Nueva York recupera el arte urbano de la d¨¦cada de los ochenta
La exposici¨®n 'East Village USA' re¨²ne 200 obras en diferentes soportes de 75 artistas
Una exposici¨®n organizada por el New Museum of Contemporary Art revive lo mejor del movimiento cultural en el que despuntaron artistas como Jean Michel Basquiat, Nan Goldin y Jeff Koons, y en el que el graffiti se convirti¨® en una de sus aportaciones y referencias est¨¦ticas. La muestra re¨²ne cerca de 200 obras -esculturas, fotograf¨ªas, filmes experimentales y pinturas en muy diversos soportes- de 75 artistas.
La historia art¨ªstica reciente neoyorquina no podr¨ªa entenderse sin la explosi¨®n creativa que vivi¨® el barrio del East Village durante la d¨¦cada de los ochenta. Y para examinar una ¨¦poca que no hab¨ªa sido explorada anteriormente, porque necesitaba de la perspectiva temporal necesaria, el New Museum of Contemporary Art de Nueva York se ha atrevido a organizar la primera y m¨¢s extensa muestra sobre los artistas que convirtieron el East Village en el centro de producci¨®n creativo de aquella d¨¦cada. Casi 200 obras de 75 escultores, fot¨®grafos, cineastas experimentales o pintores como Jean Michel Basquiat, Jeff Koons, Nan Goldin o Kiki Smith conforman la exposici¨®n East Village USA, que hasta el pr¨®ximo 9 de marzo ofrece un recorrido imprescindible a trav¨¦s de la producci¨®n art¨ªstica de un barrio que a principios de los ochenta sucumbi¨® al asalto de la bohemia.
Huyendo del vecino Soho, en el que el renacimiento cultural de los setenta dio paso a la explosi¨®n inmobiliaria en los ochenta, los j¨®venes artistas de aquella d¨¦cada buscaron otros espacios. Hasta entonces, el East Village y el vecino Lower East Side eran el hogar de los latinos de ingresos muy bajos pero tambi¨¦n de habitantes de diversos movimientos underground, desde escritores como William Burroughs a m¨²sicos como Iggy Pop o Blondie, cuyos sonidos se adue?aron de lugares como el CBGB a finales de los setenta. "Era el hogar de la contracultura incluso antes de que ¨¦sta existiera" se?al¨® The New York Times.
Con la llegada de una nueva generaci¨®n de artistas pl¨¢sticos, el graffiti y el arte callejero se convirtieron en la insignia est¨¦tica caracter¨ªstica de una zona en la que florecieron los proyectos comunitarios y las creaciones enfocadas a mejorar la calidad de vida del barrio a trav¨¦s del activismo pol¨ªtico unido a las artes. La FUN Gallery del East Village fue la primera galer¨ªa en atreverse a apostar por el arte del graffiti, lo que provoc¨® que esa forma de expresi¨®n comenzara a considerarse en los c¨ªrculos m¨¢s serios. La fotograf¨ªa Blade, de Martha Cooper, exhibida en el New Museum, describe perfectamente una de las im¨¢genes m¨¢s caracter¨ªsticas relacionadas con aquellas pintadas: un vag¨®n de metro completamente cubierto por el nombre Dondi, uno de los graffiteros del East Village.
Centros como ABC No rio, Bullet Space o la Rivington School fueron algunas de las organizaciones que surgieron en el barrio y desde las que se impulsaron todo tipo de actos culturales. En el espacio CoLab se organiz¨® en 1980 la muestra Times square show, considerada uno de los momentos clave en el movimiento cultural del East Village. "Es demasiado amplio como para encasillarlo dentro de una ¨²nica tendencia est¨¦tica", se?ala el comisario de la muestra Dan Cameron, que ha tratado de ofrecer una visi¨®n lo m¨¢s amplia posible de lo que all¨ª ocurri¨®.
El vac¨ªo del sida
De la inventiva que suele ir unida a la necesidad surgi¨® la galer¨ªa Loo Division, montada en el cuarto de ba?o del apartamento de la artista Gracie Mansion. Por all¨ª pasaron, entre otros, Peter Hujar, que al igual que Basquiat o Keith Hering no sobrevivi¨® a una d¨¦cada en la que las drogas y el sida hicieron estragos. La famosa Ballade of sexual dependency, de Nan Goldin, una indagaci¨®n personal en el mundo del sida a trav¨¦s de la fotograf¨ªa (y mostrada en parte en la exposici¨®n) arranca precisamente en 1979, dejando un claro testimonio del vac¨ªo que la enfermedad dej¨® en aquella generaci¨®n.
Y es que el sexo y las drogas est¨¢n unidos a aquel renacimiento cultural en el que a medida que la escena art¨ªstica crec¨ªa se enriquec¨ªa tambi¨¦n la vida nocturna. Lugares como el Club 57, PS 122 o Pyramid Club dieron la oportunidad a todo tipo de talentos de mezclar diferentes disciplinas con la noche como testigo. Las fotograf¨ªas de Patrick McMullan o los retratos de Ande Whyland de personajes como Lypsinka son el mejor testimonio de aquel tiempo, recogidos en una muestra definida por The New York Times como "importante pero incompleta". Seg¨²n el diario, la riqueza de aquella ¨¦poca reside precisamente en que "aquellos creadores empujaron el arte hacia extremos variados, m¨¢s sexuales, personales, pol¨ªticos, a veces todo a la vez, ayudando as¨ª a crear algo que afortunadamente no se puede volver a reunir. Larga vida al East Village en todos nosotros".
Babelia
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