Los nombres
Resulta escandaloso que llamemos "tirar de la cadena" al hecho de accionar el dispositivo de la cisterna del retrete. ?Es que nadie se ha dado cuenta a¨²n de que no hay cadena del mismo modo que en el matrimonio entre homosexuales no hay "mater"? Qu¨¦ fatiga produce tener que demostrar, semana tras semana, lo evidente. Para tirar de la cadena, tiene que haber una cadena, por favor. Nos subleva la pasividad con la que los individuos y las instituciones asisten a este horrible espect¨¢culo por el que se deja de llamar a las cosas lo que son. Y a ver si se nos entiende bien: no es que estemos en contra de los mecanismos de evacuaci¨®n actuales. Lo que nos indigna y crispa es que se le llame tirar de la cadena a una cosa que no sabemos lo que ser¨¢, porque no somos ling¨¹istas, pero que no es tirar de una cadena ni nada que se le parezca remotamente.
Y esto no es una opini¨®n personal, sino que est¨¢ en la propia naturaleza de los hechos. Vaya usted ahora mismo al cuarto de ba?o, incl¨ªnese sobre la cisterna y apriete el bot¨®n. ?Acaso ha tirado de alguna cadena? ?No? ?Pues por qu¨¦ lo llama as¨ª? Tampoco queremos decir que se le llame "apretar el bot¨®n", pues no todas las cisternas tienen un bot¨®n. Que se le llame como se quiera, en fin, con tal de no atentar contra el significado original de la expresi¨®n tirar de la cadena, que quiere decir tirar de la cadena del mismo modo que matrimonio significa matrimonio. Estoy seguro de que ning¨²n obispo de los que se oponen, con toda la raz¨®n, a llamar matrimonio a la uni¨®n de dos homosexuales llama tirar de la cadena a la acci¨®n de poner en marcha el sutil mecanismo de la cisterna del cuarto de ba?o de su palacio. ?Por qu¨¦? Porque son gente culta y a la que le gusta llamar al pan pan y al vino vino.
Y a ver si nos aclaramos tambi¨¦n con el significado de naci¨®n porque no estamos dispuestos a arrojarlo por el retrete tirando luego de lo que haya que tirar, y que ya se ha demostrado que no es una cadena. Si es preciso volver a las trincheras se vuelve a las trincheras, pero que quede claro que una cosa es el matrimonio, otra la naci¨®n y otra la cadena. Y no es que uno est¨¦ en contra de las cadenas; al contrario, vivan las cadenas, pero llamando a las cosas por su nombre.
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