Guardia Urbana antidisturbios
La unidad antidisturbios de la Guardia Urbana volvi¨® a hacer el pasado lunes por la tarde, mientras Barcelona quedaban bloqueada por la lluvia y el granizo, una nueva demostraci¨®n de sus malas maneras al impedir a porrazos la instalaci¨®n de una acampada de la campa?a del 0,7% en la Diagonal, ahora que se debat¨ªan los Presupuestos del Estado, de la Generalitat y del Ayuntamiento. Acampada que pudo instalarse el martes tras la tormenta pol¨ªtica desatada por las cr¨ªticas de la oposici¨®n, as¨ª como de ICV y ERC. Tanto desde la Plataforma del 0,7 -una reivindicaci¨®n que contin¨²a moviendo el mundo- como desde muchos despachos del Ayuntamiento, parece que se pretende cargar con la responsabilidad de dicha actuaci¨®n al concejal de Seguridad, Jordi Hereu. Pero la responsabilidad de las malas maneras de esta unidad hay que buscarlas en una decisi¨®n pol¨ªtica tomada a m¨¢s alto nivel en 1999. Desde hace cinco a?os esta unidad antidisturbios ha realizado varias demostraciones de su porra ligera, sin respetar siquiera normas que cualquier gabinete de imagen recomienda no romper nunca. Por ejemplo, amenazar y agredir a la prensa. Eso ha ocurrido en diferentes acciones de desalojo de okupas y ha motivado reiteradas quejas del Sindicato de Periodistas de Catalu?a. Tanto los socios de gobierno de ERC e ICV como la oposici¨®n de CiU hab¨ªan cuestionado ya reiteradas veces la asunci¨®n de competencias antidisturbios de esta unidad, al tiempo que advert¨ªan de su incapacidad para modular su violencia disuasoria. Yo mismo, que compart¨ª momentos entra?ables con guardias urbanos que conduc¨ªan camiones de ayuda humanitaria hacia Kosovo, fui agredido por miembros de esta unidad antidisturbios el d¨ªa de la huelga general de junio de 2002 mientras observaba una carga de la Guardia Urbana en la catedral, pese a identificarme como periodista. Y aunque semanas m¨¢s tarde consegu¨ª hablar con un mando de dicho cuerpo que me prometi¨® que investigar¨ªa lo que hab¨ªa ocurrido, todav¨ªa espero una disculpa, bien del jefe de este cuerpo, bien de alg¨²n responsable pol¨ªtico.
La asunci¨®n de misiones antidisturbios de esta unidad debe remontarse al conflicto del convenio de trabajadores del Ayuntamiento en 1999. Este conflicto coincidi¨® con los expedientes a bomberos que se hab¨ªan negado a lavar su ropa impregnada de productos t¨®xicos en la lavadora de su domicilio. As¨ª, puesto que las protestas de funcionarios y bomberos incomodaban al alcalde, ¨¦ste recurri¨® a la Unidad Administrativa y de Intervenci¨®n, unidad que posee material antidisturbios para misiones en las que puede ser agredida o necesita aplicar la fuerza, como cuando controla el entorno de un campo de f¨²tbol, persigue el top manta, o controla la alcoholemia en la zona de prostituci¨®n del Camp Nou. As¨ª toma fuerza esta unidad, cuyos miembros cobran un plus especial, que les convirti¨® en lo que se cononoce como la Guardia Pretoriana del alcalde cada vez que sale de la Casa Gran. Pero pas¨® el conflicto del convenio y cuatro furgonetas de esta unidad continuaron no s¨®lo acompa?ando al alcalde en la mayor¨ªa de sus actos, sino resolviendo "peque?os incidentes" como desalojos de okupas o represi¨®n de manifestaciones no autorizadas; es decir, que actuaba cada vez m¨¢s como una unidad antidisturbios del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, pero demostrando una nula profesionalidad y da?ando la imagen de este cuerpo que siempre ha querido estar cerca del ciudadano. Esta apropiaci¨®n indebida de la unidad como guardia pretoriana del alcalde se pon¨ªa de manifiesto, por ejemplo, en el hecho de que, mientras que los actos pol¨ªticos, c¨ªvicos o electorales que se celebraban en la ciudad de Barcelona a los que acud¨ªan consejeros de la Generalitat de CiU o el mismo Jordi Pujol no se impuso la norma de que siempre aparecieran una hora antes cuatro furgonetas de antidisturbios de los Mossos d'Esquadra, cada vez que Clos sal¨ªa del consistorio en acto oficial, tres o cuatro furgonetas antidisturbios tomaban posiciones para proteger a un alcalde que prometi¨® en la ¨²ltima campa?a hacer de Barcelona la mejor ciudad del mundo. El equipo de gobierno consigui¨® que Clos renunciara a salir acompa?ado por esta unidad tras el anuncio del alcalde de que pasado el F¨®rum iba a acercarse a los barrios. Algunos pensamos que esta unidad volv¨ªa por fin a los cometidos que le eran propios. La carga del pasado lunes demostr¨® que en el consistorio a¨²n hay quien piensa que los cuerpos que deber¨ªan actuar en tales casos, y que han demostrado un mayor tacto, son el Nacional de Polic¨ªa y los Mossos d'Esquadra.
Xavier Rius-Sant es periodista.
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