De verdad
La poeta reivindica la autenticidad de Almod¨®var del R¨ªo, a una veintena de kil¨®metros de C¨®rdoba, su ciudad natal
Un autob¨²s cruza la provincia. Dos asientos tras de m¨ª, un ni?o -camiseta de los Lunnis, hilo de Nocilla labio abajo- imprime en el cristal la huella de sus manos, mientras reclama una aparici¨®n fortuita. "Yo quiero ver un castillo", insiste. A su lado, la madre distribuye los restos de la merienda -envases utilizados, bocado aprovechable- en bolsas de pl¨¢stico, mira al frente para no marearse e ignorar con s¨®lidos argumentos a su conspicuo reto?o. "Yo quiero ver un castillo", repite a grito pelado, compartiendo con el mundo ese enorme sentimiento que tan adentro le bulle. Iluminaci¨®n: la madre se?ala un punto lejano, identificando un mont¨®n de rastrojos con una difusa fortaleza. "Yo quiero ver un castillo de verdad", recalc¨® a gritos, confirmando su sagacidad. ?Con su foso y su drag¨®n, con su princesa de fresa? "Un castillo de verdad, como el del tren del otro d¨ªa". Misterio resuelto. Desconozco por qu¨¦ el ni?o trotaba de oeste a este por el mapa cordob¨¦s, pero el castillo que reclamaba no responde a leyendas: existe, m¨¢s cerca de lo que ustedes creen.
El castillo es, tal y como exig¨ªa el ni?o del autob¨²s, de los de verdad
Veintid¨®s kil¨®metros -apenas veinte minutos de autom¨®vil- separan la capital del coraz¨®n de Almod¨®var del R¨ªo. Almod¨®var del R¨ªo es ese pueblo que el Andaluc¨ªa Expr¨¦s olvida nada m¨¢s alejarse de C¨®rdoba con destino a Sevilla; en la direcci¨®n opuesta, la se?al que contiene el cansancio y certifica lo pr¨®ximo de la meta. Es inevitable -si se viaja en AVE, imposible- acercarse a la ventana mientras se rodea el promontorio de la fortaleza. Las gu¨ªas, eterna fuente de la sabidur¨ªa estad¨ªstica, cuentan que su estilo g¨®tico-mud¨¦jar responde a una reedificaci¨®n de Enrique II all¨¢ por el siglo XIV. Y, aunque el m¨¦rito may¨²sculo reside en los ¨¢rabes -constructores, all¨¢ por el a?o 740, de la primitiva Al-Mudawwar-, si excav¨¢ramos m¨¢s all¨¢ de sus cimientos nos topar¨ªamos con las ruinas de un castro romano, e incluso con una fortificaci¨®n de la ¨¦poca ¨ªbera. El castillo de Almod¨®var del R¨ªo es, tal y como exig¨ªa el ni?o del autob¨²s, de los de verdad: un castillo sin doncellas envueltas en tul rosa, sin caballeros enfrentados por asuntos del coraz¨®n, pero un castillo que nada envidia a los de las ilustraciones de libros infantiles. Con sus ocho torres -la m¨¢s importante, la del Homenaje, vertebrada gracias a treinta metros de sillares; el resto, construidas en lucha contra la carencia defensiva del terreno-, su plaza de armas, su muralla y su planta irregular, a capricho del cerro: un castillo de verdad, en el que protagonizar historias incre¨ªbles con los ojos cerrados, soltar a los ni?os para que correteen con el est¨®mago repleto de filetes empanados, asomarse y contemplar c¨®mo el r¨ªo Guadalquivir intenta robar brillo a la fortificaci¨®n. Restaurado a principios del siglo XX y propiedad de un arist¨®crata, est¨¢ abierto al p¨²blico, por lo que es posible contemplarlo m¨¢s all¨¢ del interior del tren.
