"Algo hicimos mal, alguien se equivoc¨® y cometi¨® errores"

Pilar Manj¨®n compareci¨® ayer en la comisi¨®n de investigaci¨®n en representaci¨®n de la Asociaci¨®n 11-M Afectados del Terrorismo, de las v¨ªctimas, heridos y sus familias. Lo que sigue es un amplio resumen de su intervenci¨®n:

"Ciento noventa y dos fallecidos y 1.500 heridos, una simple cifra para muchos de ustedes; todo un mundo para todos y cada uno de nosotros. Espero que entiendan lo que significa levantarse cada d¨ªa con una p¨¦rdida vital, acostarse cada d¨ªa con una p¨¦rdida, el esfuerzo enorme que conlleva aceptar lo inexplicable. Necesitamos el aliento de ellos, de los afectados, para caminar y estar en la puerta de este Congreso y hoy ante ustedes.

Porque ustedes, se?or¨ªas, en esta Comisi¨®n han discutido sobre qui¨¦n habl¨® de qu¨¦, cu¨¢ndo se inform¨®; han hablado de circunstancias, de manejos, de manipulaciones, de desinformaciones, de confidentes, de desconfianzas; han hablado de circunloquios y periferias; han hablado, se?or¨ªas, de ustedes, esencialmente de ustedes. Nosotros, nuestros familiares, no han estado en esta Casa, por eso queremos hacerles presentes hoy. Hoy, por primera vez se hacen un hueco, mal que les pese a ustedes, que preferir¨ªan seguir utilizando a las v¨ªctimas como arma arrojadiza y argumento para el desprestigio ajeno. Hoy hablaremos en nombre de personas de carne y hueso, de los seres que est¨¢n en nuestro coraz¨®n y cuyas figuras manipulan como recurso para medallas y fotos de ocasi¨®n. Pero aqu¨ª estamos y esta es nuestra voz. Hoy no somos el testigo mudo para la descarga de los flases. Hoy hablamos, se?or¨ªas; hoy hablamos de cosas largamente meditadas, largamente discutidas en reuniones, en foros, en caf¨¦s, en la calle; de pensar, de intentar entender. Tras meses de no ser escuchados, hoy, se?or¨ªas, durante unos minutos, sorprendentemente, la palabra es nuestra.

Comparecemos ante ustedes con este documento consensuado por las v¨ªctimas y los supervivientes, integrados en la Asociaci¨®n 11-M Afectados del Terrorismo, con la obligaci¨®n de hacerles vivos ante ustedes, como lo est¨¢n en nuestros corazones (...) Para nosotros tienen nombre y rostro. Se llaman Javi, ten¨ªa 25 a?os; Pilar, Daniel, quien pasado ma?ana ten¨ªa que haber cumplido 21 y era mi propio hijo; Eva Bel¨¦n, Susana, Emilia, Carlos, Oscar, Rodrigo, Rodolfo, Jos¨¦ Luis, Abel, a quien asesinaron el propio d¨ªa de su cumplea?os (...). Se?or¨ªas, los necesit¨¢bamos como necesitamos recuperar la sonrisa de quienes aquel d¨ªa conservaron la vida a costa de no volver a so?ar bonito, que conservan el horror grabado en sus retinas. Tambi¨¦n tienen nombres. Se llaman Rosa, Jes¨²s, Mzia, Javier, Maribel, David, Mariam, Raquel.

Ojal¨¢ alguna noche, aunque sea en sue?os, ese blindaje al horror ceda y sean conscientes ustedes y quienes a ustedes les mandan por un solo instante del sufrimiento que pudieron provocar con sus decisiones o que no lograron evitar. Ese solo segundo de clarividencia, ese solo segundo de lucidez y lo que ese segundo conllevar¨ªa bastar¨ªa probablemente para abrirles los ojos al horror que nosotros estamos viviendo.

