Oposici¨®n y lealtad
Tras la aprobaci¨®n hace veinte d¨ªas del plan Ibarretxe, la carta del portavoz del brazo pol¨ªtico de ETA al presidente del Gobierno y el comunicado de la banda terrorista santificando las propuestas lanzadas en el mismo sentido por Otegi en Anoeta el 14 de noviembre hac¨ªan a¨²n m¨¢s indispensable la concertaci¨®n de los dos grandes partidos que vienen gobernado desde hace m¨¢s de veinte a?os las instituciones del Estado. Si fuese cierto -es pronto para afirmarlo o descartarlo- que algo empieza a moverse en el nacionalismo radical hacia rumbos por ahora desconocidos, la alianza entre la prudencia pesimista de la experiencia y la audacia optimista de la imaginaci¨®n a fin de explorar esa ventana de oportunidad exigir¨ªa el respaldo de PSOE y PP.
El encuentro del pasado viernes del presidente Zapatero con Rajoy restableci¨® cuando menos las v¨ªas de comunicaci¨®n entre el Gobierno y el principal partido de la oposici¨®n (148 esca?os sobre 350 en el Congreso y 126 sobre 259 en el Senado), seriamente deterioradas por sus contrapuestas interpretaciones del atentado terrorista del 11-M. Pero el entendimiento de socialistas y populares sobre el conflicto vasco no ser¨¢ f¨¢cil, como mostraron las diferencias surgidas inicialmente a prop¨®sito de las medidas a tomar. Los populares exigieron entonces la activaci¨®n del art¨ªculo 161.2 de la norma fundamental para impugnar ante el Tribunal Constitucional -con efectos suspensivos durante cinco meses- la aprobaci¨®n por el Parlamento vasco de la Propuesta de Reforma del Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi (PEPCE). Esa demanda, sin embargo, estaba abocada al fracaso: el int¨¦rprete supremo de la Constituci¨®n rechaz¨® el 20 de abril de 2004 el recurso interpuesto por el Gobierno de Aznar con el mismo prop¨®sito mediante el argumento de que la propuesta en curso era una iniciativa legislativa -amparada por el art¨ªculo 87 de la norma fundamental- que s¨®lo causar¨ªa efectos jur¨ªdicos ad extra una vez finalizado su iter parlamentario en las Cortes Generales. El PP pidi¨® igualmente que el Congreso rechazase la PEPCE sin aguardar al Pleno; tambi¨¦n en este caso, empero, algunas interpretaciones limitan a aspectos puramente formales las facultades de la Mesa para examinar el texto y la documentaci¨®n remitida a fin de comprobar el cumplimiento de los requisitos constitucionales y estatutarios establecidos.
La acertada decisi¨®n de adelantar lo m¨¢s posible -a comienzos de febrero- la celebraci¨®n del Pleno del Congreso da satisfacci¨®n parcial al PP. La contradictoria cl¨¢usula brit¨¢nica sobre la leal oposici¨®n de Su Majestad resulta brillante en t¨¦rminos ret¨®ricos pero de dif¨ªcil aplicaci¨®n en el terreno operativo. La oposici¨®n no s¨®lo critica y controla al Gobierno sino que tambi¨¦n intenta derribarle del poder: el sistema parlamentario gira sobre la relaci¨®n dial¨¦ctica entre un partido gobernante que teme perder las pr¨®ximas elecciones y una oposici¨®n que aspira a ganarlas desgastando a su adversario. El PP se mueve entre la lealtad institucional a los valores compartidos con el Gobierno y el inter¨¦s partidista de vencerle en las urnas.
La divisi¨®n del trabajo es clara: el art¨ªculo 97 de la Constituci¨®n establece que "el Gobierno dirige la pol¨ªtica interior y exterior, la Administraci¨®n civil y militar y la defensa del Estado". Durante la anterior legislatura Aznar fue el conductor y Zapatero el copiloto de las estrategias compartidas sobre el conflicto vasco, desde la lucha antiterrorista hasta las elecciones auton¨®micas de 2001; la inversi¨®n ahora de esas funciones est¨¢ reglada constitucionalmente. Existen, sin embargo, otros problemas. De un lado, ERC e IU -socios coyunturales de un Gobierno con mayor¨ªa relativa- amenazan con eventuales represalias si contin¨²a la aproximaci¨®n entre socialistas y populares para la aprobaci¨®n -"imprescindible"- de las reformas constitucionales y la negociaci¨®n -"absolutamente conveniente", subraya la portavoz del Gobierno- de las reformas estatutarias. De otro lado, PSOE y PP preparan diferentes estrategias para los comicios vascos: mientras los populares abogan por el bloque constitucionalista derrotado hace cuatro a?os, los socialistas prefieren plantear de forma independiente la campa?a, pactando las discrepancias y condicionando las alianzas de gobierno al veredicto de las urnas.
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