"El Gobierno no puede imponer su laicismo"

Tiene 51 a?os, ha pertenecido a la Comisi¨®n para la Doctrina de la Fe y se complace a¨²n en su condici¨®n de vigilante de la ortodoxia. Habla con la rotunda seguridad de quien sabe que sus opiniones son las del Alto Mando de la Iglesia cat¨®lica en Espa?a. No se anda por las ramas y el ardor le juega bazas peligrosas a la prudencia propia del eclesi¨¢stico que finalmente es, pese a haber sido te¨®logo y jesuita.

Pregunta. Es usted el encargado de difundir la opini¨®n de la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica, sobre todo lo que se mueve en nuestra sociedad. Por eso, y m¨¢s all¨¢ de las cuestiones puntuales, me gustar¨ªa conocer su opini¨®n sobre las razones de fondo que enfrentan a la Iglesia con el Gobierno socialista.

"No habr¨¢ un choque de trenes mientras el Gobierno no ponga en juego la libertad de la Iglesia"

"Hay una petici¨®n clamorosa en la sociedad a favor de la ense?anza de la religi¨®n y de su nivel acad¨¦mico"

"El Gobierno se limita, hoy por hoy, a soportar la realidad del hecho religioso. Lo aguanta porque no le queda m¨¢s remedio"

"Zapatero tendr¨ªa muchos m¨¢s votos si nos escuchara. (...) Prometo el apoyo pleno a este Gobierno si llegamos a un acuerdo de Estado"

Respuesta. Creo que las razones de fondo de la discrepancia -no quisiera calificarla de enfrentamiento-, entre la Iglesia y el Gobierno del se?or Zapatero son f¨¢ciles de describir: los proyectos legislativos del Gobierno se basan en una filosof¨ªa que no coincide con elementos fundamentales de la visi¨®n cristiana de siempre de las cosas. Y se refieren a cuestiones trascendentales como el matrimonio, la familia, la libertad religiosa y tantas cosas. La posici¨®n socialista prescinde por completo de la perspectiva teol¨®gica. Nosotros creemos que los proyectos legislativos del Gobierno presentan una visi¨®n deficiente de la relaci¨®n del hombre con Dios.

P. Pues no se me ocurre desde qu¨¦ argumentaci¨®n pueden ustedes exigir la obligaci¨®n de proteger el hecho religioso a un Gobierno laico....

R. ?Es que el hecho religioso, la identidad del hombre como ser religioso, est¨¢ en la sociedad! El problema es que, respecto de este hecho incuestionable, el Gobierno manifiesta una abierta prevenci¨®n, un prejuicio que lo impregna todo. Es ah¨ª donde est¨¢ el problema y en eso es en lo que pretendemos que el Gobierno cambie su actitud, porque lo cierto es que, hoy por hoy, digamos que se limita a soportar la realidad del hecho religioso, pero en negativo. Lo aguanta, simplemente, porque no le queda m¨¢s remedio...

P. En cualquier caso, es dif¨ªcil aceptar que un Gobierno, por muy radical que sea, persiga a la Iglesia cat¨®lica, como ustedes denuncian. A lo mejor, es todo m¨¢s sencillo y lo que pretende el Gobierno es responder a la demanda de una sociedad libre y plural...

R. Si usted me pregunta si este Gobierno est¨¢ buscando un conflicto con la Iglesia, no sabr¨ªa qu¨¦ responderle, porque habr¨ªa que estar en la mente de quien lo busque o no lo busque. Yo me inclino a pensar que no es que se busque, pero que, la verdad, es que lo consiguen. En buena l¨®gica, cabr¨ªa suponer que al Gobierno lo que deber¨ªa interesarle es que hubiera un entendimiento y hasta una colaboraci¨®n con la Iglesia porque le dar¨ªa m¨¢s votos, ?no cree?

P. Lo que yo creo es que la Iglesia cat¨®lica desear¨ªa que este Gobierno guardara su programa electoral en un caj¨®n. Pero no s¨¦ cu¨¢l ser¨ªa su opini¨®n sobre la ¨¦tica de un partido que no cumple lo que promete....

