Para¨ªso perdido
Me repugna ver los turistas blancos y obesos en las hamacas salvadas tomando su daiquiri en las ruinas del ?ndico. No soy justo: para esos grandes n¨®rdicos la permanencia puede tener significado moral: no acobardarse por nada, resistir, incluso permanecer como bienes de consumo que son para los ind¨ªgenas. Estaban en su para¨ªso, barato y abierto a todo, quiz¨¢ con sus peque?as o peque?os hur¨ªes. Ni siquiera estoy contra el turismo sexual. Suelo escandalizar cuando escribo o digo que en esos pa¨ªses la prostituci¨®n, la semiesclavitud, el trabajo infantil, son mejores que la muerte por hambre. Hay que ser muy supersticioso para no darse cuenta de que un ni?o no es tal cosa, sino parte de una familia que vive de aquello con lo que topa; tener miedo esot¨¦rico al sexo y al trabajo con sudor para no comprender que la alternativa es yacer bajo las moscas como en ?frica -nadie paga ni su sexo: est¨¢n contaminados, y no se viola la riqueza de patentes de medicamentos: han perdido todo-, y tengo la creencia, desde el pasado, de que importa sobrevivir, aunque sufriendo: se puede servir de algo a otros y a uno mismo.
En todo caso, la palabra para¨ªso para todos esos pa¨ªses del golfo de Bengala es muy rastrera. Ni antes ni despu¨¦s del maremoto. Ni para¨ªso, ni una de las nueve terrazas del purgatorio, ni la buena tierra: pa¨ªses donde la vida es m¨¢s corta que en Europa o en Am¨¦rica, las enfermedades trepan -el turista va pinchado de vacunas- y algunos reg¨ªmenes son m¨¢s odiosos para ellos que los que se encuentran en nuestro Occidente, aunque sea en Rusia o en Serbia. O en Turqu¨ªa. Reg¨ªmenes, algunos, que apalean, encarcelan, matan: sobre todo si se queja el turista, sexual o s¨®lo borracho, o comil¨®n; o gozador de ver el desastre del otro. El desastre diario. Este otro nos sirve para la buena conciencia: un donativo, previo descuento de la comisi¨®n bancaria; la oraci¨®n de algunos, o la promesa de otros. Dice la ONU -Kofi Annan- que est¨¢ satisfecho de los dos mil millones de d¨®lares que han ofrecido los pa¨ªses ricos: pero que el problema estar¨¢ a la hora de cobrarlos. Libramientos, firmas, ajustes presupuestarios, pueden tardar a?os. Y all¨ª los que han sobrevivido est¨¢n muriendo ya: en el para¨ªso perdido. No s¨¦ por qu¨¦ en todas las leyendas hay un dios que expulsa del para¨ªso, qu¨¦ malvado. En Virgilio, en Dante, en Milton. Y es que ellos sab¨ªan, como Kofi Annan.
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