Esto s¨ª que fue un 'reality show'
Ni Cr¨®nicas marcianas, ni Salsa de ning¨²n color; el gran espect¨¢culo televisivo de las ¨²ltimas semanas, incluso por episodios a medida que el horror iba creciendo, ha sido el tsunami, la ola que desde las profundidades del mar ha nivelado costas, pulverizado pueblos, y aterido de caritativo p¨¢nico las audiencias del mundo occidental. Y entre los superlativos que se le han dedicado al mortal rugido, figura el de que ha sido la mayor cat¨¢strofe natural de los ¨²ltimos 40 o m¨¢s a?os, lo que, sin ser necesariamente falso, se presta a discusi¨®n y, de paso, permite relacionar globalizaci¨®n con la reciente historia de los desastres planetarios.
La necrol¨®gica del tsunami supera ya los 165.000 muertos, y no es imposible que a¨²n se redondee para arriba, al tiempo que su radio de acci¨®n ha batido r¨¦cords, puesto que ha afectado frontalmente a Indonesia, India, Tailandia y Sri Lanka. En 1970, con todo, un mal viento barri¨® las costas de lo que hoy es Bangladesh, tambi¨¦n ba?ada por el golfo de Bengala en el subcontinente indost¨¢nico, y que a la saz¨®n era la provincia oriental de Pakist¨¢n, causando m¨¢s de 300.000 muertos; en 1976 hubo un terremoto en China, al que se le atribuyeron 255.000 muertes; y de nuevo Bangladesh -desde diciembre de 1971, Estado independiente de ese nombre- sufri¨® en 1991 no uno, sino dos ciclones, que causaron, respectivamente, 138.000 y 125.000 v¨ªctimas. Evidentemente, no se trata de componer aqu¨ª un cuadro de honor de la desgracia y tan apocal¨ªptica es la cifra de 100.000 como la de 200.000 o 300.000 muertos. Pero lo que llama la atenci¨®n es c¨®mo el tsunami ha generado en Occidente el mayor volumen de solidaridad, contricci¨®n, y espanto de nuestra recordaci¨®n.
?Por qu¨¦ la gran ola ha dolido m¨¢s que otros desbarres de la naturaleza, que incluso se produjeron en esa misma parte del mundo?
Algunas razones son muy obvias. El tsunami ha afectado no a uno sino a varios pa¨ªses, de los que dos son cruciales en el equilibrio de la regi¨®n: la Uni¨®n India, la gran democracia federal de Asia, e Indonesia, con unos 200 millones de habitantes, el pa¨ªs musulm¨¢n m¨¢s poblado del planeta; entre las v¨ªctimas se encuentra un n¨²mero considerable de europeos, lo que arrima la tragedia al Primer Mundo -la conquista de Am¨¦rica ha evitado en gran medida a Espa?a ese luto, porque los espa?oles van por fin de a?o al Caribe-; el que se produjera en temporada vacacional en Occidente, acrecentaba tanto la conmiseraci¨®n como el tiempo de ocio para experimentar ese sentimiento; la circunstancia de que se presentara sin preaviso, puesto que si ciclones y tornados suelen anunciarse con alguna antelaci¨®n a los metereol¨®gos, ¨¦sta fue, en cambio, la visita que no llam¨® al timbre; y de manera m¨¢s difusa, un Occidente desembarazado de las antiguas preocupaciones que suscitaba la URSS, se instala hoy de manera psicol¨®gicamente m¨¢s libre en la compasi¨®n colectiva; incluso el sustituto del comunismo como gran espantajo multinacional, que es el terrorismo islamista, queda empeque?ecido en su capacidad de da?o por comparaci¨®n con el furor impersonal de las aguas y de los vientos.
Pero, la gran raz¨®n que contiene a todas las anteriores es la globalizaci¨®n y su gran maestro de ceremonias que es la maquinaria televisiva. El tsunami es el primer desbarajuste natural retransmitido al mundo entero en tiempo pr¨¢cticamente real, con reestreno constante, y un poder hipn¨®tico sobre las masas que lo contemplaban desde la seguridad de sus hogares que, en su g¨¦nero -descriptivo, pero nunca suficientemente interpretativo-, carece de todo parang¨®n.
Es ¨¦sta la primera vez en la historia en que el planeta se ha estremecido, todo, a un mismo tiempo, aunque haya sido naturalmente distinta la asimilaci¨®n del hecho, seg¨²n las audiencias. Aquel que, especialmente en el rico Occidente, es espectador de la desgracia del otro, sin pensar que por ello su dolor sea menos real, siempre puede comprar fracciones de paz interior, entreg¨¢ndose a la catarsis de la caridad. Aunque no existan los premios Emmy del horror.
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