Diplomacia y pragmatismo
Mientras en Madrid comparec¨ªa en un tono solemne y grave el presidente del PP, Mariano Rajoy, tachando de humillaci¨®n para Espa?a el acuerdo que se hab¨ªa suscrito con el Reino Unido respecto a Gibraltar, en la comarca donde se inserta este reducto colonial todo eran satisfacciones. Si por un lado la reacci¨®n del principal partido de la oposici¨®n estuvo marcada por un furibundo ataque a esta iniciativa del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, los vecinos de la zona se mostraban m¨¢s que satisfechos por las expectativas econ¨®micas que supondr¨¢ el nuevo marco de relaciones.
La creaci¨®n de un foro de negociaci¨®n en el que estar¨¢ presente el Gobierno gibraltare?o no significa, seg¨²n el Ejecutivo espa?ol, ninguna renuncia a la eterna reivindicaci¨®n de la soberan¨ªa, asunto que s¨®lo se ventilar¨¢ en un futuro con los brit¨¢nicos. Con todo, hay quien ve aqu¨ª la puerta abierta para que los gibraltare?os puedan vetar cualquier decisi¨®n que al respecto adopten ambas naciones, extremo ¨¦ste que niegan con rotundidad las autoridades diplom¨¢ticas espa?olas. Sea como fuera, y a pesar de la indignaci¨®n que ha causado en el PP este entendimiento, lo cierto es que los ciudadanos m¨¢s afectados por la existencia de esta anomal¨ªa hist¨®rica, la presencia a estas alturas del siglo XXI de una colonia en la vieja Europa, ven ahora m¨¢s posibilidades que nunca de que se solucionen problemas comunes que afectan a uno y otro lado de verja.
La falta de un m¨ªnimo entendimiento siempre supuso un perjuicio claro, no s¨®lo para los llanitos, sino tambi¨¦n para los andaluces que viven alrededor del Pe?¨®n. Por eso no son de extra?ar los signos de alegr¨ªa por lo logrado que se han visto estos d¨ªas en la zona desde todos los ¨¢mbitos. Y mientras el PP arrecia en Madrid y Sevilla sus cr¨ªticas, en el Campo de Gibraltar los populares guardan un prudente silencio. No quieren se?alarse oponi¨¦ndose a algo que, objetivamente, saben mejor que nadie que les beneficia. La utilizaci¨®n conjunta del aeropuerto se presenta como el fruto m¨¢s inmediato. Se espera que se pueda poner en marcha en el primer trimestre de 2005. De conseguirse ser¨ªa todo un avance para una comarca cuyo desarrollo ha estado constre?ido por la carencia de unas comunicaciones adecuadas que la enlazaran con el resto del pa¨ªs. Se considera que esta infraestructura va a contribuir a un impulso del sector tur¨ªstico. Pero hay m¨¢s. La presencia de Gibraltar en el consorcio de transporte, de basuras o de aguas y la potenciaci¨®n de los servicios sanitarios de la Junta son otras aplicaciones que constituyen la letra menuda y esencial de este acuerdo diplom¨¢tico.
Bueno ser¨ªa que, a lo largo de esta semana, tambi¨¦n la Junta de Andaluc¨ªa, que celebr¨® el paso dado, aclare qu¨¦ grado de participaci¨®n va a tener en ese foro. Ya que si est¨¢ presente Gibraltar cabe preguntarse por qu¨¦ no est¨¢, igualmente, la Mancomunidad de Municipios de la comarca o bien la propia Junta, ya que son muchos los asuntos dom¨¦sticos que se han de abordar en este ¨¢mbito y que le competen de una forma directa. Est¨¢ claro que los acontecimientos se suceden a toda velocidad y m¨¢s a¨²n en pol¨ªtica exterior. A pesar de ello, la Junta no puede perder su sitio por lo que debe exigir, sin duda, un protagonismo de primera fila en un proceso que afecta a los andaluces en general y en particular a la pol¨ªtica y gesti¨®n de la Administraci¨®n auton¨®mica.
Igual ocurre con la pesca. Ha estado en nuestra tierra el ministro de Pesca marroqu¨ª, Mohand Laenser, quien ha dejado claro que caben f¨®rmulas alternativas al pacto pesquero que hagan posible el regreso de los barcos andaluces a los caladeros del vecino pa¨ªs. No con el formato tradicional del acuerdo sino con un tipo de tratado integral en donde se incluyan otras materias. En definitiva, nos ense?an el camino a seguir, por lo que ya es cuesti¨®n que desde la Junta se llame a las puertas de la UE y se estudie de qu¨¦ forma se pueden retomar las negociaciones. Los armadores andaluces ven motivos para la esperanza, por lo que hay que empujar lo necesario desde aqu¨ª para que en Bruselas se pongan manos a la obra.
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