La melancol¨ªa como arte
Acaba, por fin, de publicarse aqu¨ª la versi¨®n ¨ªntegra en castellano de uno de los libros malditos de la cultura moderna, Memorias de ultratumba, de Fran?ois Ren¨¦ de Chateaubriand (El Acantilado), un t¨ªtulo m¨ªtico para un texto mucho m¨¢s citado que le¨ªdo. Las causas del malditismo de la obra cumbre de Chateaubriand -y de la maldici¨®n que ha acarreado durante siglo y medio- son diversas pero reveladoras, todas ellas, de su talante. Un libro descomunal que contiene miles de p¨¢ginas, una literatura irreductible a la clasificaci¨®n de g¨¦neros, un manuscrito mal editado en el inicio y luego repetidamente mutilado, una recepci¨®n desigual y con frecuencia adversa: un destino, en suma, que se ha acomodado a la propia desmesura de un proyecto que, en sucesivas enunciaciones y modificaciones, acompa?¨® al autor m¨¢s de 40 a?os.
Chateaubriand siempre ha tenido insignes defensores entre los grandes escritores modernos, como Baudelaire, Flaubert y Proust
Por encima de estas circunstancias ha habido una maldici¨®n m¨¢s importante que ha acompa?ado a Chateaubriand: durante largo tiempo la cultura europea, o al menos la hegem¨®nica, lo ha estigmatizado como uno de los principales portavoces de un mundo derrotado. Arrojado as¨ª a las tinieblas exteriores, "reaccionarias", que tampoco lo acog¨ªan con gusto por su radical inconformismo, Chateaubriand ha debido desempe?ar el poco aconsejable papel de enemigo de la revoluci¨®n o de la democracia, cuando no de la entera "modernidad". Chateaubriand siempre ha tenido insignes defensores entre los grandes escritores modernos, como Baudelaire, Flaubert y Proust, pero s¨®lo el redescubrimiento en las ¨²ltimas d¨¦cadas de Memorias de ultratumba permite afianzar su complejidad, su sutileza, su intempestividad con respecto a revolucionarios o reaccionarios. Chateaubriand no es un antimoderno como se ha dicho hasta la saciedad, sino m¨¢s bien alguien que mira a contracorriente el irremediable mundo que se abre ante ¨¦l constituy¨¦ndose, al final, en su melanc¨®lico profeta.
Le¨ªdas a principios del siglo XXI, las Memorias de ultratumba nos ayudan a comprender los grandes fracasos y las inevitables imposiciones que han moldeado la imagen que ahora tenemos de nuestra civilizaci¨®n. Son, en cierto modo, la cartograf¨ªa minuciosa de todo aquello que parec¨ªa permanecer oculto a la luz moderna pero que, tras las grandes oscuridades provocadas por los totalitarismos, ha surgido a los ojos de todos. Cuando la cultura europea ya no puede esperar alegremente el advenimiento del para¨ªso revolucionario y corre el riesgo de quedar ahogada en su propia indolencia, las p¨¢ginas de Chateaubriand sirven de gu¨ªa hacia rumbos precipitadamente abandonados e ideas temerariamente extirpadas. Hay tiempos en los que, parad¨®jicamente, son ciertos "conservadores" los que nos preservan el horizonte espiritual de la revoluci¨®n humana.
Pero todo esto ser¨ªa de una importancia menor si Memorias de ultratumba no fuera una obra maestra de la literatura, un tour de force del pensamiento con la ¨¦poca que lo rodea, un desaf¨ªo de la escritura para atrapar la memoria y el destino. Es fascinante, a este prop¨®sito, el esfuerzo por combinar la indagaci¨®n sobre su vida y la reflexi¨®n sobre el tiempo hist¨®rico en que le ha tocado vivir. En este esfuerzo imponente, que curiosamente se despliega paralelo al que con mucha mayor discreci¨®n realiza Giacomo Leopardi en Italia con su Zibaldone, Chateaubriand apuesta por un arriesgado cruce de caminos literarios en el que la distante objetividad e iron¨ªa de las memorias aristocr¨¢ticas se superpone a la subjetividad, m¨¢s rom¨¢ntica y democr¨¢tica, de las confesiones que Rousseau hab¨ªa popularizado. Y al fondo, patr¨®n privilegiado, naturalmente Montaigne, la sombra de cuyos Ensayos se proyecta una y otra vez sobre la obra.
En un libro de estas dimensiones las preferencias pueden ser muchas. Me quedo con tres, muy distintas y muy alejadas entre s¨ª en el transcurso de la memoria y en su traducci¨®n literaria. La primera corresponde a la infancia bretona de Chateaubriand, narrada en los cap¨ªtulos iniciales, una recreaci¨®n espl¨¦ndida de las circunstancias y dudas de la vida familiar, de los paisajes de los a?os de ni?ez y, singularmente, del mar, el gran escenario inspirador al que, ya anciano, el escritor desear¨¢ retornar para el ¨²ltimo de sus viajes, el viaje de ultratumba.
Por la segunda me remito a la sobrecogedora descripci¨®n de la retirada de las tropas napole¨®nicas en Rusia. En estas p¨¢ginas Chateaubriand alcanza una altura ¨¦pica excepcional porque sabe descender a la entra?a misma de la guerra moderna, la que arrastra y mata a multitudes antes impensables. Quiz¨¢ con la excepci¨®n de Tolstoi en Guerra y paz, ning¨²n escritor ha relatado con tanta precisi¨®n el macabro final de la Grande Arm¨¦e, preludio de los desastres b¨¦licos del siglo XX.
Me inclino, por ¨²ltimo, hacia esos a?os finales de Chateaubrianden en los que, sabio y melanc¨®lico, se sabe derrotado -sobre todo por los suyos- sin renunciar a una vitalidad llena de fuerza. ?poca terminal en la que salvaguardar el rigor de Memorias de ultratumba se convierte en una obsesi¨®n. Tras el periplo, el regreso a la corte de Breta?a: "La vida real se ha mostrado para m¨ª envuelta de ilusiones, como la tierra aparece en medio de unas nubes a los marineros".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.