R. Yo creo que los partidos deben cumplir lo que prometen; es una cuesti¨®n elemental de ¨¦tica pol¨ªtica.

P. Pues se ha metido usted en un jard¨ªn muy complicado porque ¨¦sa es, precisamente, la argumentaci¨®n m¨¢s s¨®lida que esgrime Zapatero para mantener su decisi¨®n de gobernar para satisfacer las demandas de una sociedad plural...

R. Ah... Es cierto que el Gobierno debe cumplir lo que promete porque, de lo contrario, quebrar¨ªa la buena fe con la que le han apoyado sus votantes. Otra cosa es aclarar lo que ha prometido y, en todo caso, si lo que ha prometido es aceptable o no. El programa de un partido pol¨ªtico se puede discutir porque, adem¨¢s, tampoco es la ley de Dios. Creo que la sociedad tiene derecho a pronunciarse en contra de un proyecto de un Gobierno, aunque haya ganado las elecciones, y la Iglesia se sit¨²a en...

P. En la oposici¨®n, junto al Partido Popular, ?no?

R. No, porque la Iglesia es una organizaci¨®n suprapartidista que no se ha identificado con ning¨²n partido pol¨ªtico concreto.

P. No me puede negar que ustedes han estado siempre m¨¢s c¨®modos con la derecha, con el PP. Y les comprendo, porque estuvieron a punto de conseguir el ¨²ltimo "regalo" de Aznar, el reconocimiento de la validez acad¨¦mica de la asignatura de religi¨®n...

R. ?Hombre! Es que ese reconocimiento proteg¨ªa el derecho de los padres a que se les garantizara la libertad de educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. Ahora, los socialistas quieren negar ese derecho, y eso nos parece un grave error, sin paliativos. Pero es que, adem¨¢s, la Iglesia tiene que salir al paso de una intoxicaci¨®n muy malintencionada y que se est¨¢ haciendo llegar a la sociedad afirmando que la Iglesia exige que la ense?anza de la religi¨®n sea obligatoria. ?Eso es rotundamente falso, y as¨ª nosotros no podemos hablar! La Iglesia lo que propone es que, quienes piden la ense?anza de la religi¨®n, (?y lo piden el 75% de los padres en un refer¨¦ndum anual que ya es expresi¨®n de voluntad!) tengan un derecho reconocido por todas las cartas de derechos humanos como es que un Estado generoso y justo arbitre los medios necesarios para que se pueda ejercer ese derecho.

P. Pero no parece que la sociedad espa?ola est¨¦ muy sensibilizada a la hora de apoyar esta reivindicaci¨®n de la Iglesia cat¨®lica...

R. Se equivoca usted, porque la sociedad s¨ª est¨¢ sensibilizada, s¨ª lo manifiesta como en pocas otras cosas. ?El 75% de los padres! ?Le parece a usted poco? Hay una petici¨®n clamorosa en la sociedad a favor de esa ense?anza y de su nivel acad¨¦mico.

P. Entonces habr¨¢ que esperar a ver esas manifestaciones clamorosas en las calles espa?olas de los sectores confesionales como siempre que han gobernado los socialistas, ?no?

R. Lo que s¨ª es cierto es que los padres y los ni?os desean la ense?anza de la religi¨®n en la escuela y que esa ense?anza tenga rango acad¨¦mico, y ellos lo piden respetuosamente. Otra cosa es que, al final, tengan que ir a la calle a manifestarse... que a lo mejor no. Los cat¨®licos no son muy dados a manifestarse, porque est¨¢n m¨¢s convencidos de la fuerza de la raz¨®n que de la fuerza de la calle, aunque puede que lo hagan, que como usted dice, no ser¨ªa la primera vez. Hasta ahora hay dos millones y medio de firmas pidiendo el estatus acad¨¦mico de la religi¨®n. Si quiere mi opini¨®n, le dir¨¦ que el Gobierno tiene ah¨ª un campo muy oportuno y adecuado para demostrar su sensibilidad hacia la voluntad de los ciudadanos. Y yo creo que el Gobierno s¨ª que lo va a hacer, que va a tratar de buscar una soluci¨®n, y le aseguro que Zapatero tendr¨ªa muchos m¨¢s votos si nos escuchara. Si llegamos a un acuerdo ser¨¢ un acuerdo hist¨®rico y yo no lo excluyo.

