S¨ªmbolo y reafirmaci¨®n del proyecto europeo
El pasado 29 de octubre ten¨ªa lugar en Roma la firma del tratado por el que se establece la primera Constituci¨®n para Europa.
Como presidente de una de las cinco instituciones sobre las que se articula el actual modelo europeo tuve el privilegio de asistir a tan importante acontecimiento.
Una vez que el tratado sea ratificado por todos los Estados miembros, la Constituci¨®n europea se convertir¨¢ en carta fundamental de los ciudadanos europeos, como lo son hoy sus propias Constituciones nacionales.
Debo decir, en primer lugar, que no es mi intenci¨®n en este momento el realizar un an¨¢lisis cr¨ªtico y pormenorizado del contenido de la Constituci¨®n europea. M¨¢s bien al contrario, mi contribuci¨®n pretende destacar su importancia desde una perspectiva hist¨®rica y global.
En mi opini¨®n, este tratado representa en primer lugar la culminaci¨®n de un proceso. En los ¨²ltimos 15 a?os Europa ha vivido de forma vertiginosa una serie de acontecimientos que, sin duda, han cambiado el escenario geopol¨ªtico europeo como pocos pod¨ªan haber imaginado. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el avance integrador de los sucesivos tratados firmados en estos a?os (Maastricht en 1992, Amsterdam en 1997 o Niza en 2001) y la culminaci¨®n de la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea a los pa¨ªses del Este en 2004, han cambiado en muy poco tiempo nuestro mapa pol¨ªtico. Hoy, la Uni¨®n Europea la forman 25 pa¨ªses que engloban a m¨¢s de 450 millones de ciudadanos. Es ¨¦sta una realidad hist¨®rica sin precedentes, que debe ser valorada en toda su extensi¨®n. Hoy, el modelo europeo, ¨²nico en su configuraci¨®n y articulaci¨®n, se ha convertido en uno de los m¨¢s importantes ejemplos de desarrollo organizativo de los pueblos en favor de la paz y el progreso de todos sus miembros, sobre la base de los principios de democracia, pluralismo y solidaridad.
En este sentido, la primera Constituci¨®n para Europa viene a representar la confirmaci¨®n de este modelo pol¨ªtico, econ¨®mico y social: "Un continente unido en la diversidad".
Para entenderlo en toda su trascendencia hist¨®rica hemos de echar la vista atr¨¢s, y recordar brevemente el camino recorrido desde los a?os que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros d¨ªas. Este ejercicio nos ayudar¨¢ a valorar con la importancia que se merecen todos los logros alcanzados.
Cuando el 9 de mayo de 1950 Robert Shuman hac¨ªa su famosa declaraci¨®n inspirada en el plan dise?ado por Jean Monet, no hab¨ªan transcurrido m¨¢s que cinco a?os desde el final de la contienda. Conscientes de que el espectro de una guerra deb¨ªa ser enterrado para siempre, la declaraci¨®n de Robert Shuman, tendiendo la mano a todos los pa¨ªses europeos dispuestos a trabajar por la paz y el progreso de los pueblos de Europa, compartiendo los mismos valores y principios, represent¨® el punto de partida de la Europa que conocemos hoy.
De dicha declaraci¨®n naci¨® el primer tratado sobre el carb¨®n y el acero, germen de los posteriores tratados que vendr¨ªan despu¨¦s. En su declaraci¨®n de 1950 Shuman ya ambicionaba un objetivo pol¨ªtico mucho m¨¢s amplio que un mero acuerdo de contenido econ¨®mico. Ambicionaba una Europa unida como modelo al servicio de la paz y el desarrollo pac¨ªfico de los pueblos, que estuviera cimentada en una solidaridad de hecho entre los mismos. La prosperidad y el progreso habr¨ªan de venir despu¨¦s como una consecuencia l¨®gica de la estabilidad pol¨ªtica que este modelo vendr¨ªa a garantizar.
Y as¨ª ha sido. No exento de dificultades ni de esfuerzo, Europa ha tra¨ªdo a sus miembros, sobre todo, estabilidad pol¨ªtica, y con ella, desarrollo y progreso. Pongamos como ejemplo la reciente adhesi¨®n de 10 nuevos Estados. En muy poco tiempo estos pa¨ªses han sido capaces de convertir sus anteriores modelos pol¨ªticos en j¨®venes democracias cumpliendo todos los requisitos que les exig¨ªa la Uni¨®n Europea para su adhesi¨®n.
