaci¨®n de la infancia m¨¢s desfavorecida en el mundo. El n¨²mero de personas que padecen hambre es de 852 millones (9 millones en los pa¨ªses industrializados) y 5 millones de ni?os mueren cada a?o por falta de alimentos. Pero llega hasta mil millones el n¨²mero de ni?os que sufre el acoso de la miseria, la guerra o el sida, con peligro directo para sus vidas.
La estad¨ªstica debe de alg¨²n modo generar verg¨¹enza de las sociedades m¨¢s pudientes y, una vez m¨¢s, exige un mayor esfuerzo en la ayuda al Tercer Mundo, aunque algunas de estas lacras, como la p¨¦sima situaci¨®n de la infancia, puede llegar a afectar a pa¨ªses desarrollados como Espa?a, que ocupa el puesto 16 en t¨¦rminos de pobreza infantil absoluta. El acceso a un alimento sano y nutritivo no es privilegio ni capricho de una minor¨ªa, sino un derecho b¨¢sico contemplado en la Carta de Naciones Unidas.
Es una iron¨ªa que los recursos necesarios para afrontar el hambre sean pocos en comparaci¨®n con los beneficios que producir¨ªa invertirlos en esta causa. El coste directo para solucionarlo no supera los 30.000 millones de d¨®lares al a?o. Cada d¨®lar invertido en la lucha para erradicar la escasez de alimentos puede multiplicarse por cinco y hasta por m¨¢s de 20 veces en beneficios de mayor productividad. En cambio, los da?os debidos a una insuficiente ingesta son inmensos para el desarrollo social. Adem¨¢s, la mala o escasa alimentaci¨®n est¨¢ causando obesidad y diabetes en los pa¨ªses pobres.
En medio de este panorama terrible hay alguna excepci¨®n. As¨ª, 30 naciones -la gran mayor¨ªa, del ?frica subsahariana- que representan casi la mitad del mundo en desarrollo han logrado reducir en este bienio un 25% el porcentaje de hambrientos. Es un ejemplo claro de que, con voluntad y medios, los progresos r¨¢pidos son posibles, seg¨²n afirma con optimismo la FAO.
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