Ha habido quien ha tratado de vetar esta comparecencia; el ¨²ltimo paso en esa apropiaci¨®n de algo que no es de ustedes, en el intento de quitarnos la voz a los afectados, de deslegitimarnos, de someternos a su propio juego pol¨ªtico y de intentar encasillarnos en tal o en cual opci¨®n pol¨ªtica. Se?or¨ªas, esa no es nuestra guerra. Aquellos que intenten identificar a los afectados como colectivo en general o a esta asociaci¨®n en particular con una determinada opci¨®n pol¨ªtica se equivocan y hacen un flaco favor a la transparencia que todas las voces aclaman.

Cualquiera, se?or¨ªas, pudo viajar en alguno de esos trenes, y cualquiera pudo morir en los escenarios del horror: en Santa Eugenia, en el Pozo del T¨ªo Raimundo, en T¨¦llez o en Atocha. All¨ª se truncaron las vidas de estudiantes y trabajadores; el motor de una sociedad, gente inocente. Insistimos: cualquiera pudo viajar en aquellos trenes. El azar, y s¨®lo el azar, dispuso que quienes est¨¦n sentados aqu¨ª hoy, como Asociaci¨®n 11-M Afectados del Terrorismo, seamos nosotros. Pero lo que les estamos diciendo no es producto del azar; lo hubieran manifestado ustedes de estar sentados a este lado, y pueden estar seguros de que el contenido de las palabras que escuchar¨ªan aqu¨ª ser¨ªa el mismo (...).

Se?or¨ªas, queremos manifestar nuestro m¨¢s absoluto rechazo de cualquier tipo de terrorismo, venga de donde venga. Estamos en contra de la barbarie y del horror, en contra de los fanatismos e integrismos religiosos, ideol¨®gicos y pol¨ªticos; a favor de la tolerancia, la convivencia y la paz (...). Ning¨²n objetivo pol¨ªtico justifica el terrorismo, que constituye, no nos cabe la menor duda, el recurso de los cobardes (...).

Con nuestra legitimidad como afectados, seguiremos insistiendo, se?or¨ªas: no utilicen nunca m¨¢s, ni aqu¨ª ni en ning¨²n otro contexto, el dolor de las v¨ªctimas con fines partidistas. No lo utilicen como bandera de su propia causa. Somos un signo de uni¨®n, y esa uni¨®n se la pedimos a ustedes, se?or¨ªas, Queremos ser signo de uni¨®n y di¨¢logo entre ustedes y los ciudadanos democr¨¢ticos, que sostienen opciones distintas y diferentes. Nuestro sufrimiento debe ser la prueba y el ejemplo vivo de la uni¨®n de ustedes, los unos y los otros (...).

Los terroristas nunca podr¨¢n con nosotros: sufrimos con aplomo el 11 de marzo; pero hoy exigimos con firmeza y dignidad ante ustedes, levantando la cabeza con orgullo, con un comportamiento sereno y democr¨¢tico, y tras la reflexi¨®n y el di¨¢logo interno como asociados, que no se ceda jam¨¢s al chantaje ni a la intolerancia; busquemos con todos ustedes los caminos de la cohesi¨®n social (...). Ning¨²n partido nos mueve, ning¨²n partido nos interesa m¨¢s all¨¢ de las opciones privadas y personales. Las v¨ªctimas no entendemos de posicionamientos pol¨ªticos.

Para ustedes, todo es pol¨ªtica, y para ustedes todos significa partidismo. Pero, afortunadamente, fuera de esta Casa, a¨²n queda mucho aire fresco y mucha luz bajo el cielo. Esc¨²chennos con el coraz¨®n m¨¢s limpio que puedan, al margen de sus respectivos partidos pol¨ªticos, como hombres y mujeres de a pie que a¨²n son capaces de escuchar un discurso que, lo sentimos mucho, nos ha salido del coraz¨®n. Si algo nos aporta este dolor es la m¨¢xima lucidez para sentir. Nosotros, se?or¨ªas, s¨ª podemos decirles que no llevamos gafas de ning¨²n color. S¨®lo sus intereses partidistas pueden hacerles ciegos a esta realidad. Con la autoridad moral que ostentamos, la ¨²nica que jam¨¢s nos podr¨¢n usurpar, les exigimos que no nos manipulen, que no nos usen; no tenemos siglas. Y si esas son las ¨²nicas gafas con las que ustedes pueden ver el mundo, hagan el esfuerzo de quit¨¢rselas por un momento y mirarnos, escucharnos, pensar y sentir que somos seres humanos.