Sin embargo, y pese a ser ignorado por RENFE -mucho marco incomparable, s¨ª, pero cero paradas-, Almod¨®var del R¨ªo no es lugar para fugacidad, cuadros rojos para el mantel del picnic y vuelta a casa a media tarde. Almod¨®var es, eso s¨ª, un lugar para contradicciones: un vistazo a las apetecibles escalas en nuestra visita contrasta con la tranquilidad que otorga a los almodovenses sentirse independientes del turismo. El pueblo sustenta su atractivo en dos valores: el hist¨®rico y el natural. Es obvio que el principal exponente del premio es su castillo; adem¨¢s, Almod¨®var del R¨ªo est¨¢ integrado en la ruta b¨¦tica romana -al igual que otras localidades cordobesas, como Almedinilla o Montoro- merced a vestigios como el aljibe conservado en el caser¨ªo Fuenreal, a tres kil¨®metros del casco urbano. No se trata de dos puntos aislados: en Almod¨®var tambi¨¦n encontramos la iglesia de la Inmaculada Concepci¨®n, del siglo XVIII, aunque reformada tras un incendio que en 1991 acab¨® con su retablo mayor; la capilla de Nuestra Se?ora de Gracia, del siglo XVII, integrada en un antiguo convento que hoy hace las veces de colegio; o la ermita de la Virgen del Rosario, cuya fachada llama poderosamente la atenci¨®n por la particular espada?a que la remata. M¨¢s contrastes, m¨¢s opuestos que se atraen: los folletos nos informan del perjuicio que la Guerra Civil supuso para el patrimonio art¨ªstico de Almod¨®var. Historia que vive, crece, se destruye. Conocer un lugar no es limitarse a tomar fotograf¨ªas; con un alto en el camino para la conversaci¨®n podemos descubrir, por ejemplo, que Almod¨®var fue un lugar de referencia para los templarios. Sin placas ni informaciones espec¨ªficas, pero con la posibilidad de seguir una ruta alternativa que aumenta lo fascinante del castillo de verdad.
En Almod¨®var del R¨ªo no s¨®lo es posible sentirse personaje medieval durante varias horas, o contemplar un paisaje andaluc¨ªsimo desde varios miradores, sino que los amantes de la naturaleza tambi¨¦n se topan con uno de esos agradecidos para¨ªsos a la vuelta de la esquina. Su entorno forma parte del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, orgullo de la comarca, plagado de especies naturales t¨ªpicamente mediterr¨¢neas. Lo m¨¢s llamativo para el for¨¢neo es que en C¨®rdoba -en Almod¨®var- sea posible la pr¨¢ctica de deportes acu¨¢ticos: en verano, la carretera de Palma del R¨ªo asiste a un desfile de coches armados con ¨²tiles de navegaci¨®n, de pescadores con ganas de echar el d¨ªa. El embalse de La Bre?a a?ade, as¨ª, un punto m¨¢s de particular enso?aci¨®n a Almod¨®var. El ni?o del autob¨²s exig¨ªa un castillo como la tradici¨®n manda; en Almod¨®var del R¨ªo, un pueblo que es -de verdad- una delicia visitar.
- Camping La Bre?a. Tel¨¦fono 957 33 83 33. Lo natural es serlo: saco, tienda y pernocte. Junto al pantano, abierto todo el a?o, de primera categor¨ªa.
- Restaurante La Taberna. Antonio Machado, 24. Momento groupie: a la excelente cocina de Juan y se?ora, comandada por el espectacular pat¨¦ -Antonio Manuel dixit-, a?ada la presencia tras la barra de ?ngel, bater¨ªa de Deneuve, uno de los mejores grupos pop del pa¨ªs. ?Morrissey a la orilla del Guadalquivir? Yeah.
- Oficina Municipal de Turismo. Vicente Aleixandre, 3. Reivindique el turismo a la japonesa, y d¨¦jese guiar por quienes mejor conocen la localidad.
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