?Promesas rotas?
Un tsunami de solidaridad humana recorre el globo como reacci¨®n al tsunami f¨ªsico que ha devastado las orillas del oc¨¦ano ?ndico. Cada d¨ªa trae un nuevo c¨¢lculo que aumenta de forma abrumadora el n¨²mero de muertes, pero tambi¨¦n de donaciones. En esta ¨¦poca de fiestas religiosas, los pueblos ricos del mundo se permiten el lujo ben¨¦volo de rivalizar para hacer el bien. Las donaciones privadas en Reino Unido ascienden ya aproximadamente a 90 millones de libras. Los ofrecimientos de ayuda del sector p¨²blico en todo el mundo superan con creces los 2.000 millones de d¨®lares. En conjunto, se trata probablemente de la mayor operaci¨®n de ayuda humanitaria en la historia.
?Pero qu¨¦ quedar¨¢ cuando esta ola de solidaridad internacional se retire? ?Un detritus de promesas rotas, como ocurre con tantos otros compromisos que ocupan grandes titulares de prensa? ?Unas medidas apresuradas e incompletas de ayuda a los damnificados, sin que despu¨¦s haya proyectos de reconstrucci¨®n a largo plazo? Adem¨¢s de una cosecha de hu¨¦rfanos; algunos, parece ser, ya secuestrados para dedicarlos a la prostituci¨®n.
Cada d¨ªa aumenta de forma abrumadora el c¨¢lculo del n¨²mero de muertes por el 'tsunami' en el oc¨¦ano ?ndico, pero tambi¨¦n crece el de donaciones
El Gobierno brit¨¢nico ya ha declarado que la pobreza en ?frica y el calentamiento global ser¨¢n las dos m¨¢ximas prioridades de su turno presidencial en el G-8
En realidad, si hay un proyecto amplio cre¨ªble y coherente de la izquierda en este comienzo del siglo XXI s¨®lo puede definirse en t¨¦rminos mundiales
Satisfacci¨®n moral
Mientras tanto, todav¨ªa henchidos de satisfacci¨®n moral, los generosos brit¨¢nicos, alemanes, estadounidenses y otros pueblos ricos vuelven donde estaban. Las elecciones brit¨¢nicas del pr¨®ximo verano se decidir¨¢n en funci¨®n del partido que pueda dar a la clase media una vida a¨²n m¨¢s c¨®moda. El Gobierno de Bush ofrecer¨¢ nuevos recortes fiscales a los ricos. Los alemanes volver¨¢n a su preocupaci¨®n por el desempleo, la lentitud del crecimiento y su modelo social acosado. Los europeos y los estadounidenses se pondr¨¢n de acuerdo -en un ejemplo poco frecuente de armon¨ªa transatl¨¢ntica- para evitar el alivio de la deuda y la apertura de nuestros mercados, que, por s¨ª solos, podr¨ªan ayudar a los Sri Lankas de este mundo a iniciar la lenta salida de la pobreza cr¨®nica.
Si se examina el historial de los pa¨ªses ricos del Norte, un esc¨¦ptico podr¨ªa hacer ese pron¨®stico para 2005 con toda confianza. Y es muy posible que acertara. El mi¨¦rcoles a mediod¨ªa, en el centro de Oxford, vi c¨®mo las masas de compradores ¨¢vidos de aprovechar las rebajas de A?o Nuevo ignoraban, en general, los tres minutos de silencio pedidos en conmemoraci¨®n. Sin embargo, tambi¨¦n es posible que ocurra otra cosa, mucho m¨¢s alentadora: que el maremoto del 26 de diciembre de 2004 represente para la guerra contra la pobreza lo mismo que los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 para la "guerra contra el terrorismo".
El Gobierno brit¨¢nico ya ha declarado que la pobreza en ?frica y el calentamiento global ser¨¢n las dos m¨¢ximas prioridades de su turno en la presidencia del G-8 este a?o. Naciones Unidas, deseosa de que la opini¨®n mundial se olvide del bochorno del esc¨¢ndalo sobre el programa de petr¨®leo por alimentos en Irak, estar¨¢ encantada de volver a centrarse en la materializaci¨®n de sus "objetivos de desarrollo para el milenio", que siguen siendo la mejor definici¨®n estrat¨¦gica de lo que necesitamos hacer. Y seguro que si Estados Unidos y la Uni¨®n Europea quieren reparar su relaci¨®n, ¨¦ste es un punto en el que pueden ponerse de acuerdo.
Es cierto que intensificar la guerra mundial contra la pobreza como consecuencia de una cat¨¢strofe natural no parece totalmente l¨®gico. Pero es, por lo menos, tan l¨®gico como invadir Irak en respuesta a un atentado cometido por terroristas de Al Qaeda, y una idea mucho mejor, evidentemente.