Se?or¨ªas, les dec¨ªamos al empezar esta comparecencia que hab¨ªan realizado ustedes pol¨ªtica de patio de colegio. No es una afirmaci¨®n gratuita. Con la firmeza de estas convicciones, tambi¨¦n venimos a reprocharles como diputados, y sobre todo como representantes del pueblo que son, no se nos olvide, sus actitudes de aclamaci¨®n, jaleos y v¨ªtores durante el desarrollo de algunas de las comparecencias en esta comisi¨®n; como si de un partido de f¨²tbol se tratara. De lo que se estaba hablando, se?or¨ªas, es de la muerte y de las heridas de por vida padecidas por seres humanos; de p¨¦rdidas que nos han llenado de desolaci¨®n y de amargura, en el mayor grado posible.

?De qu¨¦ se re¨ªan, se?or¨ªas? ?Qu¨¦ jaleaban? ?Qu¨¦ vitoreaban en esta comisi¨®n?... Se?or¨ªas, ustedes tendr¨¢n hijos, esposas, maridos, hermanos...P¨®nganse de este lado, piensen por un momento que les despiden por la ma?ana temprano y nueve meses despu¨¦s a¨²n siguen esperando su regreso. La p¨¦rdida de un ser querido en estas circunstancias es lo m¨¢s parecido que hay a la propia muerte.

Hace a?os, se?or¨ªas, que firmaron ustedes el Pacto Antiterrorista en el cual se compromet¨ªan a no utilizar el terrorismo como arma electoral y partidista. Perm¨ªtannos no creerles a algunos de ustedes en esta ocasi¨®n. Ustedes saben perfectamente, aunque les desagrade o¨ªrlo, que nos han convertido en moneda de cambio de un juego pol¨ªtico. De igual modo que dec¨ªamos que no podemos admitir que se nos utilice como arma pol¨ªtica entre partidos, tampoco podemos admitir que utilicen de manera sistem¨¢tica a nuestros heridos y afectados y, mucho menos, a nuestros muertos, como culpables de una derrota electoral de algunos o billete de triunfo de otros. Ellos, para su desgracia, no pudieron votar. Algo hicimos mal, alguien se equivoc¨®, algunas personas debieron cometer graves errores para que los malditos pudieran preparar y llevar a cabo tama?a asesina tropel¨ªa. Los hay que acusan de imprevisi¨®n pol¨ªtica y manipulaci¨®n de la informaci¨®n, los hay que acusan de organizar manifestaciones ilegales y linchamientos sociales. Se?or¨ªas, ?y qui¨¦n nos defiende a nosotros, los supervivientes y las v¨ªctimas? ?Qui¨¦nes van a ser aquellos que de una vez por todas asuman qu¨¦ ha ocurrido para que haya sucedido este atentado que nos ha llevado a sufrir tama?o dolor? Todos ustedes argumentan que el otro partido es el responsable. Si es as¨ª, informen ustedes de lo que saben y no cuentan y h¨¢ganlo ante quien corresponde, ante los jueces. Estamos cansados de acusaciones sin pruebas. Nos parece mezquino tirar la piedra y esconder la mano. Se?or¨ªas, no pueden haberse tomado ustedes esta comisi¨®n como un juego, porque la calidad ¨¦tica de nuestros parlamentarios tendr¨ªa entonces que volver a valorarse. Si esta comisi¨®n maneja datos y errores reales, basados en datos objetivamente comprobables, seguimos esperando las disculpas y la asunci¨®n de responsabilidades por quien corresponda. Y para que no haya lugar a dudas, la asunci¨®n de estas responsabilidades para nosotros significa dimisiones de cargos policiales, institucionales y de aquellos a quienes les corresponda. Estas dimisiones no deben en ning¨²n caso eximir las responsabilidades legales que por la v¨ªa penal puedan imputarse a quien por error u omisi¨®n no puso todos los medios a su alcance para evitar esta tragedia.

