'Yama' no vende camisetas
El fisioterapeuta japon¨¦s del Racing dej¨® la selecci¨®n de judo de su pa¨ªs por el f¨²tbol
Cuando lleg¨® a Santander, Mitsuhiro Yamada (Tokio, 1974) tuvo que convencer a muchos cazaut¨®grafos de que no era un fichaje de verano. "La gente me paraba en los entrenamientos y me ped¨ªan firmas. Pensaban que era un jugador asi¨¢tico que se hab¨ªa tra¨ªdo el Racing por cuesti¨®n de mercadotecnia, pero conmigo no se ha vendido ninguna camiseta", bromea. Yama, como se le conoce en el club desde que llegase como fisioterapeuta hace a?o y medio, lleg¨® buscando su sue?o particular: el f¨²tbol.
Hijo de un maestro de judo, a los diez a?os llor¨® para dejar este deporte y poder jugar al f¨²tbol, su anhelo. "Creo que no me gustaba el judo por mi padre, que era muy duro. Hasta que un d¨ªa, tras muchas discusiones, le ped¨ª que me permitiera probar con el f¨²tbol y accedi¨®", comenta Yama. Su carrera como lateral no fue muy larga, hasta los 18 a?os, cuando se convenci¨® de que lo suyo era la fisioterapia. "T¨¦cnicamente era muy malo, pero me gustaba y me divert¨ªa mucho", reconoce entre risas.
Su primera gran oportunidad lleg¨® con el deporte que le hab¨ªa costado tantas l¨¢grimas de ni?o. En Atlanta en 1996 form¨® parte de los fisioterapeutas que llevaron al equipo de judo nip¨®n a conquistar tres medallas de oro. "Lo recuerdo de una forma especial, al pie del tatami viendo a los mejores del mundo y logrando victorias", recuerda nost¨¢lgico. Pese a su papel y a que por entonces s¨®lo contaba con 21 a?os, decidi¨® seguir luchando por su pasi¨®n futbolera.
"Un amigo que estaba siguiendo el curso de entrenador en Espa?a me invit¨® a visitarle. Quince d¨ªas en Barcelona y ver la ciudad. Pero me enamor¨¦ de la vida de los espa?oles y me qued¨¦", se?ala. "Adem¨¢s, no se hablaba m¨¢s que de f¨²tbol en los peri¨®dicos, cada vez que encend¨ªa la televisi¨®n. En Espa?a todo es f¨²tbol y eso me encanta", prosigue.
La adaptaci¨®n fue dif¨ªcil, pero a trav¨¦s de un amigo su nombre lleg¨® a los t¨¦cnicos del Hospitalet, de Segunda B, y le dejaron probar como fisioterapeuta. Los resultados fueron ¨®ptimos, aunque las condiciones de Yama eran muy duras. "Sab¨ªa cuatro palabras en castellano y los m¨¦dicos me explicaban la zona a tratar mediante dibujos. Daba los masajes con un diccionario sobre la mesa", recuerda. Tampoco la econom¨ªa era boyante en el club: "Acostumbrado a tener todo tipo de comodidades, en Hospitalet, el equipo era semi profesional, faltaba el dinero y ten¨ªa que comprar los materiales de mi propio bolsillo", prosigue.
La suerte se cruz¨® en su camino. Un veterano del f¨²tbol, Ram¨®n Planes, se enrol¨® en el proyecto santanderino de Piterman como secretario t¨¦cnico. Planes conoc¨ªa a Mitsuhiro del Hospitalet y le llev¨® a Santander. Hace casi dos a?os. "Me tratan muy bien y existe muy buen ambiente con los jugadores", afirma. Pese a todo, le siguen sorprendiendo las formas de actuar de los futbolistas: "Aqu¨ª los masajes son despu¨¦s del entrenamiento y son m¨¢s cortos porque muchos quieren irse a casa. En Jap¨®n eran m¨¢s largos. Aqu¨ª no existen jerarqu¨ªas. En mi pa¨ªs el jugador m¨¢s veterano es el primero y as¨ª hasta el m¨¢s joven. En Espa?a, el primero que te llama es el primero que recibe el masaje", explica.
Eso s¨ª, sus t¨¦cnicas orientales no han calado. Los jugadores no se atreven con t¨¦cnicas que no sean el puro masaje: "Yo tengo el t¨ªtulo de acupuntura oriental, pero ni a los futbolistas ni al cuerpo m¨¦dico les hace gracia probar. No se han atrevido porque no les gustan nada las agujas", asegura entre risas.
Para ¨¦l, el partido del s¨¢bado es especial. Yama es seguidor cul¨¦. "Al Barcelona lo conoc¨ªa en Jap¨®n en su mejor ¨¦poca. Adem¨¢s, a mi pa¨ªs llegaron jugadores veteranos, como Salinas o Beguirist¨¢in, que proced¨ªan del Bar?a de Cruyff. Despu¨¦s de conocer Espa?a y acostumbrarse al tipismo nacional -"fiesta y siesta, me encantan"-, reconoce, tiene otro reto por delante: volver a Jap¨®n y volcar todas sus ense?anzas en los j¨®venes futbolistas de su pa¨ªs. "Estoy muy a gusto en Santander, pero creo que tengo que volver a Jap¨®n para mostrar a los ni?os todo lo que he aprendido", concluye.
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