Errores
El error, entre otras cosas, es el conocimiento equivocado de los hechos. Cuando las equivocaciones y los errores se multiplican, las fuentes de conocimiento y la realidad se distorsionan. A veces, cuando esto sucede y las consecuencias no son relevantes, los errores pasan desapercibidos por su escasa trascendencia. Sin embargo, existen ¨¢mbitos, y el de la Justicia en toda su extensi¨®n es uno de ellos, en los que los errores y la distorsi¨®n de los hechos, bien por la falta de investigaci¨®n, por una investigaci¨®n defectuosa o por aliviar la presi¨®n medi¨¢tica en asuntos socialmente m¨¢s sensibles, s¨ª tienen trascendencia. Son ¨¢mbitos en los que los afectados por el error ven da?ados sus derechos m¨¢s personales.
Es lo que les ha sucedido a tres j¨®venes de Huelva quienes, despu¨¦s de estar 18 meses en prisi¨®n por considerarles autores del asesinato xen¨®fobo de Zoubir, han sido absueltos por un tribunal. Es posible y hay que aceptar que el error es consustancial a la persona y que, gracias al error, sabemos que existe la verdad. Tambi¨¦n que, en el caso de estos j¨®venes, se abre camino la responsabilidad econ¨®mica del Estado por el da?o causado.
Sin embargo, cuando la informaci¨®n que recibimos d¨ªa a d¨ªa ense?a que ha fallado todo para evitar la tragedia del 11-M; cuando a los jueces que se equivocan les prescribe su responsabilidad -AN-; cuando en un calabozo de M¨¢laga arden y mueren por asfixia ocho inmigrantes y a menos de 100 metros de la costa se ahogan en C¨¢diz 32 inmigrantes sin otra responsabilidad que enterrar a los muertos; cuando el sistema impone a jueces que presionan a otros para que concedan el tercer grado una suspensi¨®n de siete meses y puedan volver a ejercer -caso Mario Conde- o despachan a un tal Estevill con penas que ya quisiera para s¨ª el autor de un tir¨®n y que han hecho decir al condenado que "la sentencia es bonita", percibes como dos Estados de Derecho.
En fin que, a veces, quiero pensar que alg¨²n d¨ªa estos errores puedan ser corregidos, al menos con la misma intensidad que en otros ¨¢mbitos, sin tapar sus verg¨¹enzas s¨®lo con dinero o esconderla bajo el ropaje de lo funcionarial. Tambi¨¦n que si alguna generosidad debe existir, ante tanto error sin parar y sin pagar, sea para quienes no tienen la obligaci¨®n p¨²blica de no equivocarse.
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