P. ?Est¨¢ prometiendo usted el voto de la Iglesia cat¨®lica a Zapatero?

R. Estoy prometiendo el apoyo pleno a este Gobierno si, en este asunto del estatus acad¨¦mico de la ense?anza de la religi¨®n, llegamos a un acuerdo de Estado.

P. ?Y si Zapatero no firma este acuerdo, qu¨¦ puede pasar, qu¨¦ har¨¢ la Iglesia?

R. Pues que seguir¨¢ arrastrando ese problema. Y la consecuencia ser¨¢ que tendremos una sociedad gobernada por unos pol¨ªticos que no son capaces de responder a las necesidades de esta sociedad... Desde luego la Iglesia va a apoyar claramente a los padres en sus reivindicaciones por todos los medios leg¨ªtimos a nuestro alcance.

P. O sea, que Zapatero har¨ªa bien en no provocar a la Iglesia cat¨®lica.

R. ?Por supuesto!, pero Zapatero y cualquier otro Gobierno sensato.

P. La cuesti¨®n de fondo es que donde ustedes denuncian el "laicismo", el Gobierno se limita a actuar para una sociedad que no se siente concernida por la moral de la Iglesia cat¨®lica. No s¨¦ si ustedes esperaban que su influencia en esta sociedad iba a perderse por los siglos de los siglos...

R. No se crea... La Iglesia es consciente de que las cosas han cambiado mucho, pero mucho, mucho, en este pa¨ªs. Pero no podemos aceptar que el "laicismo" que pretende imponer el Gobierno en la sociedad signifique que la religi¨®n sea algo que est¨¦ limitado al ¨¢mbito privado de las personas porque eso supondr¨ªa la imposici¨®n de un grave recorte de la libertad. Nosotros no pretendemos un estado confesional, pero el Gobierno tampoco puede imponer a la sociedad su visi¨®n laicista.

P. El problema que tienen ustedes es que no acaban de digerir que esa visi¨®n "laicista" ha impregnado tambi¨¦n a los suyos, a los millones de cat¨®licos que se divorcian, abortan y practican la libertad sexual.

R. La verdad es que no podemos negar que hay un proceso de apartamiento de la vida religiosa en la sociedad espa?ola. Pero tambi¨¦n es cierto que la impronta cat¨®lica sigue siendo muy alta, que la autoidentificaci¨®n de los espa?oles como cat¨®licos es muy elevada, aunque luego la pr¨¢ctica religiosa se reduce y baja hasta el 30%... Y es verdad que muchos que se dicen cat¨®licos abortan, se divorcian, aceptan una moral sexual desviada. Pero eso tiene una explicaci¨®n muy clara: que somos pecadores.

P. Pero entonces, es que tienen ustedes en sus filas a millones de pecadores, que adem¨¢s, no parecen dispuestos ni al prop¨®sito de la enmienda, ni al dolor de coraz¨®n, ni nada de nada. Me parece "algo" interesado por parte de la Iglesia que los contabilicen como suyos.

R. ?En absoluto! Si ellos, a pesar de su incoherencia y su infidelidad, se consideran cat¨®licos, no vamos a ser nosotros los que los apartemos de la vida de la fe. Y, por otra parte, le dir¨¦ que esos comportamientos desordenados de los cat¨®licos que se sienten arrastrados por la moral imperante, no les produce m¨¢s que dolor y sufrimiento, mientras que otros viven dentro de la Iglesia, convencidos de que ser cat¨®lico es lo bueno, lo que da la felicidad, lo mejor. En todo caso, la Iglesia no va a renunciar a denunciar el error y el pecado en todos los ¨¢mbitos de la vida social. Ser¨ªa renunciar a nuestra obligaci¨®n, a nuestra responsabilidad, ser¨ªa...