?Y qu¨¦ va a representar la Constituci¨®n europea en este proceso? En primer lugar est¨¢ llamada a ser el s¨ªmbolo de un proyecto com¨²n; en segundo lugar es la culminaci¨®n de un proceso que reafirma sus valores, logros y compromisos adquiridos; por ¨²ltimo incorpora importantes novedades, algunas de las cuales ser¨¢n determinantes para seguir avanzando en el proyecto europeo.
La Constituci¨®n europea clarifica y simplifica el contenido de los tratados e indica claramente las ¨¢reas sobre las que los Estados miembros han transferido competencias a la Uni¨®n. Distingue as¨ª entre categor¨ªas exclusivas de la Uni¨®n y categor¨ªas compartidas. Todas ellas tienen un denominador com¨²n, la cesi¨®n de soberan¨ªa en aquellas ¨¢reas sobre las que existe un com¨²n acuerdo de que la gesti¨®n a nivel europeo beneficia a todos (mercado interior, uni¨®n aduanera, cohesi¨®n econ¨®mica social y territorial, agricultura y pesca, transportes, pol¨ªtica monetaria para los pa¨ªses de la eurozona, etc¨¦tera, por citar algunas de ellas).
Este principio es clave para entender el modelo europeo y as¨ª queda recogido en el art¨ªculo primero del texto constitucional: "La presente Constituci¨®n... crea la Uni¨®n Europea, a la que los Estados miembros atribuyen competencias para alcanzar sus objetivos comunes".
Adem¨¢s de simplificar y clarificar el contenido de los tratados existentes, merece la pena destacar algunas de las novedades que el texto de la Constituci¨®n incorpora. Entre las m¨¢s relevantes estar¨ªan la Presidencia permanente del Consejo Europeo o la creaci¨®n del ministro de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n. Sin duda que estas medidas contribuir¨¢n a reforzar la pol¨ªtica exterior, donde la Uni¨®n Europea est¨¢ llamada a realizar un importante papel en el futuro. T¨¦ngase en cuenta que la Uni¨®n Europea tiene delegaciones en m¨¢s de 140 pa¨ªses y que es el mayor donante de ayuda exterior y cooperaci¨®n al desarrollo del mundo.
Otro aspecto clave es el papel que se atribuye al ciudadano europeo. Aparte de reconocer la doble ciudadan¨ªa, la nacional y la europea, el texto constitucional refuerza de un lado el poder legislativo y pol¨ªtico del Parlamento Europeo, como depositante de la soberan¨ªa popular. El hecho de que la mayor parte de la leyes hayan de ser aprobadas por el Parlamento Europeo, as¨ª como la elecci¨®n del presidente de la Comisi¨®n Europea, no hacen sino reforzar ese poder que emana directamente de la ciudadan¨ªa. Otro reconocimiento al papel del ciudadano europeo es el derecho de iniciativa legislativa popular, que podr¨¢ ser ejercido por al menos un mill¨®n de ciudadanos que representen un cierto n¨²mero de pa¨ªses.
Ser¨ªan muchos m¨¢s los aspectos a destacar, como la nueva cl¨¢usula de solidaridad en casos de cat¨¢strofes naturales o ataques terroristas, la reafirmaci¨®n de la pol¨ªtica de cohesi¨®n econ¨®mica social y territorial o la posibilidad de que existan cooperaciones reforzadas entre Estados miembros. Todos estos principios, los nuevos y los ya existentes, pero ahora reafirmados en el texto de la Constituci¨®n Europea, nos han de permitir seguir avanzando en este modelo de paz, progreso y solidaridad.
No quiero terminar sin expresar cierta preocupaci¨®n por la indiferencia que las cuestiones europeas suscitan muchas veces entre los ciudadanos, a pesar de la importancia que ¨¦stas tienen sobre los mismos. El bajo ¨ªndice de participaci¨®n en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo es buena muestra de ello. Creo, en este sentido, que todos debemos hacer un mayor esfuerzo por acercar Europa a los ciudadanos. Tengamos presente que Europa nos concierne a todos.
Juan Manuel Fabra Vall¨¦s es presidente del Tribunal de Cuentas Europeo, antiguo miembro del Parlamento Europeo y del Congreso de los Diputados de Espa?a.
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