Los vecinos de Sagrera piden medidas sociales y policiales contra las bandas
Unos 250 vecinos del barrio de Sagrera (Barcelona) exigieron ayer medidas sociales y policiales para acabar con los episodios violentos que han protagonizado las bandas de j¨®venes latinos en la zona. La concentraci¨®n, con cacerolada de cinco minutos incluida, se produjo en la plaza del General Moragues, a escasos metros de donde hace dos semanas fue duramente apaleado un joven del barrio.
La Plataforma Pel Civisme, formada cuatro d¨ªas despu¨¦s de la agresi¨®n e integrada por una quincena de entidades, ley¨® un comunicado que bajo el t¨ªtulo de "Queremos convivir en paz" daba fe del miedo y la angustia con la que viven los vecinos. Adem¨¢s, el texto exig¨ªa a las administraciones que "acent¨²en las medidas preventivas y tambi¨¦n las policiales antes de que se tenga que lamentar una desgracia irreparable". "Oyes golpes y gritos, pero cuando llega la Polic¨ªa ya no hay nadie", explicaba una vecina, que reconoce que siente miedo cuando sus hijas salen por el barrio. "Ahora ya no lo hacen si no es con todo su grupo de amigas", a?ad¨ªa. Judith, portavoz de la plataforma, pidi¨® que se incremente la vigilancia policial y se aligeren los tr¨¢mites para interponer las denuncias, pero avis¨® de que el problema no se resolver¨¢ a largo plazo "si no se hace nada por integrar a estos j¨®venes".
En el ¨²ltimo a?o se han sucedido las agresiones y robos en la zona protagonizados por bandas juveniles. Los vecinos explican que esta ¨²ltima semana han dejado de verse por la presi¨®n policial. "Antes, era frecuente o¨ªr que a uno le hab¨ªan pegado o robado el m¨®vil", aseguraba uno de los padres concentrados.
A Pol, de 15 a?os, se lo robaron hace meses. "Me metieron en un aparcamiento de una patada y me lo quitaron a golpes. A mi colega le quitaron la cartera". Cuenta que eran seis, de su misma edad, y que los vio unos d¨ªas despu¨¦s en la puerta del Instituto Joan Fuster, donde estudia. Explica que de cruzarse con las bandas, lo mejor es darse la vuelta y, si ya es tarde, no mirarles "porque las posibilidades de que te peguen aumentan".
"Cada vez que salen, es un sinvivir", contaba un padre.
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