P. Ser¨ªa algo sorprendente, que la Iglesia tuviera actitudes y palabras de misericordia y comprensi¨®n con la gente que vive en este mundo. Me pregunto qu¨¦ pasar¨ªa si lo intentaran, si usted, por ejemplo, saliera un d¨ªa en la televisi¨®n, sin levantar ese dedo acusador que le define.

R. La Iglesia s¨ª que tiene muchas veces palabras de misericordia, ?s¨ª que las tiene!... Pero vivimos unos tiempos complicados en los que la jerarqu¨ªa de la Iglesia se ve abocada, obligada a pronunciarse con la claridad necesaria, sobre todo aquello que no podemos aceptar, y le dir¨¦ que no aceptaremos leyes que no protegen la estabilidad de la vida matrimonial, que no favorecen que los j¨®venes puedan formar familias abiertas a la vida, que introducen falsas monedas de matrimonio que no lo son porque, adem¨¢s, van a provocar graves problemas que ya est¨¢n emergiendo y que nos sit¨²an ante un pa¨ªs en recesi¨®n biol¨®gica, donde no hay hijos, donde los homosexuales disfrutan de la dignidad de ejercer, plenamente, sus derechos.

P. Siempre me pregunto, por qu¨¦ les obsesiona tanto el tema de los homosexuales: parece como si quisieran conjurar alg¨²n demonio familiar...

R. Mire, la Iglesia no tiene necesidad de conjurar demonio alguno, ni s¨¦ a qu¨¦ quiere usted referirse... Pero como ya le he dicho claramente, la Iglesia tiene la obligaci¨®n de posicionarse sobre lo que hacen los Gobiernos en los temas en los que se siente afectada. Nosotros no hemos declarado la guerra a los homosexuales, sino que, al contrario, defendemos sus derechos como personas; lo que no podemos es reconocerles derechos que simplemente no existen.

P. Pero, ?qu¨¦ poder tiene la Iglesia para decidir qui¨¦n tiene o no derechos en una sociedad democr¨¢tica?

R. ?Ah!, pero ?alguien tiene ese poder? ?El Parlamento? Pues entonces, el Parlamento ser¨ªa la raz¨®n humana o ser¨ªa el Monte Sina¨ª... El Parlamento es una instituci¨®n muy importante pero no define qui¨¦n tiene derechos.

P. Entonces, en su opini¨®n, ?qui¨¦n crea y define esos derechos?

R. Los derechos los crea y los define la naturaleza y la raz¨®n humana; y est¨¢ claro que los Parlamentos no son, no pueden ser, la instancia ¨²ltima de la legitimaci¨®n de esos derechos que, para la Iglesia, solo en Dios est¨¢ esa instancia ¨²ltima. Y, mire usted, estos gobernantes que dicen que los homosexuales tienen este derecho a contraer matrimonio son los que me tienen que demostrar que existe ese derecho. O sea, que me digan por qu¨¦ Felipe Gonz¨¢lez estaba ciego y Zapatero ha visto la luz. ?Por qu¨¦ nadie propuso antes que se reconociese ese derecho?

P. Por la misma raz¨®n que antes no hab¨ªa una ley que protegiera a las mujeres contra la violencia de sus parejas y la Iglesia les recomendaba la resignaci¨®n cristiana. Me pregunto si usted en el fondo piensa, la Iglesia piensa, que los homosexuales simplemente son unos viciosos.

R. Creo que estamos hablando de cosas muy distintas, usted y yo. Pero usted no puede afirmar que la Iglesia no tenga actitudes de comprensi¨®n y misericordia frente a los homosexuales, porque est¨¢n ah¨ª sus documentos. Mire, la cuesti¨®n es que con la invenci¨®n de este derecho al matrimonio de los homosexuales, se violenta la raz¨®n humana y puede tener consecuencias para la vida social... En cuanto a si los homosexuales son viciosos... pues depende... porque los hay de todo tipo y, desde luego, lo que no est¨¢ claro, es que el origen de la homosexualidad sea biol¨®gico, no est¨¢ nada claro eso...

