La hora de la verdad
Siempre he sostenido que Ibarretxe va a llegar con su plan hasta donde el Estado de derecho le permita. Y as¨ª est¨¢ siendo. Quienes traicionaron al sistema pactando con ETA en Lizarra y presentaron despu¨¦s en el Parlamento el susodicho plan siguen llevando la iniciativa. Por eso resulta tan desesperante observar c¨®mo, tras la votaci¨®n el pasado d¨ªa 30 de diciembre, multitud de voces se muestran tan sorprendidas como escandalizadas por el desarrollo de los acontecimientos. Hay incluso quien cree que los batasunos le han hecho "una faena" al se?or Ibarretxe. No s¨¦ si servir¨¢ de algo, pero voy a intentar que comprendan la realidad quienes a pesar de haber visto a los padres poner los juguetes bajo el ¨¢rbol, siguen creyendo en la existencia de los Reyes Magos.
El PNV es insaciable. Quiere todo el poder y est¨¢ dispuesto a todo para conseguirlo
Ibarretxe ha buscado en el brazo pol¨ªtico de ETA los votos que necesitaba para aprobar su plan. Los ha conseguido tras una ardua y sibilina negociaci¨®n cuyas contrapartidas terminaremos por descubrir, como ocurri¨® con el pacto que firmaron con ETA en Lizarra. Espero que a estas alturas a nadie se le ocurrir¨¢ seguir pensando que la negativa de Atutxa a cumplir el auto del Supremo y excluir de la C¨¢mara vasca al partido de ETA obedeciera a su celo como presidente del Parlamento. Ni siquiera -menos que nadie a ella-, a la juez del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco que hace unos d¨ªas correg¨ªa el Supremo y apoyaba al trilero presidente. HB ha permanecido en la C¨¢mara vasca porque era un requisito instrumental imprescindible para que el plan obtuviera la mayor¨ªa absoluta requerida. Que nadie se enga?e. Si al PNV no le hubieran hecho falta los votos de Otegi, hace tiempo el mismo Atutxa hubiera llamado a los guardias para expulsarles del Parlamento.
El PNV es un partido predecible. Nunca en su historia ha tomado una decisi¨®n que no estuviera al exclusivo servicio de sus intereses. Desde la traici¨®n a la Rep¨²blica en Santo?a, hasta el pacto con ETA en Lizarra, nunca les ha movido otro inter¨¦s que no haya sido el propio. Si hubiera que buscar un eslogan que definiera en pocas palabras su trayectoria, ¨¦sta ser¨ªa "Nosotros, a lo nuestro". Y como siempre les ha ido bien as¨ª, pues no encuentran ning¨²n motivo para cambiar de actitud. Su talento para falsear la historia ha sido tal que durante la transici¨®n los dem¨®cratas a los que traicionaron en la Guerra Civil no s¨®lo obviaron esa parte obscura de su historia sino que se esforzaron en "compensarles". Y seguimos en las mismas. Hemos hecho -todos- ¨ªmprobos esfuerzos por "entender" al PNV. Como si la democracia espa?ola debiera algo a los nacionalistas vascos. Asumiendo, de facto, las mentiras del nacionalismo, sus mitos de pueblo oprimido, sus reivindicaciones m¨¢s sectarias y m¨¢s insolidarias. El necesario esfuerzo por constitucionalizar al nacionalismo vasco siempre ha estado trufado de una especie de "complejo" ante ellos. Como si fueran los nacionalistas vascos quienes debieran darnos el label democr¨¢tico a los dem¨¢s.
No pierdo la esperanza de que la experiencia de estas casi tres d¨¦cadas de democracia nos sirva para no seguir cometiendo los mismos errores. El PNV ha demostrado que es insaciable. Y que no tiene escr¨²pulos. Quiere todo el poder y est¨¢ dispuesto a todo para conseguirlo. Desde el Gobierno del Pa¨ªs Vasco, ha practicado el m¨¢s absoluto desprecio hacia la democracia espa?ola. Ha utilizado las instituciones vascas que ocupa para deslegitimar el sistema que le permite ostentar el poder. Ha rechazado cualquier iniciativa encaminada a derrotar al terrorismo sin concesiones pol¨ªticas. Ha ignorado y tratado de silenciar a las v¨ªctimas de ETA. Ha pactado con los terroristas la exclusi¨®n de los no nacionalistas. Ha institucionalizado esa exclusi¨®n a trav¨¦s de una iniciativa que finalmente ha sido aprobada en el Parlamento vasco.
