Carcajada

Resulta muy dif¨ªcil disociar la pregunta "?de qu¨¦ se re¨ªan?", arrojada con aflicci¨®n a los diputados de la comisi¨®n de investigaci¨®n del 11-M por la representante de las v¨ªctimas, Pilar Manj¨®n, de la fotograf¨ªa de la Agencia Efe publicada el martes por varios peri¨®dicos, en la que Eduardo Zaplana y Vicente Mart¨ªnez Pujalte, se desternillaban a mand¨ªbula abierta en la comisi¨®n durante la comparecencia de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. ?sta no ha sido una estampa infrecuente, y la impresi¨®n que produce no es menos pat¨¦tica que la que subyace en todas las im¨¢genes emitidas por las televisiones de la intervenci¨®n de esta madre desgarrada, en las que, mientras todos los diputados presentes atend¨ªan con el rostro agrietado, Zaplana estaba inmerso, ajeno, en sus papeles y sus anotaciones. Con todo, ¨¦sta no ha sido una buena semana para el ex presidente de la Generalitat valenciana, al que algunos pir¨®manos muy neronianos se?alan como el hombre que camina hacia la direcci¨®n que debe seguir el PP, frente al modo pastue?o de Mariano Rajoy. En realidad, su estilo parlamentario, en el que la desfachatez suple al argumento, s¨®lo alienta a los radicales y a los despechados. Pero su rampante historia parlamentaria est¨¢ ya partida en dos hemisferios, tras ser arrollado por Rodr¨ªguez Zapatero el lunes en medio de esas carcajadas histri¨®nicas y otras exhibiciones de musculatura facial no menos zaplanescas. Si se atiene con perspectiva a su trayectoria, es inevitable establecer un antes y un despu¨¦s tras ese careo en que sali¨® trasquilado. En sus d¨ªas de parlamentario auton¨®mico, tras ganar el festival de Benidorm, no tuvo contrincante que le tosiera en el hemiciclo. Siempre aplast¨® y restreg¨® contra el suelo a todos cuantos se le pusieron por delante, conjugando los m¨¦ritos propios con el descr¨¦dito y la insolvencia de la oposici¨®n. Pero eso ya es historia. Su imagen enlutada como Arias Navarro en una irrupci¨®n televisiva de aquellas noches terribles de marzo ya qued¨® tatuada en el imaginario electoral espa?ol como el logotipo de la gesti¨®n nefasta del atentado por parte del Gobierno del PP. Ahora su actitud irrespetuosa captada en estas im¨¢genes no s¨®lo ahonda en esa grieta del electorado, sino que produce rencor.