Lecciones de guerra
El Ministerio de Defensa imparte un curso a periodistas sobre c¨®mo actuar en conflictos
Desde que alguien esconde una mina antipersona en cualquier agujero del mundo hasta que otra persona se aproxima a ella, a un periodista le puede dar tiempo a ir y volver de varias guerras. Con ardiente paciencia, la mina seguir¨¢ esperando bajo tierra. Cuando el reportero est¨¦ cerca de ella, seguramente no la ver¨¢. Y si alguna remota posibilidad tiene de intuir su presencia, ser¨¢ asistiendo a las clases de los mejores expertos en desminado. A lo largo de los dos ¨²ltimos meses la Escuela de Guerra del Ministerio de Defensa ha impartido un curso de unas 60 horas a 25 periodistas espa?oles. Clases de primeros auxilios, de conducci¨®n de veh¨ªculos todoterreno, orientaci¨®n por sat¨¦lite GPS, operaciones sobre el terreno con carros de combate y vuelos en helic¨®ptero con gafas de visi¨®n nocturna.
Si pasa un avi¨®n o un helic¨®ptero por encima, hay que quedarse quieto
Los torniquetes, en la mayor¨ªa de los casos, no son necesarios para detener hemorragias
Y ah¨ª tenemos, en la sede de la Escuela de Guerra del Ej¨¦rcito, a cinco minutos en coche de la Puerta del Sol, a un m¨¦dico militar pregunt¨¢ndonos en la clase de primeros auxilios:
-Un compa?ero tuyo va al lado. Y le estalla una mina. Est¨¢ pidiendo a gritos que le ayudes, que hagas algo, que te muevas. ?Qu¨¦ puedes hacer?
Siempre se puede hacer algo. Eso es lo que se esfuerzan en repetir los militares, los m¨¦dicos en primeros auxilios... Siempre. Pero, ?qu¨¦ hacer ahora?
-Un torniquete -propone alguien.
-Llevarlo al coche y evacuarlo inmediatamente -propone otro periodista.
Ni torniquete. Ni llevarlo al coche. Dejemos al compa?ero pidiendo a gritos que lo saquen de ah¨ª, y vayamos a la conferencia del capit¨¢n Luis Bl¨¢zquez, especialista en explosivos. El capit¨¢n muestra un variad¨ªsimo surtido de minas antipersonas. Esa de ah¨ª, tan chiquitita, parece una caja de domin¨®, es de la II Guerra Mundial, pero funciona muy bien. Aquella otra de la esquina parece una tarta con una antena de radio clavada encima. La tarta suele ir enterrada y el dispositivo explota con s¨®lo rozar la antena. ?sta lleva un cable que puede ir enganchado a un tronco, a una pared, a un veh¨ªculo abandonado; ser¨ªa muy dif¨ªcil ver el cable en condiciones normales. Con s¨®lo rozarlo, estallar¨ªa. Esa de ah¨ª tiene la forma de una botella de refresco. La botella ir¨ªa enterrada, pero si nos fijamos bien ver¨ªamos la punta de la bomba, del tama?o de un tap¨®n en forma de estrella, sobresalir en el terreno.
Bl¨¢zquez previene a los periodistas:
-Las minas suelen situarse en edificios o instalaciones abandonados, al lado de objetos llamativos, junto a cad¨¢veres y sobre todo... al lado de proyectiles y armas abandonadas. Uno de los errores m¨¢s est¨²pidos que se pueden cometer, ?y se cometen! es el de coger recuerdos de guerra: balas, misiles, fusiles, metralla... Ahora -advierte el capit¨¢n Bl¨¢zquez- vamos a salir al campo. En un camino de unos 50 metros veremos cu¨¢ntos indicios de minas o cu¨¢ntas minas son ustedes capaces de detectar.
Se ve¨ªan restos de proyectiles en el suelo, hondonadas en el terreno, y latas de Coca-Cola metidas en ramas de arbustos. Minutos antes el capit¨¢n hab¨ªa advertido de que las minas sol¨ªan colocarse al lado de restos de proyectiles o junto a objetos llamativos. Pero el cable tendido de un lado a otro de la senda nadie lo vio, con lo cual, habr¨ªamos saltado por los aires. Tampoco vio nadie las piedras, unas sobre otras y pintadas, a un par de metros del camino, posibles indicios de zona minada. Y el capit¨¢n Bl¨¢zquez pregunt¨®:
-?Han visto alguna mina como esta que os ense?¨¦ antes?
Mostraba la chapa del tama?o de un tap¨®n de cerveza. Ninguno de los 25 la hab¨ªa visto. Y yac¨ªa a s¨®lo metro y medio del camino principal.
Las lecciones continuaron en distintos lugares de Madrid. En el campo de batalla hay que situarse lo m¨¢s alejado posible de los puestos de mando, donde se encuentran los oficiales con sus mapas y sus ordenadores y transmisores. Las bombas van buscando los transmisores. Y si cae el proyectil de un mortero cerca, en el agujero que haga en el suelo, ah¨ª hay que tirarse, porque es muy raro que caiga otro mortero en el mismo sitio. Si pasa un avi¨®n o un helic¨®ptero por encima, hay que quedarse quieto. Y alejarse de cualquier veh¨ªculo, porque ¨¦se s¨ª que es un objetivo rentable para el helic¨®ptero enemigo.
Si alguien pierde la consciencia, ya sea en la guerra o en un accidente de tr¨¢fico, la primera medida es comprobar que no se est¨¢ asfixiando con su propia lengua. ?sa es la causa de muchas muertes. Hay que inclinarle la cabeza levemente hacia arriba y presionarle sobre la barbilla para que la lengua vuelva a su posici¨®n natural.
Lo que la memoria retiene despu¨¦s de sesenta horas de curso, es, precisamente, lo que nunca se debe hacer. Si pica una serpiente, nada de chupar en la herida para escupir el veneno, porque se corre el riesgo de que el veneno penetre en cualquier mini herida de la boca.
Ante una herida, nunca extraer lo que se ha metido en el cuerpo. Ni bala ni cuchillo. Nunca hay que emplear algod¨®n al limpiar una herida. Suelen quedar filamentos que contribuyen a infectarla. El alcohol tampoco es aconsejable. Quema la herida y mantiene las bacterias. Mejor agua oxigenada. Y sobre todo: mucho cuidado con los torniquetes. En la inmensa mayor¨ªa de los casos no son necesarios para detener una hemorragia y ponen en peligro la vida del herido. Basta con presionar directamente sobre la herida con un pa?uelo o tejido lo m¨¢s limpio posible, vendar la herida, levantar la extremidad por encima del nivel del coraz¨®n y presionar la arteria del brazo o de la pierna. Lo m¨¦dicos ense?an a localizar la arteria.
Pero volvamos a la clase en que el compa?ero que hab¨ªa sido alcanzado por un mina. Hay quien sugiere trasladarlo al hospital m¨¢s pr¨®ximo. Pero los expertos en explosivos advierten:
-Ir a por ¨¦l ser¨ªa una forma casi segura de que ustedes caigan tambi¨¦n. Por m¨¢s que implore ayuda, el ¨²nico que puede actuar sobre la herida en ese momento es ¨¦l mismo. Pero ¨¦l tendr¨¢ otras cosas en las que pensar. Y ustedes, a unos pocos metros de ¨¦l pueden hacer mucho. Su vida puede depender de que ustedes conserven la calma. H¨¢blenle, d¨ªganle c¨®mo detener su propia hemorragia. Piensen que siempre se puede hacer algo.
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