Veneno
A lo largo de la historia el veneno se ha constituido en el m¨¦todo m¨¢s sencillo, c¨®modo y generalmente impune de resolver graves problemas del Estado. No en balde la cobra fue una deidad principal con la que se coronaban los faraones y que despu¨¦s tambi¨¦n anid¨® como adorno esot¨¦rico en la mitra de los pont¨ªfices romanos. La sustancia de este ¨¢spid depositada bajo las esmeraldas de los anillos sagrados fue saltando de copa en copa en medio de los banquetes medievales, renacentistas, barrocos y rom¨¢nticos, hasta convertirse pol¨ªticamente en un poder en la sombra, en el agente secreto m¨¢s eficaz. El veneno ha sido un r¨ªo oscuro que ha atravesado los siglos adapt¨¢ndose a la maldad y a la imaginaci¨®n humana seg¨²n diversas f¨®rmulas: desde el cianuro, que parece ser el monarca m¨¢s r¨¢pido de los t¨®xicos, hasta el humilde matarratas, que tambi¨¦n ha solventado el mal de amores. Gracias a la ciencia que es capaz de descubrir si tuvieron conciencia los cr¨¢neos de los primates, el veneno tambi¨¦n reina hoy en el pante¨®n de los hombres ilustres. No hay despojo de Papa, de emperador, de pr¨®cer hist¨®rico, de amante famosa o de criminal que fuera tan c¨¦lebre como sus propios cr¨ªmenes, que sometido a an¨¢lisis de laboratorio no libere la sospecha de que muriera envenenado. El t¨®xico mortal fue desapareciendo del mercado pol¨ªtico a medida que las autopsias se hac¨ªan m¨¢s fiables y permit¨ªan captar de forma inmediata su presencia en las v¨ªsceras de los fiambres. A partir de un momento se prefiri¨® dar la cara y matar de un simple balazo o estocada, y a la hora de intoxicar se opt¨® por sustituir el veneno por la palabra sinuosa o directamente babosa. Ahora algunos sermones, discursos, soflamas, noticias, comentarios contienen m¨¢s ponzo?a que el que late en la bolsa que las cobras llevan bajo la lengua, y aunque sus efectos no sean latentes ni producen malformaciones f¨ªsicas en el rostro, no por eso son menos letales para la mente. Antiguamente se inoculaba cianuro con una c¨¢nula en los higos todav¨ªa en el ¨¢rbol que luego eran servidos en banquetes programados para deshacerse del rey. Al final del fest¨ªn el rey entraba en melancol¨ªa, y poco despu¨¦s ya estaba patas arriba bajo los crespones en los fastuosos funerales. La melancol¨ªa de los ciudadanos hoy envenenados con palabras dura toda la vida. En este instante caigo en la cuenta de que escribo de veneno en plena Navidad. Est¨¢ bien. Olv¨ªdese del cianuro y de ciertas pl¨¢ticas de pol¨ªticos y obispos y sustit¨²yalas por el mazap¨¢n.
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