Proceso il¨®gico
Quiero relatar el proceso de naturaleza il¨®gica que vienen desarrollando tanto los responsables de la gerencia del hospital de la Paz como la Defensora del Paciente de la Comunidad de Madrid.
El caso es el siguiente: la normativa del hospital obliga a que s¨®lo haya dos personas acompa?ando al enfermo a partir de las 15.00, mediante el uso de dos tarjetas electr¨®nicas. Hasta ah¨ª, la medida puede ser m¨¢s o menos acertada; pero lo grave es que debiera existir una l¨®gica aplicaci¨®n de dicha medida, cosa bastante discutible en este caso. Por ejemplo:
1. Persona colocada en los tornos cuya ¨²nica misi¨®n es decidir en base a su criterio subjetivo si tu situaci¨®n es lo bastante desesperada como para dejarte pasar, aunque no tengas pase.
2. Si la medida es para facilitar el trabajo y la seguridad del recinto, no se encuentra muy normal el hecho de que si pasamos 500 personas a las 14.59, se nos deje acceder a cualquier habitaci¨®n.
3. ?Qu¨¦ ocurre si hay ya dos personas con el paciente y resulta que al no haber tel¨¦fono en la habitaci¨®n resulta imposible avisar a cualquiera de los acompa?antes para que te deje el pase, si no dispone de m¨®vil? (?D¨®nde est¨¢ la igualdad de trato para todos?).
4. Como este pa¨ªs sigue teniendo maneras de Rinconete y Cortadillo, existe la posibilidad de pasar a trav¨¦s de urgencias, con lo cual hay que ser listillo o un caradura para poder acceder.
Al intentar realizar una reclamaci¨®n, se me da a entender lo siguiente: si quiero pasar y no pongo la queja, no hay problemas, pero al mantener mi postura, la reacci¨®n es la siguiente: "Si ya sabe d¨®nde va a ir esto"; no obstante, como soy un ingenuo, sigo adelante. La respuesta a dicha queja (no sobre la medida, que de por s¨ª ya es cuestionable, sino a la aplicaci¨®n in¨²til, injusta y poco eficaz) es que se trata de un reforzamiento de las medidas previstas en el plan de seguridad del hospital de La Paz. Evidentemente, no han le¨ªdo mi reclamaci¨®n y sus causas. Claro que algo parecido ha debido pasarle a la Defensora del Paciente de nuestra Comunidad, porque su respuesta es id¨¦ntica a la de la jefa de Servicio de Atenci¨®n al Paciente.
Da gusto comprobar c¨®mo se toman en serio su trabajo aquellos empleados p¨²blicos a los que pagamos. S¨®lo me queda, pues, escribirles para que los lectores sepan la clase de directivos p¨²blicos que tenemos y tambi¨¦n esperar que reciban el mismo trato que nosotros el d¨ªa que tengan que visitar a alg¨²n ser querido que se encuentre desgraciadamente enfermo, aunque me cabe la duda de pensar si la jefa de Servicios de Atenci¨®n al Cliente o la Defensora del Paciente ir¨¢n a un hospital p¨²blico.
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