La apuesta por la paridad
En apenas ocho meses, el Gobierno que preside Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se ha construido una reputaci¨®n exterior, una imagen de novedad y ruptura con el pasado, gracias a un pu?ado de decisiones de diferente calado que parecen destinadas a destrozar los t¨®picos sobre Espa?a, la naci¨®n del machismo, reserva cat¨®lica de Occidente. Dejando de lado sonadas decisiones de pol¨ªtica exterior, lo que verdaderamente ha causado impacto en la opini¨®n p¨²blica europea ha sido el anuncio de la legalizaci¨®n del matrimonio homosexual, que ha dado paso a un ¨¢spero enfrentamiento con la jerarqu¨ªa cat¨®lica, y la propia fisonom¨ªa del Ejecutivo, que, con ocho ministras y ocho ministros, marca una nueva pauta de paridad absoluta en la c¨²pula del poder. Espa?a se equipara as¨ª a Suecia, el para¨ªso de justicia e igualdad n¨®rdico, superando a algunos civilizados socios como Francia, Reino Unido y Alemania.
En junio se nombr¨® a Mar¨ªa Emilia Casas presidenta del Tribunal Constitucional, hecho sin precedentes en la historia del alto tribunal
En algunos pa¨ªses europeos se construye la paridad a partir de la presencia masiva de mujeres en todos los ¨¢mbitos sociales, y no por el tejado
Tras la fachada de las ocho ministras sobrevive un entramado burocr¨¢tico y funcionarial en el que las mujeres son mayor¨ªa s¨®lo en la base de la pir¨¢mide
Otra de las prioridades del Gobierno de Zapatero ha sido la elaboraci¨®n de una nueva ley contra la violencia de g¨¦nero -que obtuvo este mes la luz verde del Parlamento- que no se limita a establecer sanciones penales agravadas para los autores de lesiones y malos tratos contra esposas, hijas o compa?eras, sino que introduce una nueva ¨®ptica en la concepci¨®n de la igualdad de sexos, convertida en asignatura curricular desde la ense?anza secundaria. El problema lo merece -pese a la dificultad de tocar un terreno intrafamiliar- a la vista del n¨²mero de v¨ªctimas de esta violencia, 67 en lo que va de a?o, muy cerca de igualar las 70 de 2003.
La urgencia del nuevo Gobierno socialista por eliminar barreras sexistas y equilibrar la balanza de poder entre hombres y mujeres se ha trasladado tambi¨¦n a algunas de las instituciones m¨¢s visibles. En junio se nombr¨® una presidenta del Tribunal Constitucional (la magistrada Mar¨ªa Emilia Casas), hecho sin precedentes en la historial del alto tribunal, donde s¨®lo hab¨ªa habido alguna vicepresidenta, al tiempo que se colocaban mujeres al frente de la Biblioteca Nacional, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, el Instituto de la Juventud, el Bolet¨ªn Oficial del Estado o la Sociedad Estatal de Acci¨®n Cultura en el Exterior (Seacex), por citar s¨®lo algunas instituciones y organismos.
Pero ?es oro todo lo que reluce detr¨¢s de tanto nombramiento paritario?, ?o simplemente son medidas cuyo brillo amenaza con nublar la visi¨®n de la verdadera realidad de Espa?a? Un pa¨ªs en el que las mujeres tienen todav¨ªa una presencia m¨¢s que modesta en las altas esferas de las finanzas, en la empresa p¨²blica y sobre todo en la privada, en el mundo acad¨¦mico y sindical (especialmente en Comisiones Obreras) y, pr¨¢cticamente, en cualquier ¨¢mbito del poder profesional. Al contrario que algunos pa¨ªses europeos en los que la paridad se alcanza poco a poco, como una consecuencia de la masiva participaci¨®n femenina en todas las esferas sociales, en Espa?a se construye la paridad por el tejado. Y tras la fachada glamourosa de las ocho ministras -y la portada de la revista Vogue, con todas ellas exquisitamente maquilladas y trajeadas, lo puso de evidencia- sigue sobreviviendo un entramado burocr¨¢tico y funcionarial en el que las mujeres son mayor¨ªa s¨®lo en la base de la pir¨¢mide.