Queremos decirles que confiamos en la justicia y en que las Fuerzas de Seguridad del Estado, al margen de las posibles equivocaciones en que pudieran haber incurrido, est¨¢n desarrollando con ¨¦xito y ah¨ªnco su labor profesional. Cuando nos vean, acu¨¦rdense ustedes o quienes a ustedes les mandan, que si hubo una sola posibilidad de haber evitado que estos hechos ocurrieran -y existen fundados argumentos para pensar que los pudo haber-, nosotros somos s¨®lo los molestos testigos de esas irresponsabilidades.

(...) Es imprescindible que algo tan execrable como esto no vuelva a ocurrir. As¨ª lo manifiestan todos los ciudadanos de este pa¨ªs y as¨ª lo exigimos nosotros. Es el ¨²nico consuelo que nos queda y ese debe ser el prop¨®sito de las conclusiones de esta comisi¨®n. Nada nos va a devolver a nuestros seres queridos ni resta?ar¨¢ las heridas de los que todav¨ªa convalecen, pero no ser¨ªa justo dejar de reconocer que algunos elementos del engranaje que deber¨ªa haber previsto el peligro fallaron estrepitosamente, y as¨ª entendemos que ha quedado demostrado. Tambi¨¦n queremos saber qu¨¦ pas¨® entonces, qu¨¦ mecanismos fallaron, qui¨¦nes nos avisaron, qui¨¦nes les ignoraron, qui¨¦nes son responsables de este disparate que ha arrasado los proyectos de futuro y de vida de 2.000 personas.

Los autores materiales de los hechos, los instigadores, los ide¨®logos, son responsables, pero si algo hemos sacado en claro de esta Comisi¨®n es que, m¨¢s all¨¢ de los hechos irrefutables y de las vidas truncadas, ha habido errores e imprevisiones que, a fecha de hoy, siguen sin asumirse. La ¨²nica cuesti¨®n que tenemos clara las v¨ªctimas es que por encima de todo deseamos conocer con exactitud los hechos, los errores, las irresponsabilidades que se derivan del mayor atentado terrorista en la historia de Espa?a.

Se?or¨ªas, durante todas las comparecencias ustedes han puesto el foco de los hechos en lo que pas¨® entre los d¨ªas 11 y 14 de marzo. Nada m¨¢s lejos de las inquietudes de las v¨ªctimas. Sabemos perfectamente qu¨¦ ocurri¨® esos d¨ªas: buscamos a nuestros muertos, los lloramos, los enterramos, los incineramos, nos despedimos (...). Otros intent¨¢bamos entender c¨®mo era posible que nos hubiera pasado a nosotros, por qu¨¦ a nosotros, qu¨¦ es lo que hemos hecho para merecer esto. Nos interesa saber qu¨¦ ocurri¨® entre el 11 y el 14 de marzo, tambi¨¦n despu¨¦s, porque no pudimos vivirlo, pero sobre todo nos interesa saber, se?or¨ªas, qu¨¦ ocurri¨® antes del 11 de marzo.

?Qu¨¦ fue lo que ocurri¨® antes del 11 de marzo para que esta barbaridad llegara a perpetrarse? Tramas de tr¨¢fico de explosivos que no se investigan, informes que avisaban de lo inminente de la amenaza terrorista, falta de medios para investigar a los presuntos terroristas, falta de polic¨ªas, falta de traductores, falta de presupuesto, en definitiva, falta de voluntad pol¨ªtica para prever lo que se nos ven¨ªa encima despu¨¦s de haber pasado a convertirnos en objetivo terrorista.

