Autocr¨¢tico Putin
La interminable conferencia de prensa en la que Vlad¨ªmir Putin ha glosado los logros del Kremlin en el a?o que acaba ha puesto inequ¨ªvocamente de manifiesto un credo pol¨ªtico de gran potencia nacionalista, en rumbo de colisi¨®n con los valores occidentales y democr¨¢ticos. En tono desafiante, el presidente ruso ha justificado la renacionalizaci¨®n del gigante petrolero Yukos, ha criticado el doble rasero occidental a prop¨®sito de pa¨ªses ex sovi¨¦ticos, se ha preguntado por una supuesta intenci¨®n estadounidense de aislar a Rusia y ha recordado que su pa¨ªs es, junto con Estados Unidos, el mayor poder nuclear del planeta.
Putin no s¨®lo est¨¢ embarcado en una seria escalada ret¨®rica antioccidental, sino que aleja por momentos a Rusia de la liberalizaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica prometida. Los dos ¨²ltimos mojones en este camino equivocado son la grosera interferencia del presidente ruso en el proceso electoral de Ucrania, donde ayer se repitieron los comicios presidenciales, y la culminaci¨®n de la saga de la petrolera Yukos con su efectiva renacionalizaci¨®n. Su principal filial ha sido subastada por una fracci¨®n de su valor a una empresa desconocida e inmediatamente despu¨¦s revendida a Rosneft, compa?¨ªa propiedad del Estado. El Kremlin est¨¢ mucho m¨¢s interesado en reafirmar su control sobre la econom¨ªa que en abrirla; gas y petr¨®leo son una herramienta pol¨ªtica demasiado importante para dejarla en manos privadas.
Las d¨¦biles esperanzas de que el pluralismo pol¨ªtico se asentara en Rusia de la mano de Putin han quedado sepultadas tras la mayor¨ªa de dos tercios en la Duma, obtenida por su partido en diciembre pasado, y su abrumadora reelecci¨®n a la presidencia en marzo de este a?o. Para entonces ya hab¨ªa metido en cintura a la prensa y televisi¨®n no adictas, a los oligarcas ambiciosos de poder pol¨ªtico y, desde mucho antes, manifestado su inequ¨ªvoco apoyo a los reg¨ªmenes perif¨¦ricos m¨¢s impresentables, entre ellos la Ucrania de Kuchma o la Bielorrusia estalinista de Lukaschenko. Los tr¨¢gicos y reiterados excesos de Putin en Chechenia o la vulneraci¨®n permanente de los derechos humanos en Rusia han encontrado la t¨ªmida protesta, cuando no el inadmisible silencio, de EE UU y Europa.
Los ¨²ltimos coletazos de este viaje hacia el poder absoluto son el proyecto para liquidar las elecciones directas de los dirigentes regionales y la tramitaci¨®n parlamentaria del plan que deja manos libres al Kremlin para suprimir pr¨¢cticamente las libertades ciudadanas y de prensa en casos de amenaza terrorista. Definida ¨¦sta en t¨¦rminos tan vagos y discrecionales que suponen un cheque en blanco al Ejecutivo.
Encaramado en la ola de su popularidad interna y el man¨¢ del petr¨®leo, Putin se ve cada vez m¨¢s como el l¨ªder de una superpotencia alternativa a EE UU. De ah¨ª sus reiterados recordatorios a la capacidad nuclear rusa. No es en absoluto la esperanza reformista que se quiso avizorar hace cuatro a?os, sino el hombre al tim¨®n de una suerte de dictadura plebiscitaria disfrazada con un traje de democracia electoral que revienta por todas sus costuras.
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