Siete horas a la espera de una tragedia presentida
Parientes de los fallecidos se quejan de que la empresa tard¨® demasiado en darles la noticia
Hacia las diez y media de la noche tres familias velaban en el tanatorio de Burgos a sus seres queridos fallecidos ayer en la deflagraci¨®n de la calle de Sauces. Una maldita casualidad hizo que la esposa de uno de los obreros muertos, Benjam¨ªn Tejido, apodado El Rubio, tuviese que sufrir la tragedia de su vida de modo tan brutal como inmediato. Fue a recoger a una amiga a una zona cercana al lugar del suceso y ¨¦sta le coment¨® lo que hab¨ªa ocurrido, la empresa para la que trabajaban las v¨ªctimas y el lugar de la tragedia. A la esposa de Benjam¨ªn Tejido le dio un vuelco el coraz¨®n y se dirigi¨® al local donde su marido se cambiaba de ropa antes de comenzar a trabajar en la obra del carril bici.
"Entrabas a ciegas, qui¨¦n se iba a imaginar que hab¨ªa m¨¢s personas dentro"
"Hab¨ªa mucha molestia por los ruidos de las m¨¢quinas que a veces arrancaban en el local"
All¨ª, tras el cord¨®n policial, s¨®lo pudo ver los cad¨¢veres colocados en fila. Nadie la dej¨® pasar. Una ambulancia se la llev¨® al hospital con una crisis nerviosa. All¨ª supo a mediod¨ªa que su marido, que el lunes hubiera cumplido 50 a?os, hab¨ªa fallecido.
"La principal queja que tenemos es que la empresa no nos comunicara la noticia hasta las cinco y pico [de la tarde], y que tuvi¨¦ramos que enterarnos por los m¨¦dicos, cuando lo sab¨ªan por lo menos desde las diez [de la ma?ana]", se quejaban sus cu?ados Fernando y ?ngel. Comentaban que Tejido s¨®lo se quejaba de que en el local que les serv¨ªa de vestuario hac¨ªa mucho fr¨ªo. Tras siete a?os en la empresa hab¨ªa conseguido en noviembre que le hicieran fijo. Ten¨ªa dos hijas de 14 y 15 a?os.
En otra sala del velatorio, el cu?ado de Benjam¨ªn Santamar¨ªa comentaba la corazonada que hab¨ªa tenido por la ma?ana: "Cuando o¨ª la noticia supe que uno de ellos era ¨¦l, porque era muy puntual. No s¨¦, fue una mala corazonada. Ha sido un palo terrible". Santamar¨ªa ser¨¢ enterrado hoy en Campolara (Burgos), su localidad natal. Ten¨ªa 52 a?os y un hijo y una hija de 20 y 21 a?os.
Los vecinos del edificio afectado por el incendio en el que fallecieron los obreros comenzaron a regresar sobre las dos de la tarde a sus viviendas para recoger algunas de sus pertenencias. La fachada ennegrecida por el humo causado por la deflagraci¨®n les recordaba la pesadilla que hab¨ªan vivido esa ma?ana. La mayor¨ªa no sab¨ªa si podr¨ªan quedarse en sus casas.
Algunos acarreaban peque?as bolsas para pasar la noche en un hotel facilitado por el Ayuntamiento o en casa de una familia. "No hay desperfectos importantes, s¨®lo un fuerte olor a material quemado", comentaba un vecino. Poco a poco, el barrio iba recobrando la normalidad, pero los bomberos, la polic¨ªa local y los curiosos reunidos junto al cord¨®n policial recordaban que all¨ª se hab¨ªa producido una tragedia.
Tras la barra de la taberna La Pulper¨ªa, que hace esquina con la calle de Sauces, una mujer de rasgos duros recordaba c¨®mo cada ma?ana desde hace meses las v¨ªctimas iban a tomar caf¨¦ all¨ª: "Ha sido una tragedia", se lamentaba. "No me lo puedo creer".
En el exterior, Alberto, con los ojos enrojecidos, se emociona a medida que narra lo ocurrido. Los habitantes del inmueble se dieron cuenta de que algo anormal pasaba porque comenzaron a percibir un fuerte olor "como a pl¨¢stico quemado". Al bajar corriendo las escaleras, "casi no se ve¨ªa nada y fuimos avisando a los de los otros pisos", dice Adela. Cuando llegaron a la calle, ni se imaginaban lo que iban a encontrar. "Las llamas llegaban al tercer piso", comenta otra vecina.
En ese momento, Alberto cogi¨® un extintor y se meti¨® en el local, de donde sal¨ªan el humo y las llamas. "Fui a ayudar como habr¨ªa hecho cualquier persona", asegura. Apag¨® un fuego "que no era muy grande" que encontr¨® a la derecha del local.
No ve¨ªa nada; en ese momento, entre el humo apareci¨® uno de los operarios arrastrando a un compa?ero. La polic¨ªa no hab¨ªa llegado y tampoco los bomberos. "Entrabas a ciegas, ?qui¨¦n se iba a imaginar que hab¨ªa m¨¢s dentro!". A las primeras cuatro personas las sacaron el compa?ero de las v¨ªctimas, Alberto y otro vecino. Alberto le hizo un masaje cardiaco y la respiraci¨®n boca a boca a los dos primeros. "Tengo a esas dos personas que no me las quito de la cabeza; la desgracia es no haber podido ayudar m¨¢s", comentaba abatido.
En los corrillos, se hablaba de la tragedia, y se recordaban tambi¨¦n las reclamaciones que hab¨ªan hecho a los encargados de la obra del carril bici. "Hab¨ªa mucha molestia por los ruidos de las m¨¢quinas que arrancaban a veces en el local, y porque arrancaron algunos adoquines de calle", pero recuerdan que el momento que m¨¢s les irrit¨® fue cuando, hace un mes y medio, "se dejaron una vasija abierta y se inundaron los garajes", comentaban.
Junto a la puerta medio desvencijada de la lonja, con su casas te?idas de negro, las ropas de los balcones tiznadas y el pesar en el cuerpo, Luisa recuerda que s¨®lo oy¨® un fogonazo. "Afortunadamente no hay vecinos heridos, pero muchos est¨¢n destrozados psicol¨®gicamente. Ha sido una tragedia", comentaba otro vecino.
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