(...) Nos parece que no han entendido, se?or¨ªas, qu¨¦ significa para nosotros la palabra transparencia. Nos tomaremos la molestia de explicarlo.

No queremos que esta comisi¨®n contin¨²e, no desde luego en su formato actual, un espacio para la ri?a entre partidos. Exigimos la creaci¨®n de una nueva comisi¨®n de investigaci¨®n formada por personas independientes y expertos, una comisi¨®n donde los partidos pol¨ªticos no est¨¦n presentes, para que la investigaci¨®n recaiga en personas que, libres de intereses partidistas, ayuden a la ciudadan¨ªa espa?ola a entender qu¨¦ fue lo que pas¨®, que delimiten las responsabilidades que procedan y propongan las necesarias reformas en el funcionamiento de las instancias que pudieran haber fallado en el Estado. Perm¨ªtannos que sigamos pidiendo transparencia(...).

Queremos repetir de nuevo, se?or¨ªas, que somos personas f¨ªsicas, no marionetas; que no nos identificamos como colectivo con posicionamientos partidistas de cualquier clase, sino con el dolor y el sufrimiento de los que padecen nuestra condici¨®n de v¨ªctimas y supervivientes del terror; que no nos dejaremos manipular por nadie. (...).

Denunciamos que hubo fallos en la atenci¨®n inmediata a las v¨ªctimas, que se detect¨® una absoluta descoordinaci¨®n entre los diferentes servicios de atenci¨®n, que no se control¨® en modo alguno el perfil de los profesionales que atendieron a las familias de las v¨ªctimas en el Ifema y que en ocasiones ni siquiera contaban con formaci¨®n necesaria en situaciones de emergencia. Se?or¨ªas, la comunicaci¨®n a las familias para que identific¨¢ramos a nuestros cad¨¢veres se nos hac¨ªa mediante megafon¨ªa. Echamos en falta la presencia de cargos institucionales en el caos que supuso el Ifema, nuestro pabell¨®n de la muerte; si acaso vinieron con el tiempo justo para hacerse la foto, les adivinamos de pasada y desde lejos.

(...) Nos trataron como a enfermos, antes de preguntarnos, nos medicaron. Queremos un trato cercano, los queremos con nosotros, ac¨¦rquense a nosotros, ac¨¦rquense sin tenernos miedo, el dolor no es contagioso.

Muchos de nosotros hemos acabado en la sanidad privada porque ni quisieron ni supieron acercarse a nosotros y porque muchos centros de salud mental estaban ya colapsados y no se contrataron recursos para reducir dichas listas de espera.

(...) Hemos asistido dentro de este baile del uso de fotograf¨ªas de nuestros familiares y fallecidos al penoso espect¨¢culo de verlos mezclados sin nuestro permiso con violadores de los derechos humanos que igualmente tienen reconocida su condici¨®n de v¨ªctimas del terrorismo. ?Alguien nos ha preguntado algo?

Queremos tambi¨¦n decir no al modo en que se han usado por parte de los medios de comunicaci¨®n las im¨¢genes de la barbarie. Las im¨¢genes son instrumentos de informaci¨®n, de eso no nos cabe duda, y tienen el poder de convocar y de sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica, de explicar en breves instantes lo que un texto dif¨ªcilmente puede narrar, pero ese ya no es el caso, se?or¨ªas, y ustedes lo saben. La necesidad de utilizar las im¨¢genes del 11 de marzo como fuente de informaci¨®n caduc¨® hace mucho, ya no es noticia.

Las emisiones no corresponden a una necesidad informativa, sino a la demanda de una sociedad que convierte todo en espect¨¢culo, incluyendo la angustia, el miedo y el llanto desgarrado de los arrastrados por la locura humana.

