Viento del Norte
La Inquisici¨®n dej¨® su impronta en cada uno de nosotros, y cuando se trata de posicionarse, la gente, el pueblo, la sociedad, los cultos y los menos cultos, suelen situar al hijo del vecino con Dios o con el diablo. Ese inquisidor que tenemos dentro deja a un lado lo objetivo, lo razonable y lo justo para llevar todo lo anterior al terreno de lo subjetivo, lo que m¨¢s le interesa. Venimos de una fase de violencia, activa y pasiva, en la cual se ha producido un retroceso en las libertades civiles y sociales. La p¨¦rdida del gobierno por parte del PP ha abierto nuevos espacios, espacios que entra?an v¨ªas de negociaci¨®n antes imposibles de imaginar.
La estrategia global del Estado sigue estando en el proceso de Uni¨®n Europea y es en ¨¦ste en el que las nacionalidades m¨¢s activas, Catalu?a y Euskadi, quieren participar con m¨¢s protagonismo que el que el marco legal actual les permite. En ello les va el futuro y el presente. Por lo tanto, no es de extra?ar que, conforme el proceso vaya avanzando, tanto Maragall como Ibarretxe ir¨¢n subiendo el tono de sus reivindicaciones, por otra parte leg¨ªtimas: no quieren perder un estatus adquirido fundamentalmente en los dos ¨²ltimos siglos.
Ellos lo tienen claro, mientras los dem¨¢s seguimos jugando a la contra, esperando a ver lo que hacen, para desde la miop¨ªa estrat¨¦gica plantear nuestras alternativas. Si el debate est¨¢ abierto, no es un mal momento para discutir cu¨¢l va a ser nuestro papel en el futuro, si seguir siendo la cenicienta de una Europa rica o cambiar de papel. En ese teatro tenemos que plantear nuestras propuestas. Pero me temo que en Andaluc¨ªa nuestros interlocutores pol¨ªticos est¨¢n lejos de te¨®ricos sobresaltos.
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