Un giro pol¨ªtico de este tipo s¨®lo podr¨¢ sostenerse si esta oleada de solidaridad humana no es un mero tsunami que surge hoy y ma?ana se va. Existen algunos indicios que tal vez reflejan un cambio m¨¢s radical de la actitud p¨²blica en los pa¨ªses ricos. Ha causado gran asombro el volumen de donaciones privadas tras la cat¨¢strofe de Asia. En realidad, las aportaciones privadas en los pa¨ªses pr¨®speros y democr¨¢ticos de Occidente no suelen ser nada despreciables. Por ejemplo, la Fundaci¨®n de Ayuda a las Organizaciones Ben¨¦ficas (Charities Aid Foundation) calcula que los brit¨¢nicos entregamos, por t¨¦rmino medio, aproximadamente el 1% de nuestros ingresos anuales a ese tipo de organizaciones. Todav¨ªa est¨¢ muy lejos del 1,9% medio de los ingresos anuales que entrega cada estadounidense, pero muy por delante del 0,4% de los franceses.
Por supuesto, la mayor parte de esa ayuda se queda en casa. Las cifras de Charities Aid Foundation no nos permiten saber qu¨¦ parte del dinero aportado por los brit¨¢nicos acaba en el extranjero, pero seguramente no supera la quinta parte, es decir, el 0,2% de los ingresos medios. El fil¨®sofo Peter Singer, en su apasionante libro One world, sugiere que debemos aspirar a dar el 1% de nuestros ingresos anuales a los habitantes de pa¨ªses m¨¢s pobres, "a los que les cuesta encontrar suficiente alimento, agua potable, protecci¨®n contra los elementos y atenci¨®n sanitaria b¨¢sica". De modo que, seg¨²n ese objetivo -por arbitrario que sea-, todav¨ªa nos queda mucho por recorrer. Y por cierto, si vamos por ese camino tendremos que vigilar con sumo cuidado c¨®mo se gasta el dinero.
No obstante, veo cada vez m¨¢s la sensaci¨®n de que es importante avanzar en esa direcci¨®n. En las ciudades brit¨¢nicas hay calles en las que parece que uno de cada dos escaparates es una tienda de alguna organizaci¨®n ben¨¦fica. Este a?o ha nacido una gran iniciativa, llena de imaginaci¨®n, que se llama Convirtamos la Pobreza en Historia. Muchos j¨®venes llevan a cabo una aventurada labor de voluntarios para organizaciones ben¨¦ficas internacionales.
Fen¨®meno mental
El hecho material de dar, sea en dinero, especie o trabajo, parte de un fen¨®meno mental. Es lo que se ha llamado la globalizaci¨®n moral. Cada vez m¨¢s, los ciudadanos de los pa¨ªses ricos se identifican con gentes muy lejanas y consideran que tienen una obligaci¨®n moral respecto a ellas. Seguramente, la reacci¨®n frente al maremoto asi¨¢tico no habr¨ªa sido ni la mitad de generosa si no hubiera afectado a occidentales que pasaban sus vacaciones de Navidad tomando el sol en las orillas del oc¨¦ano ?ndico. Pero el mismo hecho de que cada vez m¨¢s gente viaje a cada vez m¨¢s lugares, gracias al abaratamiento de los billetes a¨¦reos, es uno de los factores de esa globalizaci¨®n moral. Y quienes no viajan, de todas formas, pueden ver el sufrimiento de cerca en las primeras p¨¢ginas de sus peri¨®dicos y en televisi¨®n, 24 horas al d¨ªa y siete d¨ªas a la semana.
Es decir, la comunidad imaginaria de extra?os con la que nos sentimos obligados ya no est¨¢ limitada a nuestra naci¨®n-Estado. Peter Singer afirma que existen razones poderosas, incluso de propio inter¨¦s a largo plazo, por las que ahora se aspira a una comunidad imaginaria mundial. Es un argumento que podemos considerar de izquierdas, mientras que los pensadores pol¨ªticos de la derecha, como Roger Scruton, dicen que nuestra respuesta a la globalizaci¨®n debe ser reforzar la naci¨®n-Estado.
En realidad, si hay un proyecto amplio, cre¨ªble y coherente de la izquierda en este comienzo del siglo XXI s¨®lo puede definirse en t¨¦rminos mundiales. Hoy, estar al lado de los pobres, los oprimidos y los explotados tiene que consistir en atacar la mayor desigualdad de nuestro tiempo, entre el Norte rico (en el que, entre otras cosas caras, disponemos de sistemas de alerta para avisarnos cuando se avecina un terremoto) y el Sur pobre. As¨ª que se puede considerar que la pregunta "?qu¨¦ quedar¨¢?" tras esta oleada de solidaridad espont¨¢nea est¨¢ especialmente dirigida a la izquierda. Porque ?cu¨¢l es el sue?o m¨¢s antiguo y audaz de la izquierda? Es la visi¨®n expresada por el poeta escoc¨¦s del siglo XVIII Robert Burns, aplicada, desde luego, tanto a hombres como a mujeres: "Pese a todo, y con todo, / se aproxima, pese a todo, / que un hombre y otro, en todo el mundo, / ser¨¢n hermanos pese a todo".
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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