Se?ores directores de peri¨®dicos, de agencias de prensa, directores de informativos, perm¨ªtanos dudar de su sensibilidad. Mientras por un lado acuden a nosotros una y otra vez para que les contemos nuestro calvario, mientras son ustedes los encargados de hacerle recordar al mundo que no puede haber m¨¢s 11 de marzo, en ning¨²n lugar del mundo se olvidan de nosotros cuando el mercado les llama. Vendida ha quedado su conciencia a cambio de subir sus audiencias. Con nosotros no. Si algo de decencia queda, con nosotros no. Afirmamos que por encima del derecho a la informaci¨®n est¨¢ el derecho de los ausentes a preservar su intimidad. Cada vez que aparecen las im¨¢genes nos sumergimos en una, dos, tres semanas de reavivar el dolor; es volver a imaginar c¨®mo pudieron haber muerto; especular si sufrieron o no; si permanecieron con vida el tiempo suficiente para preguntarse d¨®nde est¨¢bamos nosotros para socorrerles.

(...) No nos sirve para nada el pretendido dolor de quienes no son capaces de hacer la m¨¢s m¨ªnima autocr¨ªtica, y mucho menos el comportamiento de quienes seguramente cegados por el odio y la frustraci¨®n insultaron gravemente a nuestros seres queridos en las puertas de esta misma C¨¢mara. Quienes el 29 de noviembre nos ultrajaron, probablemente el d¨ªa 12 de marzo estuvieron recorriendo en manifestaci¨®n las calles de Madrid. Sin embargo, nueve meses despu¨¦s hab¨ªan olvidado que aquella manifestaci¨®n era porque la ciudadan¨ªa de Madrid estaba llorando por sus hijos desaparecidos o mutilados, nuestros muertos, nuestros heridos. S¨®lo nos consuela pensar que tomados uno a uno ninguno de ellos ser¨ªa capaz de aguantar ni cinco segundos la mirada de una madre y volver a repetirnos que nos meti¨¦ramos nuestros muertos por el culo. Nada justifica una actitud como esa. El odio y el deseo de venganza es un germen podrido que infesta nuestra sociedad y tenemos el deber y la obligaci¨®n de construir algo mejor y m¨¢s digno entre todos.

Recientemente hemos asistido, con pesar, a un espect¨¢culo asombroso: el juicio del primer encausado por el 11 de marzo, concretamente el del menor conocido como El Gitanillo. Pudimos asistir detr¨¢s de un biombo al esclarecimiento de un pacto entre fiscales, abogados y con la bendici¨®n de un juez.

Se?or¨ªas, cuando expl¨ªcitamente se deniega la aplicaci¨®n de la ley del menor y se aplica la ley antiterrorista con penas de hasta diez y 12 a?os de c¨¢rcel a menores de edad en otros lugares de nuestro pa¨ªs por quemar un cajero autom¨¢tico, ?c¨®mo puede aplicarse la norma m¨¢s favorable a alguien que no fue menor para traficar con explosivos, con drogas, conducir veh¨ªculos, suministrar los materiales que condujeron a la muerte de 192 personas? ?Qu¨¦ aplicaci¨®n de la ley significa que un asesino va a estar en la calle con 23 a?os en la m¨¢s absoluta impunidad? (...) ??ste es el Estado de derecho que pretende ampararnos? ?Asistiremos a m¨¢s juicios con acuerdos negociados antes de entrar en la sala?

(...) Esta comisi¨®n debe acabar y debe determinar los instrumentos necesarios que hagan imposible la repetici¨®n de tan insufribles hechos. (...) Ay¨²dennos a que los ciudadanos de este pa¨ªs podamos salir por las ma?anas de nuestras casas y tengamos la garant¨ªa de que vamos a regresar. Todas nuestras peticiones se resumen en tres: verdad, justicia y reparaci¨®n, entendida como reparaci¨®n moral, nunca econ¨®mica porque tenemos comprobado que el dinero ni abraza ni consuela, y hoy aqu¨ª, en lo que a ustedes m¨¢s les ata?e, exigimos la verdad como venimos expresando desde hace meses, transparencia".

Discurso ¨ªntegro en elpa¨ªs.es