La insoportable banalidad del mal
Un embustero, se preguntaba el fil¨®sofo griego Eubolides, siglo IV A.C, dice que miente. ?Miente o dice la verdad? Es lo que se te cruza por la mente en la sala de la Audiencia Nacional al seguir los argumentos del ex capit¨¢n de corbeta Adolfo Scilingo. Si el pasado viernes acudi¨® en silla de ruedas, ocult¨® su rostro bajo su cazadora y simul¨® estar al borde del colapso f¨ªsico, un hombre completamente restablecido explic¨® ayer con gran energ¨ªa al tribunal que todo lo que ha contado, en Buenos Aires y en Madrid, sobre los vuelos de la muerte es falso. Que su participaci¨®n en un grupo de tareas de la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) en las dos misiones a trav¨¦s de las cuales se arrojaron, en junio y agosto de 1977, treinta detenidos con vida al mar nunca existi¨®. Scilingo afirma ahora que los hechos son reales, pero que ¨¦l no tom¨® parte en ellos. ?Por qu¨¦ raz¨®n se autoinculp¨® ante la justicia argentina y la espa?ola? He aqu¨ª su respuesta: para que se investigaran esos hechos y se estableciera la verdad.
Abogado de una causa perdida, la suya, Scilingo intenta salirse de este asunto como puede
Scilingo dispone de abogado de oficio, pero es ¨¦l quien se defiende a s¨ª mismo. Y esto se hace patente desde los primeros minutos, nada m¨¢s escuchar de labios del presidente del tribunal, Fernando Garc¨ªa Nicol¨¢s, si conoce los cargos que se le imputan, irrumpe:
- No tengo claro las imputaciones que se me hacen. Ninguna fecha, ninguna v¨ªctima.
Ante la insistencia del presidente, Scilingo insiste:
- Le¨ª el auto de procesamiento, no se menciona ninguna fecha, ninguna v¨ªctima.
El ex capit¨¢n sabe que una larga lista de testigos desfilar¨¢ en las pr¨®ximas semanas ante el tribunal. Pero, al tiempo, es consciente de que no hay testigos o pruebas directas contra ¨¦l. En otros t¨¦rminos, nadie va a declarar que le vio detener opositores a la dictadura argentina o que fue testigo de c¨®mo sub¨ªa a sus v¨ªctimas con vida a los aviones de la Armada y luego, ya en vuelo, ayudaba a arrojarlas al mar. Todos los datos que se conocen han sido aportados por el propio Scilingo a jueces y periodistas. Existe el caso de una joven embarazada, Mar¨ªa Marta Ocampo, detenida en la ESMA, a la que el ex capit¨¢n asegura haber visto "durante segundos a trav¨¦s de una lona".
Scilingo ha construido su defensa como pod¨ªa. Su coartada es m¨¢s o menos la siguiente. En 1995, en Buenos Aires, quiere que se investiguen los cr¨ªmenes de la dictadura por el simple hecho de que sus superiores no asumen sus responsabilidades. ?l no ha tenido nada que ver con los hechos porque era, simplemente, un oficial electricista en la ESMA.
Habla Scilingo con la prensa, pues, y para mostrar que est¨¢ dispuesto a ir hasta el final se inculpa en unos hechos que conoce de o¨ªdas, por datos que ha podido recoger a lo largo, dice, de muchos a?os.
Abogado de una causa p¨¦rdida, la suya propia, Scilingo intenta salirse de este asunto como puede. Todo lo que ha declarado ha sido, asegura ahora, porque los medios de comunicaci¨®n, los abogados de derechos humanos y los jueces, tanto en Buenos Aires como en Madrid, le han pedido que "agrande" los hechos.Pero su participaci¨®n, insiste, nunca existi¨®.
Mientras tanto, a¨²n cuando resalta las violaciones cometidas por la dictadura, siempre advierte de que la situaci¨®n durante aquellos a?os en Argentina era muy grave. "Hab¨ªa terroristas como aqu¨ª en el Pa¨ªs Vasco", se?al¨®, buscando la ilusoria complicidad de los jueces del tribunal. "En algunos casos, como el de la provincia de Tucum¨¢n, los subversivos quer¨ªan la independencia, como ocurre con los etarras aqu¨ª", ilustra.
La novela actual de Scilingo incluye a abogados, jueces, periodistas, todos confabulados para explotar su informaci¨®n sobre los vuelos de la muerte para hacer portadas, libros y pel¨ªculas, con el af¨¢n de ganar dinero. ?l, pues, es la v¨ªctima de esta negra trama.
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