La relaci¨®n de actos de desprecio, deslealtad y traici¨®n del PNV para con el sistema democr¨¢tico es inacabable. Hoy, estamos ante un nuevo punto y seguido. Un nuevo reto al sistema y un nuevo acto de desprecio a las v¨ªctimas. El plan ser¨¢ enviado al Congreso de los Diputados. El se?or Ibarretxe visitar¨¢ al presidente del Gobierno. El Congreso rechazar¨¢ el plan. El presidente rechazar¨¢ la iniciativa. Pero Ibarretxe, ya lo ha dicho, seguir¨¢ adelante. Y convocar¨¢, no lo duden, un refer¨¦ndum. Espero que entonces no volvamos a poner cara de sorpresa ni nos sintamos "defraudados". Espero que para ese momento tengamos ya preparada la respuesta. Una respuesta que, a mi juicio, debieran conocer quienes quieren romper la convivencia y tambi¨¦n los ciudadanos a los que el Estado est¨¢ obligado a defender.
Los partidos pol¨ªticos son instrumentos de la sociedad, que no nos pertenecen a los afiliados sino a los ciudadanos a los que nos comprometemos a servir cuando les pedimos su voto. Estoy convencida de que la ciudadan¨ªa espa?ola en general, y la vasca en particular, esperan de nosotros, ante la gravedad de la crisis provocada por Ibarretxe, Madrazo y Ternera, algo m¨¢s que decisiones basadas en c¨¢lculos electorales. Nos exigen que hagamos pol¨ªtica, pol¨ªtica con may¨²sculas. No me parece tan dif¨ªcil responder a esa demanda. Se trata de tranquilizar a la opini¨®n p¨²blica respecto a la fortaleza de nuestra democracia. Los ciudadanos esperan que los l¨ªderes pol¨ªticos les confirmen con toda claridad que el Estado actuar¨¢ con todos sus instrumentos para frenar la iniciativa de Ibarretxe. Que el Estado impedir¨¢ que el plan Ibarretxe sea viable. Que ese plan, por ilegal e ileg¨ªtimo, jam¨¢s se aplicar¨¢. Esperan que les aseguremos que si el Partido Socialista Obrero Espa?ol y el Partido Popular se pusieron de acuerdo para derrotar a ETA actuar¨¢n tambi¨¦n de acuerdo para frenar una iniciativa secesionista, que romper¨ªa no s¨®lo el territorio espa?ol, sino sobre todo la convivencia entre los vascos y de ¨¦stos con el resto de los espa?oles. Todo esto debemos hacerlo superando las diferencias leg¨ªtimas entre los dos grandes partidos. La gente necesita saber que nuestro Gobierno, con el apoyo del PP y ojal¨¢ del resto de las fuerzas pol¨ªticas del arco parlamentario, nunca consentir¨¢ que se privilegie a unos ciudadanos frente a otros y que se mermen los derechos de quienes en Euskadi no somos nacionalistas.
Los nacionalistas vascos, con la imprescindible ayuda de ETA y el vergonzoso apoyo de Izquierda Unida, nos quieren hacer un chantaje. Hay que responder con inteligencia y con firmeza. Con inteligencia al elegir la forma m¨¢s eficaz de enfrentarse al desaf¨ªo, y con firmeza para que quienes han retado a la democracia sepan que ¨¦sta no est¨¢ en tregua. Para que pierdan la esperanza de obtener r¨¦ditos pol¨ªticos rompiendo las reglas del juego.
Este es un a?o electoral en Euskadi. Y bueno ser¨ªa que el plan llegara a la campa?a liquidado. Nada ser¨ªa m¨¢s pernicioso, en t¨¦rminos democr¨¢ticos, que aceptar que las elecciones auton¨®micas se conviertan en un acto plebiscitario. En las elecciones pol¨ªticas se confrontan proyectos homologados y homologables con el sistema democr¨¢tico. Las elecciones no est¨¢n para refrendar las leyes y mucho menos para legitimar una propuesta antidemocr¨¢tica. Debemos rechazar cuando antes el intento de los nacionalistas y de ETA de convertirlas en un plebiscito legitimador de un proceso que las urnas jam¨¢s podr¨¢n refrendar. No hacerlo as¨ª ser¨ªa tanto como asumir la pretensi¨®n del nacionalismo sobre el ¨¢mbito vasco de decisi¨®n. Ser¨ªa tanto como aceptar el refer¨¦ndum sin que Ibarretxe tenga la necesidad de convocarlo y el Estado la obligaci¨®n de impedirlo. Ser¨ªa, en definitiva, volver a caer en su trampa.
Lo que por antidemocr¨¢tico no cabe en la Constituci¨®n, ni se revalida, ni se plebiscita, ni se negocia: se rechaza. Como por cierto hizo Indalecio Prieto con el primer Estatuto de Estella: decirles que no y esperar a que le mandaran otra propuesta. Pues bien, en esta nueva hora de la verdad que nos plantean los nacionalistas vascos, capitaneados por el se?or Ibarretxe y pertrechados por ETA y por Izquierda Unida, la ¨²nica respuesta democr¨¢tica posible es: No. Ni hoy, ni ma?ana, ni nunca. Y si de paso sirve como a aviso para navegantes, pues mucho mejor.
Rosa D¨ªez es diputada socialista en el Parlamento Europeo.
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