Turismo espacial en avi¨®n
El turismo espacial cada vez est¨¢ m¨¢s cerca. En 2004 se dio un paso de gigantes: por primera vez, el avi¨®n 'SpaceShipOne' ha demostrado con ¨¦xito que puede llevar a tres pasajeros a 100 kil¨®metros de altura, lo que se considera la frontera 'oficial' del espacio.
"No pasa un d¨ªa sin que alguien me pregunte en tono jovial que cu¨¢ndo se inaugurar¨¢ el Lunar Hilton. Bromean, por supuesto. Pero yo no lo considero una broma en absoluto". Esta cita es de Barron Hilton, de la conocida cadena de hoteles, y forma parte de uno de los discursos m¨¢s recordados en el mundillo del turismo espacial, pronunciado en 1967. En plena carrera espacial, el empresario describe con emoci¨®n contagiosa un hotel de 100 habitaciones enterradas bajo la superficie de la Luna: "No tendremos ninguna de esas celdillas de la ciencia ficci¨®n; las habitaciones ser¨¢n grandes, con alfombras, tapices y plantas; la luz artificial imitar¨¢ la del sol (?). Nuestros hu¨¦spedes no comer¨¢n vitaminas o p¨ªldoras, sino m¨¢s o menos como en casa (?). Y si creen que no tendremos un sal¨®n de c¨®ctel, es que no conocen los Hilton o a los viajeros. Pasen, por favor, al Sal¨®n Galaxia y disfruten de su Martini contemplando las estrellas. Aunque estemos bajo la superficie, unas ventanas especiales muestran vistas del espacio exterior y de la Tierra".
?ltimamente, estas palabras resuenan con m¨¢s intensidad que nunca. ?Se convertir¨¢ Hilton en un visionario? El turismo espacial est¨¢ saliendo de la utop¨ªa para convertirse en un sector econ¨®mico en toda regla. No se trata s¨®lo de que multimillonarios en pos de aventuras ex¨®ticas paguen 20 millones de d¨®lares para visitar la Estaci¨®n Espacial Internacional, como hizo el estadounidense Dennis Tito en 2001 o el surafricano Mark Shuttleworth al a?o siguiente. Aqu¨ª la cuesti¨®n es el turismo de casi masas. La misma empresa que gestion¨® los vuelos de Tito y Shuttleworth acepta ya pagos en dep¨®sito para cuando est¨¦n disponibles los vuelos comerciales al espacio. ?Cu¨¢ndo ser¨¢ eso? Puede que dentro de s¨®lo tres a?os, si se hacen realidad los planes anunciados en septiembre por el tambi¨¦n multimillonario Richard Branson, que acaba de crear la compa?¨ªa Virgin Galactic. Es decir, dentro de poco, cualquiera que pague el billete podr¨¢ contemplar la Tierra desde fuera de la atm¨®sfera, sentir la ingravidez y convertirse en astronauta -para la NASA, t¨¦cnicamente lo es quien ha superado los 80,4 kil¨®metros de altura-. Y como, seg¨²n Branson, la competencia no tardar¨¢ en llegar, los que mantengan a raya la impaciencia y esperen unos a?os se beneficiar¨¢n de una segura bajada de precios. No hay duda: el sector bulle. La organizaci¨®n reci¨¦n creada Iniciativa de Turismo Espacial celebrar¨¢ este mismo a?o la primera cumbre internacional para profesionales del ramo y otra para potenciales clientes, o sea, p¨²blico en general.
El culpable de esta efervescencia es SpaceShipOne, el avi¨®n suborbital que gan¨® el Premio X Ansari el pasado 4 de octubre. El galard¨®n le acredita como el primer veh¨ªculo privado capaz de subir tres pasajeros o su peso equivalente a una altura de 100 kil¨®metros, la frontera oficial del espacio, y de hacerlo dos veces en dos semanas. Los fans espaciales no se cansan de felicitar al equipo ganador y de repetir la idea de que por fin es posible subir al espacio de forma segura y a un coste muy inferior al de las agencias espaciales gubernamentales, lo que abre la puerta a los vuelos tur¨ªsticos. Su tono es el de quien, tras enfrentarse durante d¨¦cadas al escepticismo general, por fin grita triunfante al mundo: "?Veis c¨®mo s¨ª se puede!". "Hace dos a?os, la gente se sonre¨ªa ante la idea de que se extendiera el turismo espacial en un futuro pr¨®ximo. Pero ahora creemos que empezar¨¢ en 2007", ha declarado a France Presse Eric Anderson, presidente de la compa?¨ªa Space Adventures.
