Espa?a se mueve
Despu¨¦s de nueve meses de declaraciones y contradeclaraciones, con el presidente Zapatero en el papel de ¨¢rbitro discreto que contempla sin inmutarse los desahogos de los dem¨¢s, el debate territorial se acerca a la hora de los alumbramientos de los Estatutos, en que cada cual deber¨¢ asumir sus responsabilidades. La votaci¨®n, el pr¨®ximo d¨ªa 30, del plan Ibarretxe en el Parlamento vasco, es la se?al de partida de un a?o en que buena parte de la tensi¨®n pol¨ªtica se concentrar¨¢ en la renovaci¨®n del marco institucional de la democracia.
El per¨ªodo de gestaci¨®n aporta algunas novedades significativas. Por primera vez, ha sido Catalu?a y no el Pa¨ªs Vasco la que ha llevado la voz cantante. La llegada al poder del tripartito catal¨¢n signific¨® el cumplimiento de la alternancia, algo que parec¨ªa imposible en las comunidades hist¨®ricas gobernadas por los nacionalistas. El cambio se hizo en clave derecha-izquierda, con lo cual romp¨ªa la l¨ªnea fronteriza que separaba a nacionalistas y no nacionalistas, sobre la que se hab¨ªa construido la hegemon¨ªa del nacionalismo conservador. Roto este tab¨², la alternancia era posible y el juego se abr¨ªa considerablemente. Y si las potencialidades de la apertura se vieron frenadas es porque, de momento, Pasqual Maragall se ha dejado llevar por la inercia de la repetici¨®n y ha dejado de lado la deconstrucci¨®n y renovaci¨®n del imaginario nacionalista.
Catalu?a aparece como protagonista de la revisi¨®n del marco institucional de la democracia, cuando en realidad el cambio m¨¢s importante se ha producido en el Pa¨ªs Vasco: el fin del tab¨² de la imbatibilidad de ETA. La imposibilidad de acabar policialmente con ETA ha sido uno de los grandes t¨®picos de la democracia espa?ola. Este tab¨² se ha desvanecido, y hay que reconocer a Aznar y a Zapatero la parte de m¨¦rito que les corresponde. Ahora est¨¢ muy extendida -tanto como antes la contraria- la idea de que ETA es vulnerable, est¨¢ muy desmantelada y ha entrado en un per¨ªodo lento pero irreversible de desguace. Un paso insuficiente pero necesario para que el bloqueado juego pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco pueda abrirse.
Veinticinco a?os despu¨¦s, la democracia espa?ola somete a revisi¨®n sus reglas del juego. Las sociedades cambian y el entorno tambi¨¦n: que las leyes se adapten a los tiempos forma parte de las obligaciones de los pol¨ªticos. ?Es necesaria esta movida? Podr¨ªa dar la impresi¨®n de que responde m¨¢s a intereses de la superestructura pol¨ªtica (el cerrado complejo pol¨ªtico-medi¨¢tico) que a preocupaciones de la sociedad. Algunos de los argumentos que se han dado son d¨¦biles. La necesidad de lo local para equilibrar el poder de lo global tiene m¨¢s de coartada, de discurso de buena conciencia para disimular la impotencia de la pol¨ªtica, que de realidad. El argumento generacional -nuevas generaciones renuevan el edificio que la generaci¨®n de la transici¨®n construy¨®- choca con la extensa biograf¨ªa de algunos de los protagonistas y con la escasa novedad de muchos de los argumentos. La presentaci¨®n de la reforma como reparaci¨®n de las insuficiencias del proceso constitucional s¨®lo tendr¨ªa sentido si se trabajara en claves realmente actuales y no en la repetici¨®n de los viejos t¨®picos.
La renovaci¨®n del marco institucional es posible y deseable si contribuye a desdramatizar el concepto de soberan¨ªa y a favorecer la segunda revoluci¨®n laica (la separaci¨®n de naci¨®n, cultura, lengua y Estado) conforme a un horizonte real de integraci¨®n europea; a crear los cauces adecuados para la paulatina y real incorporaci¨®n de pleno derecho de los nuevos ciudadanos que vienen del extranjero; a conseguir la vertebraci¨®n democr¨¢tica interna de las comunidades hist¨®ricas, empezando por la vasca, ejemplo d¨®nde los haya de fracaso en la construcci¨®n de una sociedad integrada; y a construir un sistema de relaci¨®n entre las comunidades aut¨®nomas que acabe con la antip¨¢tica pretensi¨®n de las naciones hist¨®ricas de ser manifiestamente distintas de las dem¨¢s.
Toda comunidad tiene derecho a desear para s¨ª el m¨¢ximo poder posible, pero no a impedir que los dem¨¢s lo tengan, como si la limitaci¨®n de los dem¨¢s fuera condici¨®n necesaria para asegurar la plenitud propia. Espa?a se mueve. Es hora de empezar a concretar hacia d¨®nde. El presidente Zapatero ha demostrado que es capaz de romper tab¨²s del espa?olismo rancio. Ser¨ªa bueno saber hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar. Para que las piezas del puzzle encajen se tendr¨¢n que pulir muchas aristas o ampliar muy significativamente los l¨ªmites del tablero.
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