P. Lo que s¨ª parece claro, aunque en pol¨ªtica nunca se sabe, es que Zapatero est¨¢ decidido a llevar a cabo sus planes legislativos. ?Est¨¢ la Iglesia cat¨®lica preparada para un choque de trenes?

R. Bueno. Si nos atenemos a lo que o¨ªmos de los que hablan en nombre de Zapatero, hay que creer que el Gobierno est¨¢ dispuesto a mantener los acuerdos con la Iglesia, los acuerdos por los que se rige la libertad de la Iglesia en Espa?a. En ese sentido, no habr¨¢ un choque de trenes, mientras el Gobierno no ponga en juego la libertad de la Iglesia. Y la Iglesia no tiene por qu¨¦ pensar que esto se va a poner en juego. Pero no nos enga?emos. Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno son correctas, pero son dif¨ªciles, porque en estos momentos hay grandes discrepancias en cuestiones que, para nosotros, son muy importantes. Sin embargo y pese a todo, la Iglesia cat¨®lica no pretende cambiar las reglas del juego. No pretende volver al estado confesional, en contra de lo que se est¨¢ diciendo para desprestigiarnos. En cualquier caso, queda claro que la Iglesia va a mantener siempre la paz social; no va a promover la guerra civil, ni a romper las relaciones con el Gobierno.

P. Es que estaba pensando en el plan de movilizaciones que est¨¢n ustedes promoviendo contra el Gobierno, aunque pongan de pantalla a las organizaciones sociales, en esa pr¨¢ctica tan conocida de "tirar la piedra y esconder la mano"...

R. ?Usted cree que la Iglesia tiene esa pr¨¢ctica en Espa?a? Le dir¨¦ que la Iglesia no est¨¢ detr¨¢s de esas movilizaciones, aunque las comprende y alienta, porque son derechos democr¨¢ticos que el Gobierno no puede negar. En cualquier caso, esos ciudadanos son responsables de lo que hacen porque nadie les presiona para que se movilicen aunque, desde luego, sus razones son nuestras razones. La Iglesia no se oculta, sino que tiene otra forma de actuar, como son los intentos de di¨¢logo, de acuerdos... Pero tengo inter¨¦s en que quede muy claro que la Iglesia no va a alterar la paz social ni se plantea ning¨²n tipo de ruptura.

P. La Iglesia se siente perseguida, dicen ustedes. La verdad es que se beneficia de una cuantiosa aportaci¨®n econ¨®mica, que les llega desde hace muchos a?os, de las arcas del Estado. Es una forma muy singular de persecuci¨®n, ?no le parece? Imag¨ªnese que Zapatero decide suspender la subvenci¨®n y pasarles la factura de lo que no han devuelto.

R. ?Imag¨ªnese usted que la Iglesia decide pasarle la factura al Gobierno del valor de su aportaci¨®n en concepto de ayuda social! Le aseguro que ser¨ªa incalculable, que no estar¨ªa muy claro qui¨¦n debe m¨¢s a qui¨¦n. Pero que est¨¦n tranquilos, que la Iglesia no va a pasar factura al Gobierno, porque somos gente seria y actuamos por principios. No s¨¦ c¨®mo hay que llamarle a lo que est¨¢ pasando, si no se quiere llamar persecuci¨®n; pero le aseguro que, para nosotros, las diferencias que estamos sufriendo en cuanto a la ense?anza de la religi¨®n es algo mucho m¨¢s importante que los 30 millones de euros que nos dan al a?o, que tampoco es una cantidad desorbitada. Yo le digo y le repito que nosotros no entendemos por qu¨¦ se nos impide organizar la ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica tal y como queremos. Solo un prejuicio antirreligioso puede explicarlo.