El Premio X Ansari, fundado en 1996 por empresarios estadounidenses y dotado con 10 millones de d¨®lares, est¨¢ inspirado en los "cientos de premios que entre 1905 y 1935 sirvieron de est¨ªmulo para crear dise?os de aviones muy distintos", explica el creador del concurso, Peter H. Diamandis. Este ingeniero recuerda especialmente el premio de 25.000 d¨®lares que gan¨® Charles Lindbergh en 1927 por el primer vuelo Par¨ªs-Nueva York. Se trataba entonces de impulsar la aviaci¨®n comercial, y ahora viene a ser lo mismo, s¨®lo que volando un poco m¨¢s alto. "El espacio ofrece libertad. Aventura. Puede salvar la Tierra. Ofrece esperanza. Es un desaf¨ªo a uno mismo. ?Pero t¨² no puedes ir!", reza el lema del Premio X. "Y no porque la tecnolog¨ªa no exista. Existe, pero todo el mundo sabe que los vuelos espaciales son s¨®lo para los Gobiernos", explican con iron¨ªa. Entre los implicados en el turismo espacial es constante la cr¨ªtica a las agencias espaciales estatales, sobre todo la NASA, por no haber puesto el espacio al alcance de todos.
Una de las aportaciones del premio, dice Diamandis, es haber concentrado el esfuerzo en los vuelos suborbitales, de menor complejidad t¨¦cnica y m¨¢s tolerables por los pasajeros que los orbitales, para los que hay que subir como m¨ªnimo a 160 kil¨®metros de altura. En los vuelos suborbitales se cuadruplica o quintuplica la velocidad del sonido, mientras que para llegar a orbitar la Tierra hay que alcanzar una velocidad 25 veces la del sonido. Adem¨¢s, un avi¨®n suborbital no necesita un recubrimiento t¨¦rmico especial, porque no se calienta tanto por la fricci¨®n con la atm¨®sfera al bajar. Y aunque la nave no entra en ¨®rbita, s¨ª llega lo bastante arriba como para que sus tripulantes noten la ingravidez durante unos minutos.
La f¨®rmula parece haber dado resultado. Junto a SpaceShipOne compet¨ªan m¨¢s de 20 equipos de siete pa¨ªses, algunos muy avanzados y con dise?os muy originales. Por ejemplo, el Proyecto Da Vinci, canadiense, que hab¨ªa anunciado volar por las mismas fechas que SpaceShipOne, pero que ahora lo ha retrasado a enero, emplear¨¢ el mayor globo aerost¨¢tico del mundo para elevar un cohete de 3.270 kilos hasta 24.400 metros de altura; entonces el cohete encender¨¢ motores y subir¨¢ verticalmente hasta los 110 kil¨®metros, para bajar despu¨¦s de forma controlada por GPS y frenar con la ayuda de un paraca¨ªdas que se desplegar¨¢ a 7.600 metros.
SpaceShipOne, creado por el ingeniero Burt Rutan -padre tambi¨¦n del Voyager, el primer avi¨®n que dio la vuelta al mundo sin repostar-, es m¨¢s convencional, pero no menos impresionante. Tiene en com¨²n con el proyecto canadiense que tampoco despega desde tierra. Otro avi¨®n nodriza llamado White Knight lo a¨²pa durante una hora hasta los 50.000 pies de altura, dejando atr¨¢s el 85% de la atm¨®sfera; una vez all¨ª, el SpaceShipOne enciende motores y sube durante m¨¢s de un minuto a m¨¢s de 3.000 kil¨®metros por hora, m¨¢s de tres veces la velocidad del sonido. Ya en el espacio, la ingravidez dura tres minutos, y la nave aprovecha para replegar sus alas y as¨ª disminuir la fricci¨®n con la atm¨®sfera durante la reentrada. M¨¢s tarde, el SpaceShipOne se convierte de nuevo en un planeador que baja suavemente durante 17 minutos desde 80.000 pies de altura hasta aterrizar como un avi¨®n convencional. El vuelo dura en total hora y media.
