'El mar', de Claude Debussy
EL PA?S ofrece ma?ana, por 2,95 euros, las mejores obras para orquesta del gran compositor franc¨¦s
Faltaba Debussy (1862-1918) para completar una visi¨®n imprescindible de la m¨²sica del siglo XX (y postrimer¨ªas del XIX) en la colecci¨®n Cl¨¢sica de EL PA?S. No era suficiente con Stravinski, Sch?nberg, Bart¨®k, Falla, Mahler, Strauss, Ravel y Ligeti. Faltaba Claude Debussy, entre otras razones porque sus planteamientos rechazaron los academicismos y formalismos de la m¨²sica tradicional para seguir un camino audaz y hedonista que cambi¨® el panorama de la ¨¦poca. "La m¨²sica francesa quiere, ante todo, causar placer", afirm¨®. Para muchos fue el gran revolucionario, el principio de la modernidad. Sus sutiles hallazgos se extienden de la ¨®pera al piano, con el drama l¨ªrico Pell¨¦as et M¨¦lisande, sobre el universo de Maeterlinck, y los dos vol¨²menes de Preludios como obras emblem¨¢ticas de ambos campos. Y luego est¨¢n sus fascinantes trabajos para orquesta contemplados en este libro-disco: Preludio a la siesta de un fauno se estren¨® en 1894; los Nocturnos fueron compuestos entre 1897 y 1899, estren¨¢ndose los dos primeros en 1900 y el ¨²ltimo con la incorporaci¨®n de un coro femenino al a?o siguiente; El mar vio la luz en 1905, e Iberia, la m¨¢s popular de sus Im¨¢genes, qued¨® concluida en 1908.
M¨²sica con misterio, de una extraordinaria sensualidad, requiere un director que comprenda los mil matices, juegos y reflejos que su autor va sacando a la luz continuamente. Encaja a la perfecci¨®n en este mundo de destellos y sensaciones D¨¦sir¨¦-Emile Inghelbrecht (Par¨ªs, 1880-1965), de ascendencia franco-belga, director del teatro de los Campos El¨ªseos desde 1913, fundador de los conciertos Pleyel en 1919 y creador en 1934 de la Orquesta Nacional de Radiodifusi¨®n francesa, con la que graba este registro entre abril de 1953 y enero de 1954. El compositor siempre se ha referido al director de orquesta con mucho afecto. Ya en 1913 Debussy destacaba con admiraci¨®n el br¨ªo, entusiasmo y audacia del "querido Inghel". El sello ingl¨¦s Testament, familiar ya a estas alturas de la colecci¨®n, ha recuperado estas hist¨®ricas grabaciones de la casa Ducretet-Thomson para disfrute y conocimiento del aficionado de hoy.
Preludio a la siesta de un fauno es la partitura m¨¢s popular de Debussy. Compuesta entre 1892 y 1894, est¨¢ inspirada en un poema de St¨¦phane Mallarm¨¦. La obra, de unos diez minutos de duraci¨®n, sorprendi¨® de tal manera el d¨ªa de su estreno en la Sociedad Nacional de M¨²sica de Par¨ªs que, ante la magnitud del ¨¦xito y aun rompiendo todas las convenciones, el director suizo Gustave Doret opt¨® por repetirla ¨ªntegramente. "No pretende ser una s¨ªntesis del bello poema de Mallarm¨¦, sino que m¨¢s bien describe los decorados sucesivos a trav¨¦s de los cuales se mueven los deseos y los sue?os del fauno durante el calor de la siesta", afirm¨® el compositor. La m¨²sica conserva alguna reminiscencia wagneriana y posee un extra?o poder de encantamiento. No encaja del todo en esos calificativos de impresionista o simbolista con los que se ha etiquetado a Debussy. Es algo m¨¢s. Las componentes literarias o pict¨®ricas tienen su presencia, desde luego, pero siempre desde la originalidad y el hechizo de la elaboraci¨®n musical.
Nocturnos es un tr¨ªptico sinf¨®nico ('Nubes', 'Fiestas', 'Sirenas') que incorpora un coro femenino de car¨¢cter instrumental sobre la letra a en la tercera parte. El t¨ªtulo Nocturnos est¨¢ inspirado en paisajes del pintor ingl¨¦s Whistler. 'Nubes' parte del reflejo de las nubes sobre el Sena por la noche junto al puente Solferino; 'Fiestas' mira de reojo las paradas militares en el bosque de Boulogne, y 'Sirenas' evoca un paisaje marino. "La palabra Nocturnos hay que entenderla en un sentido general y decorativo. No se trata de la forma habitual de nocturno, sino de todas las impresiones y juegos de luces que este t¨¦rmino puede despertar. Nubes: es la visi¨®n del cielo inm¨®vil por el que avanzan las nubes lenta y melanc¨®licamente, extingui¨¦ndose en un gris en el que se mezclan delicados tonos blancos. Fiestas: es el ritmo danzante de la atm¨®sfera, iluminada por momentos por deslumbrantes haces de rayos; una procesi¨®n de fant¨¢sticas figuras se aproxima a la fiesta y se pierde en ella. El fondo es siempre el mismo: la fiesta, con su confusi¨®n de m¨²sica y luces que danzan a un ritmo c¨®smico. Sirenas: es el mar y su inagotable movimiento; por encima de las olas suena el misterioso cantar de las sirenas, alegre, perdi¨¦ndose en la inmensidad", escribi¨® el compositor de esta obra subyugante.
El mar tambi¨¦n est¨¢ compuesto por tres bocetos sinf¨®nicos. Es, de hecho, una sinfon¨ªa muy particular sobre el magnetismo que para el compositor supon¨ªa el mar. ("Quiz¨¢ desconozca que estuve a punto de convertirme en marino, y s¨®lo los azares de la existencia me hicieron desistir", escribi¨® el compositor a Andr¨¦ Messager). En cualquier caso, la elaboraci¨®n de la partitura se produce fundamentalmente en tierras del interior, en Borgo?a, donde los mares son, en todo caso, de vi?as. La composici¨®n El mar est¨¢ dibujada en tres paisajes-pinceladas que responden a las denominaciones 'Del alba al mediod¨ªa sobre el mar', 'Juegos de olas' y 'Di¨¢logo del viento y el mar'. Es una obra maestra absoluta, un prodigio de sensibilidad, de dominio de todo tipo de recursos orquestales. Supone la quinta esencia musical del autor franc¨¦s.
Tambi¨¦n en tres partes est¨¢ estructurada Im¨¢genes. Su elaboraci¨®n ocup¨® al compositor de 1905 a 1912. En cierta medida es una obra de folclore imaginario. 'Gigas' est¨¢ inspirada en Escocia, 'Rondas de primavera' en Francia, e 'Iberia', sin duda la m¨¢s famosa, en Espa?a. 'Iberia' est¨¢ asimismo dividida en tres partes. A Manuel de Falla le entusiasm¨® el tr¨ªptico por la manera con que Debussy traduc¨ªa en m¨²sica las impresiones que Espa?a le causaba. Era evidentemente una Espa?a imaginada, pero, como es propio de Debussy, elaborada con una gran sutileza.
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