De la especulaci¨®n al furor ofensivo
El Chelsea de Mourinho se adapta a cualquier rival y situaci¨®n gracias a sus m¨²ltiples recursos
El Barcelona de Louis van Gaal, con Guardiola, Rivaldo, Figo y Kluivert, se cruz¨® en abril de 2000 por ¨²ltima vez en la Champions con el Chelsea de Gianluca Vialli, con Zola, Ferrer, Desailly, Deschamps y Flo. Los azulgrana superaron esa eliminatoria, de los cuartos de final, tras perder (3-1) en Stamford Bridge y vencer (5-1), con pr¨®rroga incluida, en el Camp Nou. Pero ambos equipos han cambiado tanto que casi se trata de una evocaci¨®n prehist¨®rica. A¨²n faltaban tres a?os para que el magnate ruso Roman Abramovich aterrizara en Londres con una inyecci¨®n econ¨®mica que ha revitalizado al Chelsea hasta convertirlo en una potencia. Tras la transici¨®n con Claudio Ranieri en el banquillo, Jos¨¦ Mourinho ha elevado definitivamente el nivel de exigencia, transformando su reforzada plantilla en un grupo comprometido con la causa y que ha elegido la intensidad como forma de vida.
El liderato en la Premier League, con cuatro puntos de ventaja sobre el Everton y cinco sobre el Arsenal, y su paseo por la primera fase europea, en la que super¨® c¨®modamente al Oporto, el CSKA de Mosc¨² y el Par¨ªs Saint Germain, acreditan su pujanza. El equilibrio defensivo y el vigor definen su juego, que, seg¨²n el rival y las circunstancias, puede oscilar entre la descarada especulaci¨®n y el furor ofensivo. Ventajas de poseer m¨²ltiples recursos en un plantel en el que la gran mayor¨ªa de sus fichajes veraniegos son titulares y tienen sustitutos de garant¨ªa.
Bien armado atr¨¢s y con una gran predisposici¨®n colectiva para la presi¨®n, el Chelsea exhibe con eficacia su rigor t¨¢ctico a la hora de cumplir con sus responsabilidades defensivas y siempre con un grado de vehemencia que hace claudicar a muchos oponentes. Por algo es el cuadro menos goleado de Inglaterra: s¨®lo ocho tantos. Muy atento a cada peque?o detalle t¨¢ctico, el bloque cierra los espacios al rival juntando las l¨ªneas, alojando mucha gente por detr¨¢s del bal¨®n y trabando el juego con faltas. En su defensa zonal destaca la agresividad de sus centrales Carvalho y Terry, buenos cabeceadores, por detr¨¢s del tenaz trabajo de Makelele, el encargado de activar las en¨¦rgicas maniobras de agobio, en las que todos se implican. Los adversarios suelen naufragar en intentos de ataque frontales. Ante ese rocoso armaz¨®n parece m¨¢s aconsejable un ejercicio de paciencia, abrir el campo y hacer circular el cuero con rapidez, conceptos que manejan muy bien dos equipos en Europa: el Arsenal, que el pasado domingo empat¨® (2-2) en Highbury con el Chelsea, y el Bar?a.
El perfil atacante del conjunto de Mourinho presenta diversas opciones seg¨²n los jugadores que utilice. La receta incluye casi siempre un ritmo de posesi¨®n lento y una buena capacidad para cambiar la velocidad de la jugada en el terreno contrario. Destaca la calidad de pase de Tiago y el gran desplazamiento de la pelota de Lampard, que conoce como nadie el medio campo: es simple, concreto, listo y con un gran instinto para la llegada y el gol. Eso, por dentro. Pero tambi¨¦n sabe el Chelsea atacar por los costados. Cuenta con el rapid¨ªsimo Duff, el incisivo Gudjohnsen, m¨¢ximo goleador propio, con siete tantos, y con Robben, un extremo de amenazante verticalidad, con una zurda soberbia y soluciones ingeniosas en el desborde, la asistencia y el remate. El Chelsea reparte mucho su producci¨®n de goles, siendo habitual que juegue con un solo punta, el potent¨ªsimo rematador Drogba, dado que Kezman no ha alcanzado por ahora el gran rendimiento que exhibi¨® en el PSV Eindhoven. Con su estabilidad defensiva y su pegada, no hay contragolpe, jugada de estrategia o ventaja m¨ªnima en el marcador con la que no se sienta encantado. Sus resultados de esta campa?a le animan a perseverar, c¨®mo no, en esa f¨®rmula.
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