Un trayecto similar es lo que ofrecer¨¢ Virgin Galactic por 165.000 euros. Los vuelos se realizar¨¢n en un proyectado hermano mayor del SpaceShipOne de cinco plazas -llamado ya SpaceShipTwo-, as¨ª que la experiencia no ser¨¢ comparable a la de los dos pilotos cuyos vuelos permitieron ganar el Premio X Ansari. Mike Melvill, el experimentado piloto de 62 a?os que toc¨® el espacio por primera vez en junio -fuera de concurso-, cont¨® tras ese vuelo que hab¨ªa sido "casi como una experiencia religiosa". Pero la segunda vez, en la ma?ana del 29 de septiembre, algo pas¨®: el SpaceShipOne, casi en lo m¨¢s alto de su vuelo, se puso a girar a gran velocidad hasta una veintena de veces. El p¨²blico en el desierto de Mojave, en California, donde Burt Rutan ha construido su aer¨®dromo, contuvo la respiraci¨®n. Sin embargo, el resto del vuelo fue bien. No se ha aclarado qu¨¦ caus¨® los giros, aunque Rutan ha insistido en que la seguridad nunca estuvo comprometida.
De todas maneras, el miedo no parece ser un factor limitante en la demanda de plazas hacia el cielo. En un informe de diciembre de 2002 de la Oficina de Comercializaci¨®n del Espacio, de la Administraci¨®n estadounidense, se asegura que "de todos los factores que afectan la robustez de un futuro mercado de turismo espacial, el m¨¢s cr¨ªtico ser¨¢ claramente el precio. Aunque la seguridad es importante, siempre habr¨¢ personas dispuestas a aceptar el reto a pesar del riesgo". Seg¨²n el informe, los numerosos estudios de mercado realizados en la ¨²ltima d¨¦cada arrojan conclusiones optimistas. "A un precio de un mill¨®n de d¨®lares, unas 100 personas ir¨ªan al espacio anualmente; a precios de entre 10.000 y 20.000 d¨®lares, la demanda sube al mill¨®n de pasajeros".
Prueba de que efectivamente hay demanda es el hecho de que al menos 125 personas han pagado ya 100.000 d¨®lares como dep¨®sito a Spaceadventures para reservar sitio en los primeros vuelos suborbitales. Mientras llegan, esta empresa y otras, como la japonesa Spacetop¨ªa, ofrecen segundos de ingravidez en vuelos parab¨®licos -no salen al espacio, pero el avi¨®n sube y baja como un saltamontes, y la ingravidez se siente en la bajada-. Y tambi¨¦n es posible "rozar el espacio" a bordo de un MIG 25 por 19.000 d¨®lares.Ahora se entiende mejor el apoyo de conocidos multimillonarios. SpaceShipOne tiene detr¨¢s a Paul Allen, cofundador de Microsoft y uno de los hombres m¨¢s ricos del planeta, y la nave Armadillo, tambi¨¦n inscrita en el Ansari, es de John Carmack, un rey de los videojuegos. Otros millonarios, como el creador de la librer¨ªa virtual amazon.com, Jeff Bezos, tambi¨¦n han hecho p¨²blico su inter¨¦s en el sector.
Es m¨¢s, otro hombre de negocios estadounidense, Robert Bigelow, acaba de anunciar la creaci¨®n del Premio Espacial Am¨¦rica: 50 millones de d¨®lares para quien primero desarrolle veh¨ªculos orbitales que alcancen c¨®mo m¨ªnimo los 160 kil¨®metros de altura. El premio caduca en 2010. Y ojo con una condici¨®n extra: las naves deben poder acoplarse a la estaci¨®n espacial que construir¨¢ el propio Bigelow. S¨ª, toda una estaci¨®n espacial? privada, a la que Bigelow piensa llevar y traer turistas.
Por cierto, los 200 cient¨ªficos de 17 pa¨ªses reunidos en noviembre en Udaipur (India), en la Conferencia Internacional de Exploraci¨®n y Utilizaci¨®n de la Luna, han pedido que se establezca una colaboraci¨®n internacional fuerte para crear un plan de exploraci¨®n Luna-Marte con presencia humana. En su opini¨®n se podr¨ªa montar en la Luna "un pueblo rob¨®tico internacional antes de 2014", que preparara el terreno a la permanencia continuada de humanos hacia 2024.
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