Es justo reconocer la importancia de algunos cambios. Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, vicepresidenta y portavoz del Gobierno, ocupa un puesto jam¨¢s alcanzado por una espa?ola hasta la fecha. Pero a partir de ah¨ª hay que andar con prudencia porque los datos mandan. Y los datos se?alan que mientras las mujeres representan casi el 53% del total de funcionarios de carrera en la Administraci¨®n del Estado, s¨®lo representan el 22,3% de los altos cargos, seg¨²n un exhaustivo estudio del Instituto de la Mujer.
Una minuciosa radiograf¨ªa de la composici¨®n del propio Ejecutivo refleja un similar estado de cosas. S¨®lo tres de las 25 secretar¨ªas de Estado tienen mujeres al frente, y la paridad brilla por su ausencia en la pr¨¢ctica totalidad de las c¨²pulas ministeriales, con una excepci¨®n: el Ministerio de Cultura, dedicado fundamentalmente a tutelar una imagen cultural del pa¨ªs. Pero adem¨¢s, si se examinan las biograf¨ªas de los miembros del Gobierno de Zapatero, como hizo en su d¨ªa en este peri¨®dico la doctora en psicolog¨ªa Anna Freixas Farr¨¦, la paridad aparece interiormente algo resquebrajada. "En el caso de los varones, todos (menos uno que est¨¢ soltero) est¨¢n casados (87,5%); en el de las ministras, tres sobre ocho est¨¢n casadas (37,5%), otras tres est¨¢n solteras (37,5%) y dos han estado casadas y ahora est¨¢n separadas o divorciadas (25%)", escrib¨ªa Freixas. Un detalle nada balad¨ª que vendr¨ªa a demostrar una realidad casi obvia. "Hasta el momento presente parece que los varones han podido ocupar espacios de poder porque han dispuesto del apoyo de una estructura familiar de afecto, cuidado e intendencia que act¨²a a modo de descanso del guerrero, potenciadora y tranquilizante, que les permite dedicar toda su energ¨ªa, tiempo y entusiasmo a la empresa a la que se aplican". Algo que no ocurre con las mujeres.
Las ministra
s, menos hijos
Tener hijos, por ejemplo, es una decisi¨®n que no va en el sentido de la promoci¨®n social, especialmente en el caso de los cargos p¨²blicos, a menos que sean hombres. La estad¨ªstica de Freixas confirma esta situaci¨®n: en el actual equipo de Gobierno hay 2,75 hijos e hijas por ministro y s¨®lo 0,625 por ministra. Y esta realidad tiene un amplio reflejo en todos los ¨¢mbitos de la sociedad.
Alg¨²n ministro ha reconocido en privado las enormes dificultades afrontadas en la elaboraci¨®n de un equipo con sustancial presencia femenina. Y eso por dos motivos: escasez de candidatas, porque las mujeres dedican menos energ¨ªas a su ascenso profesional, y falta de inter¨¦s por una carrera pol¨ªtica que mutila gravemente la vida privada. Un aspecto que marca a¨²n la diferencia entre hombres y mujeres.
No es casual que hayan fracasado las propuestas de potenciar el trabajo telem¨¢tico (que no exige una presencia fija en la oficina), e incluso los horarios m¨¢s reducidos, estudiadas en el Ministerio de Administraciones P¨²blicas. Los funcionarios (hombres) no ve¨ªan con buenos ojos el trabajo fuera de la oficina, piedra angular en la construcci¨®n de la identidad masculina laboral.
Pero si la Administraci¨®n es poco amable con el universo femenino, mucho menos lo es el mundo de los negocios y las empresas (donde el poder no se sostiene con votos populares). Los principales grupos que cotizan en Bolsa, presentes en el ¨ªndice Ibex 35 (entre ellos la empresa editora de este diario), tienen casi nula presencia femenina en la c¨²spide, con s¨®lo dos mujeres presidentas, a la cabeza de Banesto y de Telef¨®nica TPI. Y es que en el mundo de la econom¨ªa est¨¢ mucho m¨¢s lejos de alcanzarse la masa cr¨ªtica necesaria para que las mujeres rompan el famoso techo de cristal. Algo que deber¨ªa ocurrir enseguida en el mundo de la judicatura, donde el 67% de los jueces son mujeres. Una proporci¨®n tan abrumadora que deber¨ªa tener alguna consecuencia en la c¨²spide. Por eso, adem¨¢s de presidir el Constitucional, es l¨ªcito imaginar que en una fecha no demasiado lejana pueda haber una mujer al frente del Supremo. Ser¨ªa una consecuencia l¨®gica de una realidad laboral ya madura.
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